Bajo un perseverante sol de verano austral, cientos de trabajadores agrícolas, con sombreros y mascarillas, se concentran en su tarea de hormiga: recolectar baya a baya una cosecha excepcional de arándanos en estas laderas montañosas a unos 100 kilómetros de Ciudad del Cabo.
Sudáfrica se lanzó en el cultivo prometedor de este fruto rico en antioxidantes y vitamina C, muy demandado en todo el mundo. Ni la pandemia del nuevo coronavirus ha conseguido frenar las exportaciones.
De 600 toneladas producidas en el 2008, el país debería pasar a 24,000 toneladas este año, principalmente con destino a Europa.
La granja Chiltern, con sus plantaciones bajo las vertientes de la reserva natural Hottentots Holland, antes salpicada de manzanos y fresas, se beneficia de una óptima exposición al sol y una irrigación fiable.
Unas redes protegen a los arbustos del mal tiempo y cada año se transportan colmenas para polinizar la futura cosecha.
El fruto necesita grandes precauciones para ser empaquetado en perfecto estado. “Necesitan delicadeza”, asegura Anton Both, jefe de la empresa agrícola.
“Más cerca de Europa””
Tenemos muchas variedades y una fruta de buena calidad”, dice con orgullo Elzette Schutte, directora de la Asociación de Productores Sudafricanos de Frutos Rojos.
“Y estamos más cerca de Europa que [nuestros competidores] Perú o Chile” para las bandejas que llegan oportunamente en invierno a los puestos de los países clientes, explica.
Sudáfrica sigue siendo un productor modesto de arándanos, frente a los gigantes que son Canadá y Estados Unidos, pero se está posicionando para obtener mercados en China o en Corea del Sur, que permitirían hacer crecer la producción.
“Esperamos una demanda internacional aún mayor, paralela al reconocimiento de las virtudes nutritivas de este fruto”, añade.
La mayoría de los arándanos sudafricanos crecen en la provincia del Cabo Occidental, donde también se encuentra el prestigioso viñedo sudafricano y la ciudad portuaria de Ciudad del Cabo.
El valor de las exportaciones del pequeño fruto acidulado pasó de 7 millones de euros (unos US$ 8 millones) en el 2013 a más de 55 millones de euros (US$ 66 millones) en el 2018, según estadísticas gubernamentales.
Delicia azulada
En la provincia, hay más de 2,700 hectáreas plantadas, frente a las 261 de hace cinco años.
Los arándanos son “una de las producciones de horticultura que más crece en Sudáfrica”, confirma Pieter Zietsman, director de la unidad “frutos rojos” de la empresa de viveros Top Fruit.
El pequeño fruto representa un mejor rendimiento de inversión que muchas otras frutas, pero “es muy caro en inversiones iniciales”, explica. Se necesitan al menos 20 hectáreas para lanzar una producción rentable y, después, desembolsar 1.6 millones de euros (US$ 1.9 millones) para sembrar esta superficie.
También se espera que aumente el consumo local, lo que permitiría plantar especies más baratas, estima la filial.
La artista de Ciudad del Cabo, Alice Toich, conocida localmente por participar en un concurso de televisión de repostería, utiliza muchos arándanos en sus magdalenas, sus bizcochos de limón, su pavlova (merengue, nata montada y fruta) y batidos de frutas.
Toich también congela el fruto para hacer helados teñidos de azul: “Me gusta cocinar con los ojos”, dice, y ensalza sus méritos gustativos y nutricionales ante sus miles de seguidores en las redes sociales.
“Cuando me como toneladas de ellos, no tengo ningún remordimiento”, asegura con coquetería la esbelta cocinera. “¡Porque es bueno para la salud!”, exclama.