Una “invasión”. Fue la palabra que empleó Donald Trump para describir la migración a través de la frontera sur de Estados Unidos. “Para los ciudadanos estadounidenses, el 20 de enero de 2025 es el Día de la Liberación”, sentenció en su discurso de toma de posesión.
Usó la noción de que Estados Unidos es víctima de una invasión para justificar diez órdenes ejecutivas sobre inmigración y protección fronteriza que firmó el primer día de su presidencia. Lo hizo con todo y que las cifras de encuentros en la frontera están al nivel más bajo registrado en cuatro años.
Las órdenes pueden agruparse en tres categorías: anulación de las políticas de Joe Biden y restablecimiento de los planes del primer mandato de Trump; acciones llamativas que suenan estrictas; y medidas extremas que van desde probablemente ilegales hasta evidentemente inconstitucionales.
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En el primer grupo, Trump emitió una orden amplia que incluye medidas como incrementar las detenciones, forzar a los países a aceptar de regreso a sus ciudadanos, alentar a la policía local a que colabore en hacer cumplir las leyes migratorias y castigar a las ciudades santuario, entre otras. Resucitó el plan “Remain in Mexico” (Quédate en México), una política que presentó en 2019 y que obliga a los inmigrantes a esperar del otro lado de la frontera a que se resuelva su solicitud de asilo.
Además, eliminó CBP One, una aplicación establecida por la administración de Biden para ayudar a los migrantes a programar su cita de solicitud de asilo. Las citas de los migrantes que ya tenían un turno fueron canceladas abruptamente tras la toma de posesión de Trump.
Durante su primer mandato, se desplomó el número de refugiados reubicados en Estados Unidos. En esta ocasión, suspendió por completo el reasentamiento de refugiados por lo menos durante tres meses.
Otra orden estipula que debe investigarse más a los migrantes e instruye a las dependencias que determinen si hay países desde los que deben prohibirse los viajes, algo que podría ser el preludio para una prohibición como la que Trump les impuso en 2017, sobre todo, a los viajeros provenientes de países de población mayoritariamente musulmana.
Algunas órdenes parecen duras, pero en realidad quizá no cambien gran cosa. Una que exige barreras físicas en la frontera, detenciones y deportaciones “solo es un llamado a hacer cumplir leyes que ya existen”, explicó Julia Gelatt del grupo de investigación Migration Policy Institute. Además, Trump declaró una emergencia nacional en la frontera sur, lo que le permite al secretario de Defensa enviar soldados a reforzar la seguridad de la frontera con México.
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George W. Bush y Barack Obama hicieron algo similar. La legislación federal limita la participación de los soldados en asuntos de interés nacional a actividades no propias de la policía como transporte y apoyo logístico, no a arrestar inmigrantes.
La emergencia nacional, además, libera fondos del Departamento de Defensa para la fortificación del muro fronterizo, medida que el presidente también tomó en 2019. Y solo restan las órdenes más extremas. El propósito de una de ellas es ponerle fin al derecho a la nacionalidad por nacimiento, que está consagrado en la 14ª Enmienda.
El nuevo presidente arrancó el prolongado proceso de clasificar a los carteles de narcotraficantes como organizaciones terroristas extranjeras y les dio instrucciones a los funcionarios de más alto rango para que estén preparados ante la posibilidad de que se aplique la Ley de Enemigos Extranjeros, la única restante de las Leyes sobre Extranjería y Sedición, aprobadas en 1798 cuando Estados Unidos estaba enemistado con Francia, que no se derogó ni se dejó expirar.
Esta faculta al presidente para detener y deportar sumariamente a ciudadanos de países que estén en guerra con Estados Unidos. El problema es que Estados Unidos no está en guerra y las pandillas de narcotraficantes no son Estados soberanos, aunque controlen cierto territorio.
Justo en este punto, que Trump hable de una “invasión” no es pura grandilocuencia retórica. Lo que pretende al describir a los carteles como terroristas invasores de Estados Unidos es legitimar su uso de la ley. Y como Estados Unidos sí está siendo invadido, según argumenta Trump, puede evitar que cualquiera cruce la frontera. Pero es posible que los tribunales no lo vean así.
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