Ante el incremento de las hospitalizaciones y decesos debido a las nuevas variantes de ómicron en las últimas semanas, los estados y las ciudades de Estados Unidos están replanteando sus respuestas al COVID-19 y la Casa Blanca ha redoblado sus iniciativas para alertar a la población.
Algunos expertos dicen que las advertencias son muy pocas y llegaron demasiado tarde.
La altamente contagiosa variante BA.5 ahora representa el 65% del total de casos, mientras que su prima BA.4 contribuye con otro 16%. Las variantes han mostrado una notable capacidad para evadir las protecciones que brindan las infecciones previas y las vacunas.
“Las advertencias debieron hacerse hace mucho tiempo”, dijo el doctor Eric Topol, director del Scripps Research Translational Institute, un organismo sin fines de lucro que se enfoca en investigación y educación sobre las ciencias biomédicas. Topol considera que la BA.5 es “la peor variante hasta el momento”.
Las tendencias globales de las dos mutaciones han sido aparentes durante semanas, dicen los expertos: rápidamente superan a las variantes más viejas y disparan el número de casos dondequiera que surgen.
A pesar de ello, los estadounidenses se han desecho de sus mascarillas y reanudado los viajes y las reuniones sociales. Además, han ignorado en buena medida la aplicación de dosis de refuerzo, que protegen de las peores consecuencias del COVID-19.
Los tribunales han bloqueado los requerimientos federales de uso de mascarillas y aplicación de vacunas, dejando a las autoridades con las manos atadas.
“Aprendemos mucho de cómo está actuando el virus en otras partes y deberíamos aplicar ese conocimiento aquí”, dijo Ali Mokdad, profesor de sanimetría en la Universidad de Washington en Seattle.
El coordinador de la respuesta de la Casa Blanca al COVID-19, el doctor Ashish Jha, se presentó en televisión el miércoles en la mañana para promover la aplicación de dosis de refuerzo de la vacuna y una renovada vigilancia.
Sin embargo, Mokdad dijo que los funcionarios federales de salud necesitan promover con mayor intensidad el uso de mascarillas en espacios cerrados, la detección temprana y los tratamientos antivirales aplicados con prontitud. “No están haciendo todo lo que pueden”, señaló Mokdad.
El desafío que enfrenta el gobierno, según la Casa Blanca, no es el mensaje, sino la disposición de la población para escucharlo, debido a la fatiga por la pandemia y la politización de la respuesta al virus.