Mientras los mercados bursátiles caen en todo el mundo, los operadores hablan de la posibilidad de un recorte de emergencia de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, después de que el banco central estadounidense dejara pasar la oportunidad de flexibilizar su política monetaria la semana pasada. Esto no solo es muy improbable, sino que sería contraproducente.
Esta caída de la renta variable es fundamentalmente una reducción del posicionamiento del mercado, no una respuesta a un shock económico. Muchos inversionistas se han dejado llevar por el apalancamiento excesivo, desde el endeudamiento barato en yenes japoneses con tasas de interés bajas hasta la persecución de la burbuja de las acciones tecnológicas, especialmente las relacionadas con la inteligencia artificial. Es su momento de Ícaro.
No hay nada defectuoso en la economía estadounidense, por lo que no hay justificación para que las autoridades monetarias intervengan y mitiguen las pérdidas de los tenedores de acciones sobreextendidas. La fabulosa “Fed put” —o la inclinación a intervenir durante las crisis, sirviendo de red de seguridad para apoyar la economía y los mercados financieros— es una herramienta que solo puede utilizarse en caso de emergencia, y aún no hemos llegado a ese punto.
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Los riesgos de una recesión en Estados Unidos han aumentado, pero una contracción está lejos de ser el escenario base. Las previsiones actuales de la Fed de Atlanta sobre el producto bruto interno (PBI) anticipan un crecimiento superior al 2% en el tercer trimestre, una repetición de la impresionante fortaleza del segundo trimestre.
El informe de empleo de julio publicado el viernes fue más débil de lo previsto por los economistas, pero los efectos del huracán Beryl hacen difícil discernir una tendencia preocupante, en lugar de un simple mes de aumentos de nóminas menos sólidos. La última temporada de resultados empresariales también ha sido bastante positiva en general, aunque con algunas excepciones.
Sin embargo, lo que probablemente sea una tendencia más sostenible es el descenso de los costos de endeudamiento de los gobiernos, después de que los inversionistas en renta fija hayan sufrido un par de años desastrosos de aumentos de los rendimientos de los bonos. En los últimos tres meses, el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años ha caído 100 puntos básicos, hasta situarse en torno al 3.75%, y la mitad de ese descenso se ha producido en las últimas ocho sesiones bursátiles.
No obstante, la curva de rendimientos de dos a diez años sigue mostrando una reversión de 26 puntos básicos, pero eso no es una alerta de recesión. Los bonos están reafirmando su lugar en la combinación de inversiones frente a la antaño omnipotente renta variable, una evolución gradual a medida que el panorama económico se vuelve más heterogéneo y los costos de endeudamiento restrictivos para controlar la inflación se hacen evidentemente menos necesarios.
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Los recortes de tasas de emergencia ocurren, pero son relativamente raros y solo se emplean cuando la economía se enfrenta a una convulsión repentina. El último par se produjo en marzo de 2020 en respuesta a la pandemia, cuando se bajaron las tasas de interés en 150 puntos básicos hasta cero, donde la tasa de los Fondos Federales se mantuvo durante dos años. Antes de eso, hubo varios durante la crisis financiera mundial.
Hubo un par de recortes de 50 puntos básicos dentro de las reuniones tras el estallido de la burbuja tecnológica de 2001, y un movimiento posterior tras las atrocidades del 11 de setiembre de 2001, pero la Fed ha aprendido duras lecciones de la percepción de que protege a los inversionistas de su propia exuberancia irracional.
La próxima reunión de la Fed se realizará el 18 de setiembre y el mercado de futuros ya ha descontado casi por completo un recorte de 50 puntos básicos. Aunque el presidente de la Fed, Jerome Powell, restó importancia a la perspectiva de un recorte inicial de tasas de gran magnitud en la conferencia de prensa del 31 de julio, es posible que esa opinión ya no sea válida.
La Fed es consciente de que ha mantenido tasas oficiales restrictivas durante demasiado tiempo. Pero no necesita reaccionar de forma exagerada, especialmente en un año electoral. Los ciclos de flexibilización monetaria suelen comenzar con un recorte de medio punto y esta vez puede estar justificado, pero en el momento y el lugar adecuados, en una reunión programada y no como respuesta de emergencia a una corrección retrasada del mercado bursátil.
Por Marcus Ashworth
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