Cuando la camionera Deb LaBree sale a carretera para entregar productos farmacéuticos, emplea una estrategia para reducir sus costos. Evita la costa oeste y el noreste, donde los precios del diésel son más elevados. Y organiza su ruta de entregas para minimizar los tramos que conduce sin carga.
Pero ¿qué pasa si una entrega está muy lejos o si no pueden pagar más por el combustible? Simplemente rechaza ese trabajo.
“Me rompe el corazón, porque tengo que decirles: ‘No, no lo puedo costear’ o ‘Sí puedo, pero va a tener que pagar parte del combustible que necesito para llegar hasta allá’”, comentó LaBree. “Odio hacer cualquiera de esas dos cosas, porque no es culpa del cliente. No es nuestra culpa”.
El precio del diésel se ha disparado en los últimos meses, incluso más que el de la gasolina regular, en especial después de que Rusia invadió Ucrania hacia finales de febrero. El ataque de Moscú obligó a varias naciones a rechazar el combustible ruso, retirando del mercado a una de las principales fuentes de petróleo, el componente principal del diésel, lo que causó un alza drástica en los precios.
Durante meses, los conductores han resentido los altos precios de la gasolina. Muchos tal vez no sepan que también están absorbiendo el impacto de un diésel mucho más caro. Eso se debe a que los productos que compran los consumidores, desde cereal y jugo de naranja hasta entregas de pañales por Amazon, son entregados en camiones, trenes o barcos que usan diésel. Esos precios inflados pasan de una compañía a otra hasta que llegan al consumidor, quien tiene que pagar por productos más costosos.
“La gente les pone menos atención a los precios del diésel porque las personas no lo compran en la gasolinera”, dijo Matt Smith, analista petrolero en la compañía de investigación Kpler. “Pero el diésel tiene un impacto mucho mayor y ya se resiente en todos los aspectos de la economía”.
El precio promedio nacional del diésel es de US$ 5.50 por galón (US$ 1.45 por litro), un aumento de 68% respecto al año pasado, cuando el galón costaba apenas US$ 3.27 (86 centavos por litro). En comparación un galón de gasolina regular promedia US$ 4.47 (US$ 1.18 por litro), un aumento de 41% respecto al año pasado.
Los altos precios de la gasolina han retrocedido un poco en las últimas semanas. Pero el diésel continúa elevado debido a que las refinerías estadounidenses operan casi al máximo de su capacidad.
A menos que los precios caigan, los efectos en cadena del elevado costo del diésel podrían empeorar debido a que los precios disuaden a algunas compañías transportistas de aceptar trabajos a menos que puedan convencer a los clientes de que paguen más por el combustible.
“Habrá más desabasto logístico”, dijo Phil Verleger, un veterano economista energético. “Los estadounidenses encontraran más anaqueles vacíos y precios más altos”.
Cuando no rechazan trabajos, muchos transportistas eligen cargas más livianas o trabajar más horas para compensar el dinero que pierden en combustible, según entrevistas con camioneros y ejecutivos de la industria. Los granjeros que cosechan heno y plantan maíz con tractores a diésel absorben un impacto financiero.
Las compañías transportistas están instalando sus propias bombas de combustible para reducir costos. En última instancia, son los consumidores los que cargan el mayor peso.
“Si eres un granjero, tus costos por energía son mayores, y por lo tanto te cuesta más producir cereales, lo que está aumentando su precio, y aumentando el precio de los alimentos”, dijo Smith.
Incluso más que la gasolina, los altos precios del diésel están magnificando los costos de los productos debido a que su costo de entrega ha aumentado. Los precios al consumidor aumentaron 9.1% en junio comparado con el año anterior, reportó el gobierno estadounidense la semana pasada. La porción del combustóleo del índice de precios al consumidor casi se duplicó respecto al mismo periodo del año pasado.
“Esos costos de energía se filtran hasta los productos, a todo tipo de productos de consumo”, subrayó Smith.
Debido a los altos precios del diésel, LaBree y su marido trabajan más horas para controlar los costos. Antes se quedaban en la carretera cuatro días y volvían a casa, a Missouri, tres. Ahora, dice, “tenemos que estar fuera cinco —a veces seis— días para compensar lo que hemos perdido de combustible”.
“A la mayoría de los camioneros les gusta pensar que estamos sirviendo a nuestro país, trasladando mercancías para que Estados Unidos siga funcionando”, dijo LaBree. “Pero, ¿en qué momento lo hacemos gratis? No puedo tener un negocio de esa manera”.