Algunos políticos en Estados Unidos han ideado una improbable solución al engorroso problema de la deuda nacional: acuñar una moneda de US$ 1 billón, hecha de platino, para dar liquidez al tesoro nacional e irritar a los republicanos.
Incluso los partidarios serios de la medida — que no son muchos — admiten que no es más que retórica. Sería una manera extraña dicen, de resolver un problema singular que podría tener severas consecuencias económicas si no se resuelve en los próximos días.
Pero pese a innumerables chistes sobre quién debería estar retratado en la moneda — ¿Chuck E. Cheese? ¿Donald Trump? — hay algunos estudios que fundamentan la idea. Por muy improbable que sea, lo cierto es que el gobierno tiene la autoridad de acuñar una moneda de un trillón sin necesitar la aprobación del Congreso.
¿Cómo es eso posible, si el secretario del tesoro no tiene la autoridad de imprimir billetes para cancelar deudas públicas? Se debe a una inusual ley de hace más de 20 años que permite al gobierno acuñar monedas de cualquier denominación, siempre y cuando sean de platino.
Sin embargo, la idea de ese entonces era permitir monedas conmemorativas para coleccionistas, no ofrecer una estrafalaria solución a una crisis fiscal.
Específicamente la ley dice que el secretario del tesoro tiene la autoridad de “acuñar y emitir monedas de platino o de compuestos del platino acorde con las especificaciones, diseños, variedades, cantidades, denominaciones e inscripciones aprobadas en cierto momento”.
Ha llegado ese momento, dicen los partidarios de la moneda. Sin embargo, tanto la secretaria del Tesoro Janet Yellen, como la Casa Blanca y políticos demócratas descartan la idea, al igual que lo han hecho gobiernos anteriores en crisis similares.
“Lo único más desquiciado que eso sería caer en un impago de la deuda por motivos políticos”, comentó el senador demócrata por Virginia Mark Warner.
Por su parte, Yellen ofreció esta reacción: “Lo que se necesita es que el Congreso demuestre que el mundo puede confiar en la capacidad de Estados Unidos de pagar sus deudas”. Una moneda de platino, señaló Yellen en entrevista con el canal CNBC, “no sería más que un truco”.
Pero otros discrepan.
“El hecho de que esa moneda no sea más que una maniobra de contabilidad es su fortaleza, no su debilidad”, expresó Rohan Grey, profesor de leyes fiscales de la Universidad Willamette.
“La idea de resolver un problema de contabilidad con una solución de contabilidad es totalmente lógica ... el mismo problema del tope de deuda podría verse simplemente como un truco de contabilidad mal diseñado”, escribió Grey en un estudio publicado en el Kentucky Law Journal este año.
El 18 de octubre vence el plazo para que Estados Unidos apruebe una extensión del tope de deuda, y hasta ahora ambos partidos están atascados en el Senado: Los republicanos se niegan a sumarse a los votos demócratas en lo que solía ser un ejercicio de rutina, y los demócratas son renuentes a usar solamente los votos propios.
Es por ello que algunos proponen esa solución inédita y audaz: crear una moneda de un 1 seguido por 12 ceros.
Pero incluso dicha solución presenta peligros: ¿Hubiesen querido los demócratas que un presidente como Donald Trump use ese truco para resolver sus propios problemas de liquidez? ¿Desean realmente sentar ese precedente para que lo usen futuros gobernantes?
Entre otras medidas extraordinarias bajo consideración está la de ignorar el tope de deuda, basándose en la 14ta Enmienda de la Constitución, según la cual “la validez de la deuda pública de los Estados Unidos autorizada por ley ... no puede ser cuestionada”.
La Casa Blanca ha examinado todas las opciones y “ninguna es viable”, declaró la secretaria de prensa Jen Psaki. “Es por ello que creemos que la única manera de resolver esto es mediante la acción del Congreso”.
El tope de deuda fue creado durante la Primera Guerra Mundial facilitar la emisión de bonos de guerra sin tener que pedirle autorización al Congreso cada vez. El Congreso simplemente tiene que atenerse al monto aprobado.
El levantamiento del tope ha sido hasta ahora una gestión de rutinaria, pues la deuda responde a gastos ya aprobados por el Congreso o mandados por ley. Hoy en día, el procedimiento se ha convertido en una herramienta de presión política.
El Departamento del Tesoro no puede introducir monedas en circulación, sólo la Reserva Federal (Fed) tiene esa potestad. En teoría, la moneda sería acuñada y depositada en el banco central, registrada en las cuentas del Tesoro y usada para pagar una larga lista de facturas.
En realidad, sin embargo, nadie sabe exactamente cómo funcionaría el proceso y qué problemas causaría, como por ejemplo las presiones inflacionarias. Los demócratas están renuentes a trastocar un proceso que durante generaciones ha servido de ejemplo para el mundo entero sobre cómo manejar el crédito.
La idea de una moneda de US$ 1 billón surgió inicialmente en el 2013 cuando el entonces presidente Barack Obama no lograba que los republicanos accedan al levantar el tope. Donald Marron, experto en políticas fiscales que fue director de la Oficina de Impuestos del Congreso, durante la presidencia de George W. Bush, opinó entonces que esa no era una idea magnífica, pero tampoco terrible.
“Los analistas han considerado una amplia gama de opciones para evitar un impago, entre ellas la de priorizar ciertos pagos, declarar inconstitucional el límite de deuda y vender temporalmente el oro depositado en Fort Knox”, declaró entonces Marron. “Todas estas opciones crean problemas prácticos, legales y de imagen. En medio de este lodoso conjunto de ideas, la moneda de platino brilla”.
No obstante, aclaró, es una idea comparable a una serie de televisión tonta y anticuada: “Carece de dignidad”.