La edad de Joe Biden ha sido durante mucho tiempo su talón de Aquiles, pero una investigación de un fiscal especial que sugiere que ni siquiera puede recordar cuándo murió su hijo la ha convertido en potente arma en su contra en un año electoral.
Las preguntas sobre la agilidad mental del presidente demócrata de 81 años ya ocuparon por estos días los titulares, con un episodio en el que confundió al actual presidente de Francia, Emmanuel Macron, con el fallecido Francois Mitterrand.
Pero ahora los republicanos se han abalanzado sobre el tema, que permite además evadir el hecho de que el exmandatario Donald Trump, de 77 años y quien probablemente enfrente a Biden en las presidenciales de noviembre, también presenta algunas lagunas.
Una serie de encuestas han mostrado que la edad de Biden es una de las mayores preocupaciones para los votantes estadounidenses. Tendría 82 años al comienzo de un eventual segundo mandato y 86 al finalizarlo.
Con una larga campaña por delante, el asunto se pondrá cada vez más candente, consideró Robert Rowland, profesor de Comunicación Política en la Universidad de Kansas.
“Tiene que convencer a la gente de que tiene las habilidades cognitivas y la fuerza”, dijo el académico a la AFP.
“Mi memoria es buena”
En su informe, el fiscal especial Robert Hur consideró que Biden no debe enfrentar cargos criminales por haber retenido documentos clasificados, pero sus comentarios sobre la pérdida de memoria del presidente, a quien describió como “un anciano bien intencionado y con mala memoria”, podrían ser un gran golpe para su aspiración de ser reelecto.
El propio Biden reaccionó airado poco después, en una alocución desde la Casa Blanca.
“Soy bien intencionado, soy un hombre anciano y sé lo que estoy haciendo. Soy presidente y pondré a este país nuevamente en pie”. “Mi memoria es buena”, afirmó muy enfadado de que el informe mencione que olvidó el día del fallecimiento de su hijo Beau. “¿Cómo diablos se atreve?”, dijo.
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Hur insiste en el reporte sobre las “facultades disminuidas” de Biden. Dijo que no podía recordar la fecha en que ocupó la vicepresidencia bajo el gobierno de Barack Obama (2009-2017) y que, además, no sería capaz de rememorar que su hijo Beau murió en 2015.
“Un hombre demasiado incapaz de rendir cuentas por la mala gestión de información clasificada ciertamente no es apto para el Despacho Oval”, estimó el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, cercano a Trump.
Y jugando con una frase del informe, el también congresista republicano Kevin Hern escribió: “Un ‘anciano bien intencionado y con mala memoria’ que tiene acceso a los códigos nucleares...”.
“Gratuitas”
Biden, un veterano político que comenzó su carrera como senador en 1972 y sufrió la trágica muerte de su esposa e hija en un accidente automovilístico, carga con un historial de equivocaciones y confusiones de lenguaje.
Esos episodios se han multiplicado en los últimos tiempos y, junto con una serie de tropiezos y caídas que se han vuelto virales en las redes sociales, han planteado dudas sobre su capacidad para un segundo mandato.
La Casa Blanca rechazó enérgicamente las críticas “inexactas, gratuitas e inapropiadas” del fiscal especial Hur.
Pero en sus declaraciones el jueves por la noche Biden se confundió nuevamente, y llamó presidente de México al mandatario egipcio, Abdel Fatah al Sisi.
Ha sido una semana difícil. El domingo, evocó una conversación con su homólogo francés Francois Mitterrand -fallecido hace casi 30 años-, en lugar del actual líder Emmanuel Macron. Y el miércoles mencionó que había hablado en 2021 con el excanciller alemán Helmut Kohl, fallecido en 2017.
Biden, que a veces tartamudea, también se mostró cansado mientras respondía el martes en la Casa Blanca preguntas después de un discurso sobre la crisis en la frontera sur con México.
“Esto sucede. Nos pasa a todos”, zanjó la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre.
De hecho, también le pasa a quien se perfila como su rival en las elecciones de noviembre: Trump.
Hace poco, el exmandatario republicano confundió a su rival para la nominación republicana, Nikki Haley, con la expresidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi. Pero en su caso, los votantes no se muestran preocupados.
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