Un 41% de los trabajadores de la construcción en Nueva York son indocumentados y debido a ello son a menudo objeto de explotación, discriminación, trabajo en condiciones peligrosas y racismo, según un estudio divulgado por el Centro de Estudios Migratorios.
“Era muy común que a veces saliéramos del trabajo dos horas después de nuestro horario laboral. No nos pagan esas dos horas” extras, señala un mexicano indocumentado, uno de los 16 entrevistados para el estudio “Subiendo la escalera: Obstáculos que enfrentan los inmigrantes en la industria de la construcción de la ciudad de Nueva York”, que cubrió el periodo del 2015-2019.
En ese periodo, los migrantes constituían el 44% en general de la fuerza trabajadora de la ciudad y el 63% de la industria de la construcción; de ellos, una mayoría eran hispanos y un 41% indocumentados.
La larga jornada de trabajo, que puede ser de entre siete de la mañana y ocho de la noche, les reporta un ingreso de US$ 120 y la respuesta del empleador para no pagar las horas extras es: “te estoy dando la oportunidad” de trabajar, de acuerdo con el obrero mexicano.
La situación no se denuncia por la necesidad de mantener a sus familias lo que se suma a que muchos desconocen las redes laborales formales, los sindicatos y los centros de trabajadores, especialmente cuando acaban de llegar a Estados Unidos.
El estudio, para el que se entrevistó además a sindicatos y organizaciones comunitarias, indica que indocumentados y otros inmigrantes con dominio limitado del inglés tenían más probabilidades de trabajar en la industria de la construcción, una labor con altas tasas de mortalidad en Estados Unidos.
Para el momento en que se hizo el estudio el ingreso promedio de un obrero de la construcción en Nueva York era de US$ 40,000 al año pero, para un trabajador nacido en Estados Unidos era de US$ 45,500 y para uno naturalizado de US$ 42,500.
La cifra es menor cuando se trata de un residente legal, de US$ 31,000 al año, mientras que el salario de un indocumentado se limita a US$ 30,100.
Los trabajadores nacidos en el extranjero miembros de un gremio ganaban un 64% más que otros inmigrantes que no están afiliados a un sindicato, de acuerdo con el estudio.
Los inmigrantes enfrentan también discriminación racial, tanto en sitios de trabajo donde hay sindicato como en los que no la hay, lo que ha mantenido a los albañiles de raza negra en posiciones de trabajo más bajas, donde hay que hacer un esfuerzo físico mayor.
Los puestos de trabajo más fácil y de supervisión se otorgaron a los blancos. Los inmigrantes no denunciaron la situación para poder encontrar más trabajo en el futuro.
Las mujeres entrevistadas aseguraron que es una industria en la que se enfrenta discriminación salarial, despidos injustos y acoso. Sin embargo, varios aseguraron que si bien existe sexismo en el sector, esta ha ido disminuyendo.
El estudio hace también recomendaciones tanto a legisladores como a los sindicatos para mejorar las condiciones de empleo de los inmigrantes.