EE.UU. y China están yendo más allá de las amenazas comerciales combativas y se están asestando mutuamente golpes regulatorios que podrían afectar numerosas industrias como la tecnología, la energía y los viajes aéreos.
Los dos países han incluido mutuamente a sus compañías en respectivas listas negras, han prohibido vuelos y han expulsado a periodistas. Las tensiones están empezando a inquietar a las empresas ante la posibilidad de un cambio del panorama comercial.
“Hay muchas industrias en las que las compañías estadounidenses han hecho apuestas a largo plazo sobre el futuro de China porque el mercado es muy prometedor y grande”, dijo Myron Brilliant, responsable de asuntos internacionales de la Cámara de Comercio de EE.UU. Ahora “están reconociendo el riesgo”.
China intentará evitar medidas que puedan resultar contraproducentes, dijo Shi Yinhong, asesor del gabinete de la nación y profesor de relaciones internacionales en Universidad Renmin en Pekín. Cualquier sanción a las empresas estadounidenses sería un “último recurso” porque China “necesita desesperadamente la inversión extranjera de los países ricos por razones económicas y políticas”.
Se espera que la presión se intensifique antes de las elecciones estadounidenses en noviembre. El presidente Donald Trump y el supuesto candidato demócrata Joe Biden se disputan quién adoptará una línea más dura sobre China.
Trump culpó a China por encubrir la pandemia de coronavirus, a la que ha llamado “gripe Kung”, ha acusado a Pekín de espionaje ilícito para robar secretos industriales y ha amenazado con una desvinculación total del país. Por su parte, Biden, ha descrito al presidente Xi Jinping como un matón, calificó la detención masiva de musulmanes uigures como inadmisible y acusó a China de prácticas comerciales depredadoras.
Y en Capitol Hill, los republicanos y demócratas han encontrado una inusual unidad en su oposición a China. Los congresistas están deseosos de tomar medidas contra Pekín por su gestión de COVID-19, por las transferencias forzadas de tecnología, abusos contra los derechos humanos y un mayor control sobre Hong Kong.
China ha rechazado reiteradamente las acusaciones de EE.UU. sobre su gestión de la pandemia, los uigures, Hong Kong, y el comercio, y ha criticado a la Administración Trump por socavar la cooperación global y buscar comenzar una “nueva guerra fría”. El ministro de relaciones exteriores de China, Wang Yi, dijo el mes pasado que su país no tenía interés en reemplazar a EE.UU. como potencia hegemónica, y agregó que EE.UU. debería renunciar a su “ilusión” de cambiar el país.
Ambas partes ya han tomado una serie de medidas regulatorias destinadas a proteger la cuota de mercado.
Estados Unidos cita preocupaciones de seguridad al bloquear la entrada de China Mobile Ltd., el mayor operador de telefonía móvil del mundo, en el mercado estadounidense. Está eliminando drones de fabricación china de las flotas del Gobierno y desalentado el uso de transformadores chinos en la red eléctrica. El Gobierno de Trump también ha tratado de limitar el alcance global de la empresa china Huawei Technologies Co., el mayor fabricante de equipos de telecomunicaciones del mundo.
Por su parte, China prohibió los vuelos de las aerolíneas estadounidenses al país durante más de dos meses y, después de que EE.UU. impusiera restricciones de visados a los periodistas chinos, expulsó a periodistas estadounidenses del país. También ha intensificado su escrutinio de las empresas estadounidenses. China ha dificultado durante mucho tiempo la entrada de las compañías de telecomunicaciones de EE.UU. a su mercado, ya que exige que los operadores extranjeros inviertan junto con empresas locales y requieren la autorización del Gobierno central.
Uno de los puntos más contenciosos ha sido la campaña de la Administración Trump para tratar de limitar el negocio de Huawei en Estados Unidos y presionar a los aliados para que eviten el equipamiento en sus redes.
Huawei estaba incluida en una lista del Pentágono, difundida la semana pasada, de compañías que dice son propiedad o están controladas por el Ejército de China, lo que las expone a un mayor escrutinio. El Ministerio de Relaciones Exteriores en Pekín acusó a la Administración Trump de “violar el principio mismo de economía de mercado que EE.UU. defiende”.
“Ahora estamos jugando en un campo mucho más amplio”, dijo Jim Lucier, director gerente de la firma de investigación Capital Alpha Partners. “No estamos hablando simplemente de ‘me cobra aranceles’ y ‘yo le cobro aranceles’. El campo de juego es prácticamente ilimitado”.