Al analizar los detalles del informe del índice de precios al consumidor de la semana pasada, la noticia fue buena: la presión inflacionaria continúa disminuyendo lentamente, mientras que comienza a parecer más realista que la economía pueda tener un “aterrizaje suave”, en el que la Reserva Federal pueda estabilizar los precios sin causar una recesión.
Desafortunadamente, todavía es demasiado pronto para dar por sentado este resultado tan deseado.
La Fed contará con los datos de los precios al consumidor de otro mes y más información nueva sobre otros indicadores antes de su próxima reunión de política monetaria, programada para septiembre. La inflación general bien podría ser un poco más alta para entonces, debido a los efectos de base que desaparecen de la lectura y al aumento de los precios de la gasolina. Pero la llamada inflación subyacente parece estar moviéndose en la dirección correcta. Si vuelve a caer en agosto, lo que parece probable, los inversionistas esperarán que la Fed detenga su ajuste monetario. Muchos apostarán a que el próximo movimiento de las tasas de interés, aunque aún falten varios meses, será a la baja.
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Sin embargo, sería prudente mantener una mente abierta. La razón principal es que el mercado laboral, aunque últimamente se está enfriando, todavía está ajustado según los estándares históricos. Combinar una inflación del 2% (meta de la Fed) y una tasa de desempleo del 4% o menos (en este momento es solo del 3.5%) sería todo un logro. Hay dos escenarios con las mayores probabilidades de ocurrir. Uno es que la política monetaria se mantenga lo suficientemente restrictiva como para vencer la inflación, pero que provoque una desaceleración más abrupta. El otro es que el endurecimiento monetario se detenga prematuramente, el mercado laboral se mantenga demasiado caliente y la inflación se estabilice en más del 2%.
La Fed ha prometido apropiadamente que no se conformará con una inflación superior a la meta, pero no ha dicho explícitamente cuán paciente está dispuesta a ser. Su “diagrama de puntos” más reciente proyectó una inflación interanual del 2.5% para el cuarto trimestre del próximo año y del 2.1% para finales de 2025, con una tasa de desempleo del 4.5%. Esta disminución suave y con un bajo costo para el empleo describe básicamente el aterrizaje suave esperado. Si pudiera lograrlo, el presidente de la Fed, Jerome Powell, merecería una medalla.
El problema es determinar cuál es el nivel que deben tener las tasas de interés para que eso suceda. La Fed no puede saber con certeza en un momento específico cuán firmemente su tasa de referencia está restringiendo la demanda. La llamada tasa neutral (también conocida como r-star) es la tasa que ni suma ni resta de la demanda agregada; varía según las condiciones económicas y sólo puede estimarse. Con una inflación subyacente de más del 4% y condiciones financieras más amplias que distan mucho de ser restrictivas, la tasa de política actual de 5.25% a 5.5% probablemente supere la tasa neutral, pero no por mucho. Si es suficiente para que la inflación vuelva a bajar al 2%, sigue siendo una pregunta abierta.
La Fed debe tener cuidado de no atarse las manos. Sin más avances claros sobre la inflación, no debería guiar a los inversionistas a esperar una pausa prolongada en el ciclo de ajuste ni mucho menos un movimiento en la otra dirección. Cualquier celebración todavía sería prematura.
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