Por Karl Smith
La economía de Estados Unidos fue más débil de lo esperado en el tercer trimestre, lo que es una mala noticia para cualquier estadounidense cuyo sustento dependa de un fuerte crecimiento económico y especialmente decepcionante para la Casa Blanca, que está luchando por tranquilizar a los votantes sobre el estado de la economía en medio del aumento de precios y una crisis histórica de suministros.
El crecimiento general en el tercer trimestre fue de 2%, un retroceso importante respecto de las tasas de 4.5% y 6.7% que registró el país en los dos primeros trimestres del año.
Sin embargo, si se analiza con mayor profundidad, el informe parece ser mucho mejor.
Para empezar, el indicador más completo del Gobierno federal de la demanda de toda la economía, las ventas finales a compradores nacionales, aumentó aproximadamente un 6.6%. Cabe destacar que está casi perfectamente encaminado a la tendencia prepandémica.
Esta medida, a diferencia de la cifra del PBI general, no se ajusta a la inflación. Por lo tanto, indica que las empresas, los consumidores y el Gobierno gastaron más, pero se llevaron a casa menos bienes y servicios debido a los precios más altos.
Además, la mayor parte de la caída de las compras reales se observa exactamente donde se esperaría: el sector automotor. Solo el descenso de las ventas de vehículos motorizados y sus repuestos recortó 2.7 puntos del producto interno bruto.
Esto sugiere que, sin la escasez de chips que sigue afectando a la industria automotriz, la economía habría registrado un crecimiento anual del 4.7% en el tercer trimestre, aproximadamente en línea con el ritmo de principios de este año.
Por su parte, el consumo de servicios de los hogares continuó repuntando, sumando 3.6 puntos al PBI real, frente a los 2.1 y 5.4 de los dos primeros trimestres del año. Eso sugiere que la economía continúa reequilibrándose de los confinamientos del invierno y la primavera pasados, que causaron un colapso en el sector de servicios y la correspondiente explosión en el consumo de bienes.
Quizás lo más importante es que la compensación de los empleados en empresas privadas creció a un sólido 9.2%, superando fácilmente el aumento de la inflación. Sorprendentemente, la compensación está ligeramente por encima de su tendencia prepandémica. Mientras ese sea el caso, las perspectivas de crecimiento seguirán siendo positivas.
Finalmente, los inventarios de los productores continuaron cayendo, como lo han hecho durante todo el año, lo que indica que la demanda reprimida se está liberando tanto entre las empresas como entre los consumidores. Este factor ayudará a impulsar el crecimiento económico durante el próximo año y con posterioridad a él.
En su conjunto, entonces, el informe es una señal de que la estanflación (crecimiento real negativo combinado con alta inflación) no es un riesgo. Para que eso suceda, tendría que haber un aumento de los precios junto con un poder adquisitivo estático o decreciente. Eso es lo contrario de lo que muestra este informe.
Sí, el crecimiento del PBI real se desaceleró drásticamente en el tercer trimestre. Pero la brecha está más que explicada por la escasez de oferta de automóviles. Al mismo tiempo, los consumidores y las empresas están en el proceso de reequilibrar el gasto de bienes a servicios, lo que provoca algunos cuellos de botella en la cadena suministro. Tan pronto como se eliminen, la economía de Estados Unidos estará lista para volver a un mayor crecimiento.