En su tintorería localizada entre los estudios de Warner Bros y Disney en Los Ángeles, Tom Malian se desespera: la doble huelga de actores y guionistas que paraliza a Hollywood ha dejado sus tendederos, y su registradora, vacíos durante semanas.
“Si no hay nadie en las oficinas, aquí no entra ropa, así de simple”, dice Malian.
El emprendedor dice que 70% de sus ingresos proviene de los empleados de estos estudios en la ciudad de oropel, por lo que la paralización de la industria es un batacazo.
“Las cuentas por pagar son las mismas, así como los gastos”, dice Malian, de 56 años. “Me pone a sudar”.
En un intento de compensar, Malian redujo la jornada laboral de sus ocho empleados de 12 a 9 horas por día.
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Pero el hombre anticipa que no será suficiente para equilibrar la contabilidad. “Si esto se extiende por varios meses, tendré que pensar cómo cubrir el alquiler y los gastos”.
Guionistas y actores abandonaron las mesas de negociación con los estudios y armaron piquetes frente a los estudios en protesta por mejoras contractuales que van desde incrementos salariales hasta la definición de temas cruciales para el futuro de la profesión como el uso de inteligencia artificial.
Primero fue el Sindicato de Guionistas de Hollywood (WGA) quien llamó a huelga hace 100 días. Casi tres meses después le siguió el Sindicato de los Actores de la Pantalla (SAG-AFTRA), que agrupa a 160,000 artistas desde estrellas hasta extras.
La paralización de la industria, el corazón económico de California, ha puesto contra la pared a proveedores como Malian.
“Todo el mundo está sufriendo”, dice el hombre mirando hacia los estudios que parecen pueblos fantasmas.
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“Sin salario”
La meca del cine estadounidense no veía una doble huelga desde 1960.
Justo cuando la industria parecía tomar rumbo luego del marasmo causado por la pandemia, las discusiones contractuales reavivaron el clima de incertidumbre en Hollywood.
Además de rodajes, fueron suspendidos la promoción de películas, alfombras rojas, estrenos e incluso la gala de los premios Emmy que debía realizarse en septiembre.
Desde restaurantes hasta floristerías y tiendas de ropa, son incontables los negocios que dependen de Hollywood en California, donde la producción de cine y televisión paga anualmente US$ 70,000 millones en salarios, de acuerdo con números de la estatal Comisión de Cine de California.
No hay estimativas de cuánto este paro le está costando al estado, pero especialistas recuerdan que la economía californiana perdió US$ 2,100 millones durante la última paralización de guionistas que duró 100 días entre 2007 y 2008.
Los desacuerdos entre guionistas y estudios, así como entre actores y estudios, podrían impulsar la doble huelga hasta finales de año, un escenario que pone a temblar al comercio local.
“De mis cuatro carros, sólo uno está operando”, dijo Boris Sipen, que administra un servicio de transporte privado. “Perdí 75% de mis ingresos”.
“Los conductores están en casa y sin salario”, agregó Sipen para quien los Emmy representan un amplio porcentaje de su facturación anual.
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“Sólo va a empeorar”
La preocupación es tal que alcanzó a la esfera política.
A finales de julio, el gobernador de California, Gavin Newsom, se ofreció a mediar la discusión contractual.
La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, también se puso a disposición y subrayó el viernes en un comunicado que la paralización “causó un efecto dominó en toda nuestra economía, así como en el estado y el país”.
“El impacto se extendió a todos los rincones de Los Ángeles (...) Es crucial que esto se resuelva de inmediato”.
Roxanne Schreiber, quien acabó de abrir una peluquería cerca de Warner Bros, concuerda.
“Esto sólo va a empeorar”, dijo la estilista de 39 años cuyas clientas pospusieron sus citas o dispensan tintes y peinados, limitándose, en el mejor de los casos, a los más económicos cortes de cabello.
Mientras decide qué hacer con el alquiler de su carro que vence en octubre, responsabiliza a los estudios por la dramática paralización.
“Todos sabemos que los estudios están lucrando con el modelo de streaming”, opinó Schreiber. “Y no lo están compartiendo”.
Fuente: AFP
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