El juicio penal contra Donald Trump, el primer expresidente de la historia de Estados Unidos que se sienta en el banquillo, arrancó este lunes en un tribunal de Nueva York, en plena campaña presidencial de 2024.
El juez instructor Juan M. Merchan, de origen colombiano, abrió el juicio y, una vez más, rechazó el pedido del magnate de 77 años de apartarse del caso.
Tras un debate sobre las pruebas a presentar, el magistrado se dirige al acusado para informarle de que “tiene el derecho de estar presente en el juicio, ¿entiende?”, a lo que Trump asiente con la cabeza.
También le advierte que puede ser declarado en desacato e ir a la cárcel si interrumpe los debates.
Para el republicano, virtual candidato de su partido para la presidencial de noviembre, el juicio es una “persecución política” orquestada por los demócratas para impedirle lograr su anhelado sueño de volver a la Casa Blanca.
“Esto es un asalto a Estados Unidos. Nunca había ocurrido nada parecido”, dijo el republicano a su llegada al tribunal donde será juzgado por ocultar un pago de US$ 130,000 a la exactriz porno Stormy Daniels para comprar su silencio sobre una supuesta relación extramatrimonial y proteger así su campaña de 2016, que finalmente ganó contra la demócrata Hillary Clinton.
El multimillonario no está acusado por el pago en sí para ocultar una relación sexual que él siempre ha negado, sino por haberlo disfrazado como gastos legales de la Organización Trump, la empresa familiar, lo que puede acarrearle una condena de hasta cuatro años de cárcel.
Sin embargo, la sentencia no sería obstáculo para que se presente a las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, en las que se enfrentará por segunda vez al demócrata Joe Biden, que le derrotó en los comicios de hace cuatro años. Ni siquiera para que ejerza la presidencia.
Selección del jurado
El juez, la fiscalía y la defensa iban a proceder a la selección de entre “500 candidatos potenciales” a los doce jurados y seis suplentes que tendrán la responsabilidad de declarar por unanimidad al magnate “culpable” o “no culpable”, un proceso que puede llevar varios días.
Los candidatos por sorteo tienen que responder a un minucioso cuestionario sobre sus simpatías políticas en una ciudad con el corazón mayoritariamente demócrata y, sobre todo, sobre su imparcialidad y capacidad para definir la suerte de uno de los políticos más influyentes de los últimos tiempos, tanto en Estados Unidos como en el mundo.
El millonario está acusado de 34 falsificaciones de documentos contables de la Organización Trump para camuflar como “gastos legales” los pagos realizados a Stormy Daniels, que adelantó de su bolsillo el entonces abogado de Trump y hombre de confianza, Michael Cohen, actualmente enemigo jurado y quien será uno de los testigos claves de la acusación.
El juicio tendrá que demostrar qué sabía Trump de dichos pagos, por los que Cohen ya fue condenado.
“Mucho en juego”
Este es uno de los numerosos frentes abiertos del magnate neoyorquino que amasó su fortuna en el sector inmobiliario y la construcción de los campos de golf que denuncia ser víctima de “una caza de brujas”.
El candidato republicano está también acusado de tratar de revertir los resultados de la presidencial de 2020 y de su gestión de documentos clasificados que se llevó a su casa cuando dejó la Casa Blanca.
“Lo que está en juego es mucho, porque Trump y sus abogados han logrado hasta ahora retrasar los (otros) juicios”, dice a la AFP Carl Tobias, profesor de derecho de la Universidad de Richmond.
“Nuestros enemigos quieren quitarme mi libertad porque nunca los dejaré que les quiten la suya”, dijo a sus seguidores el pasado sábado en un mitin en Pensilvania.
Fuera del tribunal, acordonado por la policía, un puñado de seguidores y de detractores del magnate se manifestaron a favor y en contra de este político cuyos problemas legales lejos de impactar su carrera fulgurante a la presidencia, parecen reforzarla entre sus incondicionales.