Más de 4,600 corales han sido trasplantados en las Islas Galápagos (Ecuador) tras haber sido criados en viveros, conocidos coloquialmente como “guarderías”, para repoblar el fondo marino del archipiélago, tras la grave mortandad provocada en años pasados por el fenómeno climático de El Niño.
En los periodos 1982-1983 y 1996-1997 dicho fenómeno causó “la mortalidad del 95% del tejido vivo” en los arrecifes de coral, debido al aumento anómalo de las temperaturas del mar en el Pacífico Este Tropical, insoportable para estas formas de vida.
Los restos de esa devastación pueden apreciarse en lugares como la bahía Rosa Blanca, de San Cristóbal, la isla más oriental del archipiélago, donde miles de fragmentos de esqueletos pétreos de corales cubren por completo una cala cercana, depositados por el mar con el paso de los años.
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Por ello, el Parque Nacional Galápagos (PNG) emprendió un proyecto de restauración de corales, indicó a EFE Estefanía Altamirano, guardaparque y analista de monitoreo de ecosistemas marinos del PNG.
En el vivero de corales del PNG, situado en Santa Cruz, la isla central del archipiélago, trabajan con dos metodologías: camas de mallas altas para corales masivos (que necesitan un sustrato fijo para crecer), y camas con cuerdas para los ramificados (que crecen con ramificaciones como una planta).
Y han colocado las líneas de coral en distintos niveles para conocer a qué profundidad se pueden adaptar mejor los corales. Del vivero llevan los corales a Punta Estrada, en la misma isla, donde había una gran comunidad, ahora reducida a “un parche”.
A los corales masivos les toma un año crecer de uno a tres centímetros, y a los ramificados, entre 8 a 10 centímetros, antes de ser trasplantados a Punta Estrada.
“Hemos trasplantado -dijo- alrededor de 128 fragmentos de cuatro especies en Punta Estrada”, un número aún bajo porque están concentrados en conocer qué especies son resilientes a cambios bruscos de temperatura.
Altamirano recordó que, debido a las altas temperaturas en 2023, hubo en varias zonas un “pequeño blanqueamiento”, y los corales perdieron sus vibrantes colores.
Segunda “guardería”
Durante el último año, la Fundación Jocotoco, dedicada la conservación, ha apoyado la creación de Reef Revival, liderada por el ecuatoriano Nicolás Dávalos, un proyecto en colaboración con la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), y apoyado por ReWild para restaurar el arrecife de coral de la isla Isabela, la más grande del archipiélago.
Paola Sangolquí, investigadora de Jocotoco, explicó a EFE que cultivan corales en viveros submarinos para trasplantarlos a su zona de origen cuando alcanzan un tamaño óptimo.
“En los últimos dos años se han trasplantado 4,500 corales” y se prevé sumar otros 2,500 que ahora están en el vivero, dijo.
“Situación estable”
El investigador británico Stuart Banks, de la estación científica de la Fundación Charles Darwin (FCD), dijo a EFE que la situación de los corales en Galápagos “es estable en este momento” tras los daños que sufrieron los de aguas someras por El Niño a inicios de los 80 y de los 90.
El científico recordó que, aún ahora, en muchas áreas ven “esqueletos viejos” de corales afectados en los mencionados años.
Monitoreos de los corales de Galápagos han revelado reacciones distintas en diferentes corales en aguas calientes (El Niño) y aguas más frías (La Niña): mientras “un coral sufre por el calor, otro está bien, y viceversa”.
Nuevos arrecifes de profundidad descubiertos
Banks se mostró preocupado por la desaparición de ciertas especies, pero, al mismo tiempo, se congratuló de que recientemente encontraron en las aguas más profundas de la reserva algunos arrecifes de corales prístinos, “que tienen miles y miles de años”, junto a los cuales han hallado acumulaciones de corales fósiles.
Con pruebas químicas sobre muestras de los corales de profundidad y de los fósiles, los científicos hacen varios estudios.
“Esto nos da una ventana de cómo fue el clima de nuestros océanos en el pasado para compararlo con lo rápido que está cambiando bajo escenarios de cambio climático hacia el futuro”, indicó.
Destacó la importancia de las reservas naturales para especies como los corales, que son de lento crecimiento, “muy vulnerables” y como ejemplo dijo que el ancla de un barco, “en un solo movimiento, puede destruir cientos de años de crecimiento, en un solo día”.
“Las aguas internacionales sufren, por no tener la atención, que nosotros hemos dado a un sitio como Galápagos”, señaló, por lo que ve en la ratificación del Tratado de los Océanos, suscrita el año pasado en el marco de la ONU, una herramienta para protegerlos.
Pero, hasta ahora, solo Chile y Palau han ratificado el tratado, y se requiere la firma de, al menos, 60 países.
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