El escepticismo sobre las vacunas se ha extendido a las mascotas. Más de la mitad de los dueños de perros en Estados Unidos han expresado su preocupación por vacunarlos, incluso contra la rabia, de acuerdo con un nuevo estudio publicado el sábado en la revista Vaccine. El estudio se produjo al tiempo que los movimientos antivacunas entre los humanos se disparaban a raíz de la pandemia del COVID-19.
“La vacilación sobre las vacunas caninas es generalizada”, dijo Matt Motta, uno de los autores del artículo y politólogo de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston que estudia el tema. “Nos sorprende bastante”.
Este no es el primer indicio de que las actitudes antivacunas han afectado a nuestros amigos peludos. Un estudio publicado en el Canadian Veterinary Journal en 2021 encontró una superposición entre el movimiento contra las vacunas infantiles obligatorias y los dueños de mascotas que se resisten a las vacunas. Otro encontró una relación entre personas escépticas ante vacunar a sus perros y las que creen que las vacunas causan autismo en los niños, un rumor falso que ha sido desacreditado durante mucho tiempo.
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Hoy en día se considera que las mascotas son un miembro más de la familia, por lo que las decisiones sobre el cuidado de su salud conllevan resultados igual de graves. Sin embargo, las consecuencias de no vacunar a los animales pueden resultar tan nefastas como las de los humanos.
Los perros, por ejemplo, son responsables del 99% de casos de rabia a nivel mundial. La rabia, que a menudo se transmite por mordedura, casi siempre es mortal para los animales y las personas una vez que aparecen los signos clínicos. Una caída en la vacunación contra la rabia podría constituir una grave amenaza para la salud pública.
En el nuevo estudio, los autores encuestaron a 2,200 personas y encontraron que el 53% tenía alguna preocupación sobre la seguridad, eficacia o necesidad de las vacunas caninas. A casi el 40% le preocupaba que las vacunas pudieran provocar que los perros desarrollaran autismo, una teoría sin ningún fundamento científico.
“Lo que esto demuestra es que el COVID cambió fundamentalmente la forma en que los estadounidenses ven las vacunas”, dijo Motta, coautor del artículo junto con su hermana, Gabrielle Motta, veterinaria en Pensilvania, y el politólogo Dominik Stecula de la Universidad Estatal de Colorado.
La mayoría de los estados exigen la vacuna contra la rabia tanto para gatos como para perros. Otras vacunas, como la del parvovirus, son fundamentales para la salud de los perros. Las tasas de vacunación de mascotas no se rastrean de la misma manera que se rastrean las tasas de vacunas infantiles en humanos, pero Estados Unidos no se considera un reservorio de rabia. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, cada año se reportan casos de rabia en entre 60 y 70 perros y más de 250 gatos.
La pandemia, junto con un movimiento político más amplio centrado en las vacunas, llevó el escepticismo a nuevos niveles. Menos del 80% de los estadounidenses cree ahora que las vacunas infantiles son importantes, en comparación con el 93% antes de la pandemia, según un análisis de abril de UNICEF que calificó la disminución de las vacunas infantiles como una situación de “alerta roja”.
Algunos estados y activistas han puesto en el reflector los mandatos de vacunación infantil exigidos para que los niños asistan a la escuela, mientras que las tasas nacionales de vacunación en jardines infantiles para algunas enfermedades han disminuido constantemente en los últimos dos años, según los CDC. El descenso de los niveles de vacunación, incluso antes de la pandemia, permitió que el sarampión reapareciera por primera vez en años.
“Vivimos en un mundo en el que los estados se plantean reducir los requisitos de vacunación”, afirma Motta. “¿Qué nos garantiza que las mascotas no serán la próxima frontera?”.
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