Casi el 40% de las personas que fueron hospitalizadas en Estados Unidos con la subvariante de COVID que circuló esta primavera estaban vacunadas y tenían dosis de refuerzo, lo que pone de manifiesto cómo las nuevas cepas han mutado para eludir con mayor facilidad la inmunidad que ofrecen las vacunas actuales.
Los hallazgos de los científicos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos subrayan la importancia de contar con vacunas contra el COVID que sean más eficaces para combatir las subvariantes ómicron.
Entre fines de marzo y mayo, cuando las subvariantes ómicron BA.2 y BA.2.12.1 eran dominantes en Estados Unidos, las tasas de hospitalización semanal aumentaron en todos los adultos, siendo los mayores de 65 años los más afectados. Aun así, el número total de hospitalizaciones se mantuvo mucho más bajo que cuando dominaba la variante delta el otoño pasado.
El número total de hospitalizaciones es un punto importante, dijo Abraar Karan, médico especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Stanford.
”Cuando uno mira quién está hospitalizado, es mucho más probable que esté vacunado porque muchas personas están vacunadas ahora”, dijo Karan. “La verdadera comparación es cuántas hospitalizaciones tenemos ahora frente a las del pasado, cuando la gente no estaba vacunada o no estaba al día con los refuerzos”.
Los científicos de los CDC descubrieron que las vacunas y los refuerzos eran más eficaces para mantener a las personas con infecciones de delta fuera del hospital que aquellas con variantes posteriores. La eficacia disminuyó ligeramente con la variante BA.1, y luego cambió significativamente con la BA.2, con una proporción mucho mayor de adultos hospitalizados que habían sido vacunados con al menos un refuerzo.
La inmunidad de las vacunas empieza a disminuir a los seis meses, por lo que estar al día con las vacunas es clave para estar totalmente protegido. Menos de la mitad de los estadounidenses ha recibido una vacuna de refuerzo.
Los adultos con al menos dos dosis de refuerzo se comportaron mejor que el resto de las personas cuando la BA.2 era dominante. La mayoría de los pacientes que fueron hospitalizados también tenían al menos una enfermedad subyacente. Los adultos no vacunados tenían más de tres veces más probabilidades de ser hospitalizados, pero las infecciones en vacunados seguían representando un número significativo de los casos graves de COVID, según los datos.
Los reguladores estadounidenses han presionado a Moderna Inc., Pfizer Inc. y BioNTech SE para que aceleren el desarrollo de refuerzos específicos de ómicron para su lanzamiento en setiembre.
Las farmacéuticas presentaron esta semana los primeros datos a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos para solicitar autorización de emergencia para las vacunas actualizadas destinadas a las cepas de virus BA.4 y BA.5. Los científicos y los fabricantes de vacunas ya están comenzando a pensar en vacunas de próxima generación que puedan proporcionar una protección más duradera contra más variantes.
Las conclusiones del nuevo informe también indican que, además de la vacunación, las personas con mayor riesgo de contraer COVID deberían recurrir a otras medidas farmacéuticas y no farmacéuticas. Esto incluye el fácil acceso a terapias como el medicamento antiviral Paxlovid de Pfizer y el remdesivir de Gilead Sciences, así como el Evusheld de AstraZeneca para personas inmunodeprimidas. Los científicos también señalan que el uso de una mascarilla puede ayudar a evitar que el usuario enferme.
Aunque el número de muertes por COVID es el más bajo desde julio pasado, en Estados Unidos se siguen registrando cientos de muertes cada día por COVID, según datos de los CDC.