Pregúntele a los mejores médicos de las ciudades más grandes de América Latina si confían en las cifras de coronavirus que proporcionan sus gobiernos y muchos le darán un veredicto lapidario: Ni de casualidad.
Es como “caminar a ciegas por el bosque, porque el número oficial de casos no es real”, dijo Francisco Moreno, director de medicina interna del centro médico ABC en Ciudad de México, sobre los datos de su país. “No sabemos en qué parte de la curva estamos”.
América Latina, con más de 620 millones de habitantes agrupados en una de las regiones más urbanizadas del mundo, pareció durante semanas, según los datos oficiales, haberse librado de lo peor de la pandemia. En conjunto, sus gobiernos han reportado alrededor de 40,000 casos y 1,560 muertes.
Pero entrevistas con casi una docena de profesionales de la salud en seis países muestran el panorama de una epidemia que, si bien aún no está fuera de control, carece de las pruebas suficientes y muestra poca información disponible.
Si bien gobiernos desde Europa a Estados Unidos han sido blanco de críticas por no implementar las pruebas lo suficientemente rápido, la falta de kits en América Latina eclipsa todo lo observado en las regiones más desarrolladas del mundo, y subraya el problema que enfrentan las naciones, a medida que todos compiten por obtener suministros médicos.
Hay problemas en toda la región. En Argentina, el Gobierno suma casos considerados negativos a través de exámenes médicos a los confirmados por las pruebas. Y en Venezuela, las directrices del Gobierno aún indican que las pruebas se deben realizar solo a aquellos que viajaron internacionalmente o tuvieron contacto con alguien que sea sospechoso de estar contagiado o que se le haya confirmado la infección.
Estos casos agregan evidencia a un grupo creciente de profesionales médicos que advierten que el brote ya puede ser mucho peor de lo que nadie se ha dado cuenta.
“Los casos están destinados a pasar desapercibidos”, dijo David Flora, jefe de residentes del Hospital Clínico Universitario en Caracas. “Y aquellos casos que omitimos crean nuevos casos que tampoco cumplen con los criterios”.
Con más de un tercio de las infecciones de América Latina, Brasil tiene 13,700 casos confirmados, pese a que solo se realizan pruebas a una tasa de 258 personas por millón de habitantes, según el sitio web de estadísticas Worldometer. México ocupa el peor lugar entre los países principales con solo 159 pruebas por millón de habitantes.
Según lo que se ha informado oficialmente, las curvas de crecimiento no son tan agresivas como las explosiones que sacudieron a Italia, EE.UU. y otros lugares. También ocultan lo que se sabe sobre un virus que se ha descrito como “insidioso”, debido al sigilo con el que se propaga.
Cerca del otro extremo del espectro se encuentra Ecuador, que realiza pruebas a alrededor de 740 personas por millón de habitantes. El presidente, Lenin Moreno, la semana pasada reconoció la gran brecha entre la realidad y los datos públicos cuando dijo que ciertamente tenían decenas de miles de contagios. El recuento oficial en ese país ese día era de 3.163.
En las aceras de la ciudad portuaria de Guayaquil han estado apareciendo cadáveres, al tiempo que los socorristas luchan por recoger los cuerpos. Gabriela Reyes dijo que hasta el viernes, ella y su familia no habían conseguido que nadie recogiera el cuerpo de su tío, que falleció el 28 de marzo.
“Está en la cama de mi abuela, en una habitación que se mantiene fresca con aire acondicionado”, dijo por teléfono.
La situación se ve exacerbada por debilidades profundamente arraigadas que han afectado a algunas naciones latinoamericanas durante décadas: sistemas de salud pública en ruinas, instituciones frágiles, y una tendencia a proporcionar información pública poco clara y a manipular las estadísticas.
Es posible, por supuesto, que la epidemia en América Latina no se esté comportando de la misma manera que en otras regiones. También puede ser que las órdenes tempranas de confinamiento hayan retrasado la propagación. Pero sin más pruebas y datos confiables, los entrevistados para esta historia dijeron que no hay forma de saberlo con certeza.
“Con el tiempo, llegará un día de ajuste de cuentas: el costo para la sociedad es mucho mayor que si las cifras son transparentes desde el principio”, dijo Julio Frenk, presidente de la Universidad de Miami y exministro de Salud de México. “Es crucial contar con esa información, por el bien de la población, para permitir que los trabajadores de salud pública hagan su trabajo, identifiquen los puntos críticos y tomen medidas”.
En Brasil, el Ministerio de Salud dijo por correo electrónico a fines de la semana pasada que la entidad no podía dar una cifra exacta de la cantidad de pruebas que se habían realizado, solo que se habían distribuido 54,000 kits de prueba RT-PCR de los más confiables. Se están distribuyendo más de los denominados test rápidos que controlan la presencia de anticuerpos en lugar de la presencia del virus y que no se consideran tan exactos.
La economía más grande de América Latina ha sido criticada porque su presidente, Jair Bolsonaro, ha minimizado continuamente la enfermedad y dijo que la Covid-19 era solo una “gripe”, mientras se enfrentaba a los gobernadores estatales que ordenaron cuarentenas.
“Nuestra capacidad para hacer pruebas a la población de 210 millones de habitantes de Brasil está muy por debajo de lo que se necesita”, dijo Eliana Bicudo, infecóloga y consultora médica de la Sociedad Brasileña de Infectología.
En México, al menos 44 turistas estadounidenses dieron positivo después de visitar Los Cabos en Baja California durante las vacaciones de primavera. Pero el recuento oficial de casos del estado en ese momento era solo de 18.
Colombia, Perú y Chile se encuentran entre los países que, según se dice, están manejando la crisis mejor que el resto. Carlos Enrique Trillos, epidemiólogo y profesor de medicina de la Universidad de Rosario en Bogotá, calificó la información divulgada por las autoridades como “rigurosa”.
Y Chile tiene la tasa más alta de pruebas con más de 2,200 por millón de habitantes, aunque también ha sido criticado por cambiar la forma como da a conocer las cifras.
Cristóbal Cuadrado, secretario técnico del Colegio Médico de Chile, señaló que el Gobierno no ha mostrado voluntad de ser transparente con los datos y que los métodos de presentación de informes del Gobierno cambian constantemente, a veces “de un día para otro”.