Los grandes cocineros franceses reclaman al presidente, Emmanuel Macron, la reapertura de los restaurantes, y se comprometen a adaptar sus locales para cumplir las medidas de seguridad contra la pandemia de la Covid-19.
“Pedimos que nos den un voto de confianza, que nos permitan demostrar que muchos de nosotros somos capaces de asumir nuestras responsabilidades”, asegura el cocinero Yannick Alléno, miembro del Colegio Culinario, que reúne a 1,800 chefs y 900 productores del país y que se define como garante de la gastronomía francesa.
Esa institución firmó este lunes una tribuna en el diario “Le Figaro” en la que pedía a Macron que les permitiera abrir sus locales, un gesto que llegó hasta el Elíseo, donde el presidente recibirá el jueves a una delegación de los chefs encabezada por el más emblemático de ellos, Alain Ducasse.
Será la oportunidad de mostrar al jefe de Estado sus propuestas, que reposan en la autorregulación, para adaptar sus cocinas y sus salas a la nueva situación creada por la pandemia.
“Queremos garantizar al presidente que podemos acoger a nuestros clientes en un marco adecuado y también mantener la seguridad del personal”, señala Alléno.
Macron advirtió que el próximo 11 de mayo, cuando está previsto que se ponga fin al confinamiento de la población, bares y restaurantes permanecerán cerrados.
"Escuchamos ese mensaje y nos dimos cuenta de que lo que necesita el Gobierno es garantías de nuestra parte. Y eso es lo que vamos a darle", recalca Alléno.
Los chefs están ultimando una guía de buenas prácticas que incluyen medidas destinadas a evitar que en sus locales se propague el virus.
Aumentar la distancia entre clientes, favorecer el pago telemático desde el momento de la reserva para evitar el contacto con los terminales de tarjetas de crédito y proponer un servicio de desinfección permanente de manos son algunas de esas iniciativas.
“No nos llevamos a engaño, sabemos que no podemos abrir nuestros restaurantes como antes. Debemos aprender a vivir con el virus, que ha venido para quedarse, al menos hasta que haya una vacuna. Lo que decimos es que estamos listos para afrontar ese reto”, explica el cocinero, al frente de varios restaurantes que lucen tres estrellas Michelin.
Alléno cree, además, que se pueden escalonar las reservas, de forma que la clientela llegue al restaurante de forma paulatina y lo haga en un ambiente más restringido, lo que permitirá mantener las distancias que eviten el contagio.
La idea será crear un sello que garantice que los locales están adecuados a la nueva situación, lo que permitirá a muchos de los 160,000 restaurantes que hay en Francia empezar a recibir gente.
Otros, aquellos que por sus características no puedan mantener una cierta distancia entre clientes o cuyos propietarios no quieran afrontar el esfuerzo necesario, deberán seguir cerrados.
“Nadie está obligado a tomar estas medidas. Debe ser una oportunidad, no una imposición”, sostiene Alléno.
El experimentado cocinero, que accedió en el 2007 a las tres estrellas Michelin, asegura que en cocina “la higiene es ya una norma esencial”, lo que facilitará que el personal cumpla con los “gestos barrera” que pide el Gobierno, como lavarse las manos de forma regular.
“Consideramos que es menos peligroso ir a cenar a un restaurante que juntarse varios amigos en el apartamento de uno de ellos. Nos comprometemos a que en nuestros locales se respeten las distancias”, indica.
Del sector de la restauración penden de forma directa un millón de empleos en Francia y muchos restaurantes no podrán subsistir si prosiguen con su persiana bajada, pese a las ayudas recibidas de la administración para afrontar este mal trago.