China ha detectado más de 253.000 casos de coronavirus en las últimas tres semanas y la media diaria va en aumento, según dijo el gobierno el martes. Los datos añadían más presión sobre las autoridades que trataban de reducir el daño económico al suavizar los controles que confinaban a millones de familias a sus hogares.
El Partido Comunista, que gobierna el país, prometió el 11 de noviembre reducir el impacto de su estrategia de “cero COVID” y hacer las medidas más flexibles. Pero una nueva oleada de brotes ha puesto a prueba ese propósito y grandes ciudades, como Beijing, han confinado distritos populosos, cerrado comercios y oficinas y ordenado a las fábricas que aíslen a su fuerza de trabajo del contacto exterior.
Eso ha avivado el temor a que un descenso en la actividad empresarial china pueda mermar un comercio global aún debilitado.
La media de casos diarios de la última semana era de 22.200 positivos diarios, el doble que la semana anterior, indicó el medio oficial China News Service, que citó a la Oficina Nacional de Prevención y Control de Enfermedades.
“Algunas provincias enfrentan la situación más grave y compleja de los tres últimos años”, indicó un vocero de la oficina, Hu Xiang, en una conferencia de prensa, según el CNS.
Las cifras de contagios en China son más bajas que en Estados Unidos y otros grandes países. Sin embargo, el gobierno se atiene a su objetivo de erradicar las infecciones y aísla a todos los casos, mientras que otros gobiernos han relajado las restricciones a los viajes y otras actividades y tratan de vivir con el virus.
El gobierno reportó el martes 28.127 casos detectados en 24 horas en todo el país, incluidos 25.903 sin síntomas. Casi un tercio, 9.022, estaban en la provincia de Guangdong, el corazón de una región manufacturera orientada a la exportación vecina a Hong Kong.
Los mercados globales cayeron el lunes en un clima de nerviosismo ante los controles en China y las declaraciones la semana pasada de un funcionario de la Reserva Federal estadounidense, sobre que las tasas de interés podrían subir aún más de lo previsto para contener la creciente inflación. La cotización era dispar el martes.
Los inversionistas “temen un descenso de la demanda como resultado de una economía china menos móvil entre temores de que habrá más confinamientos asociados al COVID”, dijo Fawad Razaqzada, de StoneX.
China es el mayor comerciante del mundo y el principal mercado de sus vecinos asiáticos. La debilidad de demanda de consumidores o fábricas puede perjudicar a los productores globales de petróleo y otras materias primas, procesadores de computadoras y otros componentes industriales, alimentos y bienes de consumo. Las restricciones que limitan la actividad en los puertos chinos pueden afectar al comercio global.
El crecimiento económico repuntó al 3,9% en comparación con el año anterior en los tres meses terminados en septiembre, por encima del 2,2% del primer semestre. Pero la actividad ya empezaba a descender de nuevo.
El gasto minorista se contrajo un 0,5% en comparación con octubre del año anterior, por debajo del crecimiento del 2,5% del mes anterior, cuando varias ciudades retomaron los controles contra los contagios. Las importaciones cayeron un 0,3% en un indicio de la tenue demanda de los consumidores, un descenso brusco desde el crecimiento del 6,7% en septiembre.
Por su parte, las exportaciones chinas cayeron en un 0,7% en octubre cuando la demanda de consumidores estadounidenses y europeos se redujo por los incrementos inusualmente altos de las tasas de interés por parte de la Fed y otros bancos centrales, que tratan de frenar una inflación en cifras récord de varias décadas.
La capital de Guangdong, Guangzhou, suspendió el lunes el acceso al distrito de Baiyun, donde viven unos 3,7 millones de personas, tras identificar focos de contagio en el lugar.
Guangzhou anunció planes la semana pasada para construir centros de cuarentena para casi 250.000 personas. La ciudad indicó que 95.300 personas de otro distrito, Haizhu, serían trasladadas a hospitales o centros de cuarentena.
El gobierno de Shijiazhuang, una ciudad de 11 millones de personas al suroeste de Beijing, dijo que las fábricas que quieran seguir operando deben imponer una “gestión de circuito cerrado”, el término oficial para que los empleados residan en sus centros de trabajo. Eso supone costes adicionales en comida y alojamiento.
Empresarios y economistas ven los cambios en controles antivirus como un paso hacia levantar los controles que aíslan a China del resto del mundo. Pero afirman que el objetivo de cero COVID debe mantenerse hasta la segunda mitad del año que viene.
Pese a las promesas de gobierno de medidas menos disruptivas, los empresarios son pesimistas sobre las previsiones, según un sondeo de investigadores de la Universidad de Beijing y la firma financiera Ant Group Ltd. El índice de confianza basado en respuestas de 20.180 propietarios de negocios cayó a su nivel más bajo desde principios de 2021.
Economistas y expertos en salud dicen que el gobierno tiene que vacunar a millones de ancianos antes de levantar los controles que mantienen fuera a la mayoría de visitantes extranjeros.
“No creemos que el país esté listo para abrir todavía”, dijo Louis Loo, de Oxford Economics, en un reporte. “Esperamos que las autoridades chinas sigan afinando los controles de COVID-19 en los próximos meses, avanzando hacia una reapertura más amplia y general posterior”.