La escasez de dólares es un problema de larga data en el país y está asociada a la desconfianza de los argentinos en su propia moneda por las sucesivas crisis. (Foto: iStock).
La escasez de dólares es un problema de larga data en el país y está asociada a la desconfianza de los argentinos en su propia moneda por las sucesivas crisis. (Foto: iStock).

¿Qué tienen en común un fabricante de papel higiénico, un veterinario, el dueño de una cafetería y un chef de sushi en ? El o, más bien, los dolores de cabeza que sufren para conseguirlo.

La escasez de dólares es un problema de larga data en el país y está asociada a la desconfianza de los argentinos en su propia moneda por las sucesivas crisis, sobre todo en períodos de inflación acelerada e inestabilidad política como la actual.

A fin de preservar el poder adquisitivo, los ciudadanos ahorran en esa moneda, mientras empresas e inversores dolarizan sus ganancias. El problema es que ahora no hay dólares para todos.

Con restricciones ya vigentes para comprar dólares para ahorro o viaje, el Banco Central limitó en junio el uso de divisas para la importación, una medida que está perjudicando a la industria, causando faltante de productos y aumentos de precios que empujan peligrosamente al país a una inflación anual de tres dígitos.

Daniel Rosato fabrica papel higiénico y de cocina en una planta situada en un suburbio al sur de Buenos Aires y en la que trabajan 140 empleados. Su producción está afectada por las dificultades para importar celulosa, la cual ya escaseaba por la guerra en Ucrania.

“Nosotros venimos advirtiendo que el Banco Central tiene un poder para permitir quién va a importar y quién no y poner límites a las importaciones. Y eso no es normal. Sabíamos que iba a generar problemas de faltantes”, dijo el empresario de 61 años. “Si no mejora, sabemos que estas restricciones van a caer en un proceso recesivo”.

La resolución oficial se tomó luego del aumento del índice que mide el riesgo de los bonos de la deuda de Argentina y un dólar que se disparó en el mercado de cambios informal por la desconfianza en el gobierno.

El trasfondo es la pelea que mantienen el presidente Alberto Fernández y su poderosa vicepresidenta y exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) por el rumbo de la economía.

Esta disputa derivó en la renuncia del ministro del área Martín Guzmán, afín al presidente, y su reemplazo por Silvina Batakis, una economista heterodoxa más cercana a la visión intervencionista de Fernández de Kirchner.

El Banco Central regula en la práctica el comercio exterior de Argentina ya que decide, según criterios de facturación e importancia del insumo, entre otros, cuántos dólares le libera a los importadores y en qué plazo.

Los importadores que acceden a estos billetes pagan 130 pesos por dólar. Si no cuentan con la aprobación de la autoridad monetaria se ven obligados a recurrir al llamado dólar contado con liquidación, un mecanismo legal por el cual pueden hacerse de divisas mediante la compra de acciones o títulos de deuda.

El problema es su cotización: 300 pesos por unidad. Esta diferencia de cotización encarece el insumo, reduce la producción y como efecto dominó provoca problemas de abastecimiento.

El café es otra materia prima que Argentina importa en su totalidad, con un consumo promedio de un kilo anual per cápita. El 70% de los argentinos desayuna con café.

“El café es un commodity que subió 120% en el último año y medio. Al darnos los cupos en dólares, compramos menor cantidad de café por los mismos dólares... hoy estamos trabajando con el stock al límite”, detalló Martín Cabrales, vicepresidente de la empresa familiar Café Cabrales. “Ha habido problemas (en el pasado), pero con estas restricciones tan altas nunca”.

El recelo del Banco Central con los dólares responde por un lado a un compromiso asumido por el país sudamericano de acumular unos US$ 5,800 millones en reservas como parte del acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en marzo para renegociar una deuda de US$ 45,000 millones. Y por el otro priorizar la importación de energía en invierno.

El analista económico Marcelo Elizondo, especializado en comercio internacional, sostuvo que “las restricciones básicamente son un modo de contener la elevación del tipo de cambio para que eso no afecte en la tasa de inflación”.

“Claramente la economía está muy afectada, empresas con problemas varios, límites al acceso de capital... por otro lado al agravar este régimen que todos consideran es insostenible y al ampliarse la brecha de cotización hay un enorme temor entre los actores económicos a que en algún momento este sistema deba ser cambiado y se acelere la inflación”, indicó el director de la consultora DNI.

Los analistas pronostican que será inevitable una aceleración de la inflación en julio, entre otras razones, por el impacto de las restricciones a las importaciones. La inflación de junio fue de 5.3% y acumula casi 36.2% en lo que va del año.

Un relevamiento del Banco Central de junio elevó la proyección de inflación para este año a casi 80%.

Juan Pablo Ravazzano, presidente de la Cámara Argentina de Empresas de Nutrición Animal (Caena), contó que desde hace dos semanas no se pueden importar “micro ingredientes” -vitaminas, minerales y aminoácidos, entre otros- imprescindibles en la dieta de los animales.

“Sacaron una normativa donde te están prohibiendo pagar lo que el mismo Estado te había permitido 15, 20 días atrás”, se lamentó. “Nunca nos pasó, yo tengo 20 años en esta industria y hemos pasado épocas críticas con gobiernos anteriores… pero ni siquiera en esos momentos tuvimos esta situación”.

Caena adelantó que en menos de un mes habrá faltante de alimento para mascotas en veterinarias y que a más a largo plazo provocará un aumento en la mortandad animal.

La metalúrgica familiar Metalcrom produce piezas para maquinaria agrícola y el sector petrolero con barras de acero y válvulas importadas. Un proveedor en Italia ya le advirtió que no está dispuesto a esperar los 180 días, el plazo que el Banco Central fijó para liberar los dólares.

“No hay ningún proveedor en el mundo que a la Argentina le preste a 180 días”, afirmó su dueño, Alejandro Bartalini, de 61 años. Lamentó que la industria “salió de la pandemia muy bien, con un crecimiento de 10%, pero estas medidas de restricción por falta de divisas pueden traer un declive en el crecimiento de la producción. Hoy estamos trabajando al 80, 90% de la capacidad productiva”.

Como en tantas otras crisis económicas a lo largo de su historia los argentinos recurren al ingenio para salir a flote.

El chef Sergio Asato, descendiente de japoneses, es propietario del restaurante Social Sushi Izakaya, especializado en sushi. El salmón, ingrediente fundamental del menú, se importa principalmente de Chile y en la última semana su precio aumentó 100%.

Como es imposible trasladar ese costo al precio final y por temor al cierre del restaurante, Asato y otros gastronómicos acordaron ofrecer sushi con variedades de pescado local como corvina, trucha, pejerrey y caballa, entre otros.