China decidió priorizar la economía y la metrópolis tecnológica de Shenzhen (sur) levantó este viernes parcialmente el confinamiento decretado por un brote de COVID-19, especialmente en su puerto, uno de los mayores del mundo y vital para el comercio.
La decisión de la ciudad de 17.5 millones de habitantes, situada a las puertas de Hong Kong, se produce después de que el presidente Xi Jinping llamara la víspera a “minimizar” el impacto de las medidas de prevención en la economía china.
China está experimentando su peor brote de coronavirus en casi dos años, con varios miles de nuevos casos positivos diarios en los últimos días, repartidos en una veintena de provincias, es decir, las dos terceras partes del país.
En respuesta, las autoridades han confinado a varias decenas de millones de personas en el país de 1,400 millones de habitantes.
El ministerio de Salud informó el viernes de 4,365 infecciones el día anterior, de las cuales 105 fueron en Shenzhen.
La ciudad meridional, que reúne a miles de fábricas de grandes nombres de la tecnología, fue colocada el domingo en confinamiento total después de la detección de casos de COVID-19, vinculados con la epidemia que asola Hong Kong.
El transporte público ya puede reanudarse, así como las administraciones y la actividad económica en cinco distritos de la ciudad, anunció el ayuntamiento el jueves por la noche.
Entre los distritos afectados figura el de Yantian, donde se encuentra uno de los puertos más grandes del mundo, con 10.5% de los contenedores utilizados por el comercio exterior chino.
En peligro
La supresión de las restricciones ilustra la preocupación de las autoridades por la actividad económica después de dos años de estrategia “cero covid”, que consiste en hacer todo lo posible (confinamientos, cuarentenas, rastreo de contactos, filtrado de fronteras) para impedir la aparición de nuevos casos.
Xi Jinping ordenó el jueves por la noche la continuación de esta política para “detener inmediatamente la propagación de los contagios”. Pero también llamó a “minimizar el impacto de la epidemia en el desarrollo económico y social”, mientras que Pekín anunció para este año su objetivo de crecimiento más bajo en 30 años (“alrededor de 5.5%”).
Uno de los principales proveedores del gigante informático estadounidense Apple, la compañía taiwanesa Foxconn, ya había indicado el miércoles haber reanudado una parte de su producción en Shenzhen.
Según las cifras oficiales, la estrategia “cero COVID” permitió en los últimos dos años limitar el número de enfermos a unos 125,000, 5,000 de los cuales fallecieron.
Desde la primavera del 2020, la vida es casi normal en el país, pero el brote de la variante ómicron está cambiando las cosas.
Del otro lado de la frontera con Shenzhen, et territorio semiautónomo de Hong Kong, también partidario de la política “cero COVID”, tiene una de las tasas de mortalidad por ómicron más altas del mundo, especialmente entre las personas mayores no vacunadas.
El Ministerio de Salud chino informó este viernes que apenas 51% de los mayores de 80 años en China continental habían recibido al menos dos dosis.
“La epidemia de Hong Kong nos ha dado una lección particularmente esclarecedora”, afirmó este viernes en una conferencia de prensa Wang Hesheng, viceministro de Sanidad.