En los cafetales del departamento de Antioquia (noreste de Colombia) nació hace años una tradición familiar que ahora se ha convertido en actividad económicamente sostenible en una tienda de Medellín: convertir lo que deja las cosechas del café en jabones y tazas biodegradables.
La ilusión de honrar la historia de su bisabuela María Antonia Alzate, una recolectora que propagó en tres generaciones el amor por el café, motivó al politólogo Juan David Murillo, de 23 años, a crear “Pujanza Café Gourmet”, un emprendimiento que busca trascender “aportando en la mitigación del cambio climático” y capacitando a jóvenes con cursos de barismo para que “se enamoren de este mundo”.
La agroempresa empezó en las montañas del municipio de Concordia, en la finca “La Manguita”, juntando su visión innovadora con el conocimiento de su tío Darío Jiménez, un caficultor con 30 años de experiencia.
“Mi familia toda la vida ha estado rodeada de café y quisimos tener nuestra propia marca para hacerle un homenaje a eso”, contó a Efe Murillo, quien dejó su profesión y se convirtió en barista certificado por la Asociación Internacional de Cafés Especiales (SCA).
Trascender del legado
Le costó convencer a su tío Darío, que estaba acostumbrado a vender las cosechas a una cooperativa. No quería transformar esos granos que cultivaba. Pero el nacimiento de “Punjaza Café Gourmet” se dio –según relata Murillo– el día que tostaron el café y descubrieron su sabor.
“Él nunca había probado su propio café, y llevaba más de 30 años cultivándolo. Me dijo: ‘No pensé que sabía así de bueno’, así que se animó mucho y se prestó para hacer la experimentación”, recordó el emprendedor.
Ya con la marca constituida, empezó la distribución del café en varios municipios de Antioquia y lograron exportar en pequeñas cantidades a países como Polonia y Bélgica, después de haberlo dado a conocer en la tienda que abrieron en Medellín, un proyecto que surgió “por cosas de la vida”, donde turistas extranjeros disfrutan de esta popular bebida.
Junto a su mamá, Paola Andrea Arias, y con la asesoría y créditos de la Corporación Interactuar, que atiende a cerca de 49,000 microempresarios colombianos, lo convirtió en un rincón acogedor que también rinde tributo a la tradición familiar y fue el escenario para adentrarse en el propósito de mitigación del cambio climático y economía circular.
Y de ahí comenzó el giro: “Nos empezamos a preguntar qué podíamos hacer nosotros con los residuos de la tienda, con lo que quedaba de las preparaciones”, comentó Murillo.
Su mamá y socia tuvo la idea de sacar unos jabones hechos con café que fueran exfoliantes. Hicieron pruebas y los resultados fueron positivos. Y empezaron a replicar conceptos que manejan con las bebidas: “Tenemos, por ejemplo, un jabón capuchino que tiene leche, café y canela”, explicó.
Con un familiar apicultor se aliaron para vender miel, polen y jalea real, además de utilizar los excedentes de esos procesos en la fabricación de más jabones.
Apuesta por la economía circular
El gran salto de “Pujanza” y la finca “La Maguita” en la gestión de residuos lo dieron con ClickGreen Colombia, un proyecto que busca incentivar la economía circular vinculando especialmente a productores de café y tiendas de café a partir de la recolección de subproductos, desechos y reciclaje para crear iniciativas rentables.
Con ellos empezaron a fabricar los mugs (tazas) biodegradables, hechos de un compuesto bio-basado de celulosa de fibras naturales, que son comercializados en la tienda y en el sitio web.
“Creamos utensilios a partir de residuos que nos quedan de las cosechas, residuos contaminantes y subproductos del café”, precisó Murillo, quien trabaja en una nueva propuesta amigable con el medio ambiente tras conectarse con una empresa que fabrica bolsos con costales de café reciclados.
“Queremos seguir creando alianzas con ese tipo de empresas para trabajar conjuntamente en proyectos de economía circular y darle una segunda vida a las cosas”, comentó el emprendedor.