Los disturbios antigubernamentales en Chile que comenzaron como una protesta contra un aumento de 4 centavos de dólar en las tarifas del metro muestran una señal de advertencia en Brasil, la mayor economía de América Latina.
El vicepresidente Hamilton Mourão dijo que la agitación en Chile sirve como un recordatorio para que la región se preocupe de sus compatriotas más vulnerables, incluso mientras busca mantener la disciplina fiscal. El mismo Brasil experimentó grandes protestas hace seis años por un problema similar, en su caso, por un aumento en el precio de los boletos de autobús.
“No podemos ser solo liberales y estatistas; tenemos que ir al centro”, dijo el miércoles Mourão, líder interino del país mientras el presidente Jair Bolsonaro viaja al extranjero, en una entrevista en Brasilia. “Tenemos que tomar medidas para que la productividad crezca, pero debemos estar pendientes de los problemas sociales que tienen todos nuestros países”.
Chile, considerado un ejemplo de estabilidad económica en una de las regiones más volátiles del mundo, ha enfrentado el peor trastorno social desde su regreso a la democracia hace tres décadas. La protesta contra el aumento de las tarifas del metro se ha transformado en un malestar mayor por la desigualdad social y la calidad de los servicios públicos como pensiones, atención médica y educación. Quince personas han fallecido y miles han sido arrestadas desde que comenzaron las manifestaciones la semana pasada.
Mourão dijo que si bien Chile disfrutaba de una economía relativamente fuerte —es una las naciones más ricas de Sudamérica— carecía de servicios públicos sólidos. A medida que evoluciona la economía mundial, cualquier chispa puede desencadenar grandes protestas como las que Brasil enfrentó hace años, dijo.
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, intervino para apaciguar a los manifestantes, aunque no está claro si sus propuestas son suficientes para calmar los disturbios. Planea aumentar el máximo del impuesto sobre la renta, elevar las pensiones básicas, introducir un ingreso mínimo garantizado y un seguro para gastos de salud, y controlar los precios de los servicios públicos.
Las observaciones de Mourão destacan el dilema que enfrentan muchos gobiernos al promulgar medidas de austeridad para organizar niveles de deuda cada vez más insostenibles, a medida que el crecimiento se desacelera a nivel mundial. En Brasil, la agenda proempresarial de la reforma de pensiones e impuestos del ministro de Economía, Paulo Guedes, ha luchado hasta ahora para impulsar una economía débil.
“Estamos finalizando la producción industrial en masa y nos estamos incorporando en la economía del conocimiento, a medida que los empleos se desvanecen, otros empleos están llegando”, dijo Mourão. “Esto hace que la gente esté muy ansiosa, la gente le teme esto, está enojada porque el estado no puede proporcionar lo que debería proporcionar”.
Sin embargo, Mourão dijo que el desafío para Brasil es reducir aún más el tamaño del estado con el fin de liberar recursos para invertir en infraestructura y programas sociales.
Dudas de Bolivia
Mourão también dijo que Brasil está “profundamente preocupado” por la situación en Bolivia, donde el presidente Evo Morales parece estar encaminado para conseguir un cuarto mandato consecutivo, a pesar de las protestas y las denuncias de fraude después de las revisiones a un recuento preliminar de votos misteriosamente suspendido por 24 horas.
“En mi opinión, esta reelección del señor Evo Morales fue un tanto forzada”, dijo, cuestionando el intento del presidente para presentarse nuevamente a pesar de las normas constitucionales que le impiden buscar otro mandato.
Morales declaró su victoria el miércoles en la disputada votación y dijo que existe un complot golpista de sus oponentes, con apoyo internacional. Su margen se ha ampliado gradualmente a medida que se cuentan los votos finales de las zonas rurales. Sin embargo, la Organización de Estados Americanos criticó a las autoridades electorales de Bolivia por su incompetencia en las elecciones presidenciales y solicitó una segunda vuelta en diciembre.
Aunque señaló que Brasil no interferiría en los asuntos internos de Bolivia, Mourão dijo que está monitoreando la situación y expresó su preocupación por los disturbios sociales en el país andino que es un gran proveedor de gas natural a Brasil.