Brasil pretende romper el monopolio del Gobierno sobre la generación de energía nuclear para permitir el ingreso de fondos privados a un sector que prácticamente no ha recibido inversiones en las últimas tres décadas, según el ministro de Minas y Energía del país.
Una propuesta de enmienda constitucional se enviará al Congreso en el primer semestre del año para permitir a las empresas privadas extraer uranio y generar energía nuclear, señaló Bento Albuquerque en una reciente entrevista.
“No tiene sentido mantener el monopolio público de los minerales nucleares”, dijo, y agregó que “tanto el sector público como el privado pueden beneficiarse enormemente”.
Brasil actualmente tiene dos centrales nucleares, Angra 1 y Angra 2, responsables de solo 3% de la matriz energética del país, la cual está dominada por fuentes hidroeléctricas. Pero Albuquerque, un almirante de la armada y entusiasta de la energía nuclear de larga data, señaló que el potencial del país para la energía nuclear es grande y que se pueden construir nuevas plantas más cerca de las áreas consumidoras.
El ministro afirmó que un proyecto clave que necesita una alianza es la central nuclear Angra 3 en el estado de Río de Janeiro. Las obras comenzaron en la década de 1980, pero escándalos de corrupción y problemas financieros paralizaron la construcción.
Le ha costado 10,000 millones de reales (US$ 1,800 millones) a las arcas públicas, y el ministro señala que son necesarios otros 15,000 millones (casi US$ 2,700 millones) para completarla. La eléctrica estatal Eletrobras, que el Gobierno ha estado luchando por privatizar desde el 2017, es responsable de Angra 3, pero no tiene fondos para realizar inversiones.
Una vez que esté concluida, Angra 3 podría ser administrada por una empresa privada, dijo Albuquerque. El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, BNDES, está trabajando en el formato de la alianza público-privada para terminar la construcción y el modelado se espera para el primer trimestre de este año.
El ministro dio a conocer el año pasado un plan para construir ocho nuevas centrales nucleares para el 2050 a través de alianzas público-privadas, una vez que el Congreso apruebe el fin del monopolio del Gobierno en el sector.
Las centrales hidroeléctricas son responsables de más de 60% de la matriz energética de Brasil, lo que hace que el país cuente con una de las redes energéticas más limpias del planeta.
Sin embargo, las líneas de transmisión son un problema para un país de proporciones continentales. Hoy, las mayores instalaciones hidroeléctricas están ubicadas en el norte de Brasil, mientras que la mayoría de los consumidores se encuentran en las regiones sur y sureste.
El cambio climático no ha ayudado. Una sequía en el 2020 dejó los embalses del país en su nivel más bajo de los últimos 90 años, lo que generó preocupación por una crisis energética en el 2021 que podría poner en peligro una recuperación económica ya incierta.
Aun así, el Gobierno no ve riesgo de un apagón, dijo Albuquerque, porque Brasil tiene otras fuentes de energía, como la eólica, el petróleo y el gas.