En la reunión entre los presidentes de Estados Unidos y China, Joe Biden y Xi Jinping, no hay detalle que se haya dejado a la improvisación.
Durante meses, ambas partes negociaron minuciosamente cada aspecto, desde el ángulo en el que iba a ser filmado Xi hasta la vista desde la ventana de su vehículo mientras transitaba por las calles de San Francisco, dijeron a EFE fuentes familiarizadas con la planificación del evento.
Incluso el lugar del encuentro, el primero de los dos líderes en un año, se mantuvo en secreto hasta solo horas antes de que se produjera. La Casa Blanca durante días se había limitado a decir que se trataba de un lugar en la bahía de San Francisco, una extensa área que incluye varias zonas urbanas.
La ubicación seleccionada para el cara a cara fue la mansión campestre “Filoli”, situada a unos 40 kilómetros de San Francisco y reconocida por ser uno de los escenarios de la serie ‘Dynasty’ (Dinastía), marcada por la competencia entre los clanes millonarios Carrington y Colby por el control del sector petrolero global.
La mansión fue elegida por su discreción: está rodeada por aproximadamente seis hectáreas de jardines inspirados en el Renacimiento inglés y estos, a su vez, se encuentran en un terreno de otras 260 hectáreas, por lo que la privacidad está asegurada.
De esa forma, las dos partes se garantizaban que Biden y Xi pudieran hablar con tranquilidad, sin tener ni siquiera que ver a los manifestantes que han emergido en los últimos días en las calles de San Francisco con consignas en defensa de los derechos humanos en China, pero también con otros reclamos en favor de la defensa del medioambiente o contra la guerra en Gaza.
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La parte china fue especialmente exigente en sus requisitos para que Xi no tuviera que ver esas protestas ni siquiera cuando se desplazara en auto por San Francisco, indicaron a EFE las citadas fuentes familiarizadas con la planificación del evento.
En lugar de manifestantes, es probable que Xi solo vea desde su vehículo banderas chinas que aparecieron este miércoles por la mañana colgadas en las vallas que rodean el centro de convenciones Moscone, escenario de la semana de alto nivel del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en San Francisco, que concluirá el viernes.
La reunión, de hecho, podría haberse celebrado en ese centro de convenciones, donde esta semana ya se han reunido algunos ministros de las 21 economías de la APEC.
Sin embargo, las insípidas salas del recinto no eran suficiente para un encuentro de estas características, en el que ambos líderes buscan reforzar su imagen a nivel doméstico y también internacional, demostrando al mundo que pueden verse cara a cara con uno de sus mayores contrincantes.
Todos los aspectos de la cumbre fueron objeto de debate, desde el lugar del encuentro hasta la agenda, pasando por el menú de la comida de trabajo que compartirían los dos líderes.
La Casa Blanca no ha revelado ningún detalle sobre la comida, y al ser preguntado al respecto este miércoles, el portavoz John Kirby respondió con cierta sorna: “No sé ni lo que voy a comer yo, no tengo tantos detalles”.
Biden y Xi mantienen una larga relación personal, ya que se conocieron cuando ejercían como vicepresidentes de sus respectivos países.
En 2011, cuando Xi parecía destinado a convertirse en el próximo líder de China, Biden viajó al país asiático para conocerlo, ambos compartieron varias cenas en distintos lugares de China y juntos visitaron un instituto afectado por un terremoto en 2008.
Xi recordó esa visita este miércoles en las declaraciones al inicio de la reunión y dijo: “Todavía recuerdo nuestras interacciones de entonces de manera muy vívida y siempre me provocan muchas reflexiones”.
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