Waldo Mendoza acaba de publicar el artículo “Del neoliberalismo al borde del precipicio ¿Qué nos pasó?”, en la PUCP. Entre otros objetivos, plantea explicaciones a los primeros meses del Gobierno de Pedro Castillo. Sobre el tema y las perspectivas de la economía, Gestión conversó con el exministro, quien días atrás reapareció con una carta al presidente, publicada en este diario.
¿Cómo percibe la situación de la economía peruana?
Antes de responder, es importante dejar en claro algunos conceptos básicos. Lo primero y más importante es hacer que la economía crezca sostenidamente. Cuando eso ocurre, el fruto de ese esfuerzo se reparte entre salarios, ingresos para los informales, beneficios de las empresas e impuestos. Entonces, no hay que subestimar el crecimiento económico.
Y en el Perú esta torta, la producción, ha crecido de una manera impresionante en las últimas tres décadas de “neoliberalismo”, mucho más que en muchos países de América Latina, lo cual ha tenido impactos importantes en otras variables (ver cifras y gráficos).
En esa línea, ¿qué hay que buscar?
El tema es cómo crece la economía sostenidamente.
¿Cómo se logra el objetivo?
La torta (el PBI) la producen los empresarios (mypes, medianos y grandes) y la hacen crecer de manera sostenida invirtiendo. Para ello necesitan cierto ambiente de estabilidad y buenas perspectivas. Y en ese punto hay un primer problema cuyos efectos no se notan aún en el corto plazo, pero se van a percibir en los siguientes años.
¿Cuál es ese problema?
Es la incertidumbre. De alguna manera, el Perú de estos primeros cuatro meses del presidente Castillo es muy parecido al Perú de Alan García Pérez del primer semestre de 1990, cuando había una hiperinflación que llegaba a 50% mensual.
¿En qué se parecen?
En ese momento el empresario no pensaba en 1991 o 1992 porque no tenía ni la más remota idea de cómo iba a estar la economía en los siguientes años, sino que estaba muy preocupado del mes próximo. Actualmente, los empresarios, de cualquier tamaño, están en una situación muy parecida en el sentido de que no tienen idea de cómo estaremos en enero del 2022, ni en los próximos años. No saben si habrá cambios en la Constitución, por ejemplo, en el capítulo económico.
Y esa parálisis se refleja en la caída de la inversión privada…
Cuando hay una hiperinflación, o incertidumbre, te nubla la vista sobre el próximo año, o en los próximos. Te paralizas, y no sabes qué hacer.
En términos de las perspectivas empresariales de inversión, el golpe de la incertidumbre política ya ha sido duro y está recogido en la encuesta del BCR de noviembre, donde el 80% de indicadores de las expectativas empresariales está en rojo.
Otro impacto ha sido la fuga de capitales de corto plazo del país, que se ha producido en los tres primeros trimestres de este año (unos US$ 15,000 millones, ver gráfico), que significan como 8% del PBI, la más grande de la historia desde que se tienen registros.
Entonces, ¿cuál es la situación de la economía peruana?
El tan criticado “neoliberalismo”, que permitió hacer crecer la torta de una manera impresionante, había dejado una secuela de problemas pendientes que la pandemia hizo evidentes.
El camino era resolver esos problemas, pero sin parar la economía, y lo que estamos haciendo es generar problemas por gusto: la fuga de capitales, el nerviosismo de los empresarios y nos estamos pasando el tiempo resolviendo esos problemas que el mismo Gobierno produce. Y todo sucede en un entorno en el que las condiciones internacionales son las mejores del último medio siglo.
Se refiere al nuevo boom de precios de los minerales…
A los términos de intercambio (relación entre los precios promedio de exportaciones e importaciones) que estarán este año en su nivel más alto desde 1974. Esta variable, que no controlamos, mide la suerte de los gobernantes. El presidente Castillo es el gobernante con más suerte desde 1974.
En este contexto, ¿qué perspectivas ve para la economía?
En términos de la figura de un velero en altamar, que tiene un piloto y enfrenta los vientos. La economía peruana se parece mucho: para seguir creciendo sostenidamente necesita un buen modelo de desarrollo económico (velero), una buena gestión pública (pilotos) y un poco de buena suerte (condiciones internacionales). Esto último está, salvo la inflación que está ocurriendo en el mundo.
¿Y el modelo económico?
Desde la campaña electoral, y ya en la Presidencia, había la sensación de que el Gobierno del presidente Castillo quiere cambiar el modelo económico, pero no tenemos ni la más remota idea de cuál es ese otro modelo. La señal clara de que quiere cambiarlo es que quiere cambiar la Constitución a través de una Asamblea Constituyente, tal como lo planteó Castillo en Pampa de la Quinua el 10 de noviembre pasado. Entonces, el modelo económico está en jaque, quieren reemplazarlo por no sabemos cuál. Pero el solo hecho de poner en jaque paraliza la inversión privada.
Y en cuanto al piloto, ¿cómo analiza la situación?
Tenemos serios problemas. El presidente Castillo, que es el jefe de los pilotos, no nos dice con claridad qué es lo que quiere hacer con el Perú. La gestión pública en general está mal, incluso hay errores que se están gestando.
Yo no he visto en la historia reciente a ministros y viceministros con la (baja) calidad de algunos de los que ahora tenemos. Solo nos queda la suerte: las condiciones internacionales, que están buenísimas.
¿Cómo vislumbra el primer trimestre del 2022, dado el alto nivel de incertidumbre que persiste?
En los últimos 15 años hemos estado plagados de incertidumbre política, pero no implicaba incertidumbre sobre política económica. Esa es la gran diferencia con la situación actual.
Si no se disipa esta incertidumbre política asociada a la incertidumbre de que no sabemos qué van a hacer con la política económica, con el modelo de desarrollo, y se extendiese a los cuatro años y medio que restan (y yo estoy completamente convencido de que su elección ha sido transparente y que debe continuar los cinco años), tendríamos al peor Gobierno de la historia contemporánea, sin ninguna duda.
¿Cuál sería la solución?
La incertidumbre del último semestre del primer gobierno de García desapareció cuando matamos la causa: la hiperinflación. La fuente de incertidumbre actual es básicamente política. Casi el 100% de los problemas económicos que enfrentamos en los últimos meses se deben a la gestión presidencial. El presidente Castillo en este momento está en una situación privilegiada, pues solo él puede matar esa incertidumbre.
¿Cuál es el plazo máximo que tiene Castillo para rectificar, pasado el cual ya no habría punto de retorno?
Nuestra economía es sólida y muy resiliente que hace que no se note la amenaza de cambiar totalmente el modelo, ni el tema de la mala calidad de la gestión pública. Podríamos tener cinco años de mediocridad, sin caernos al abismo, por la fortaleza económica que hay.
Entonces, podríamos terminar en una especie de equilibrio con mediocridad, pero no debemos conformarnos con ello. Los problemas que estaban pendientes tras tres décadas de “neoliberalismo” se pueden solucionar sin ningún problema, pero nos han puesto el problema de la incertidumbre política enfrente que no nos deja siquiera discutir temas de largo alcance.
¿Qué no debe hacer este Gobierno en el corto plazo?
Hay que evitar tomar decisiones de corto plazo que nos puedan traer problemas en el largo plazo. Por ejemplo, la idea de que el Banco de la Nación (BN) otorgue créditos a las mypes me parece descabellada; la idea de poner a los fertilizantes en el FEPC, me parece malísima.
LAS CLAVES
- PBI. El producto del 2021 será, en términos reales, 3.6 veces más que el PBI de 1990, con lo cual han aumentado los salarios, ingresos para los informales, beneficios de las empresas e impuestos.
- Recaudación. Los ingresos tributarios del 2021 serán 16 veces los registrados en 1990, en términos reales.
- Gasto público. También se ha incrementado. Así, en el 2021 será 18 veces el nivel que se tenía en 1990.
“A este paso los panes también van a entrar al Fondo de Estabilización”
Waldo Mendoza advierte que hay errores que están gestándose en algunos sectores. Por ejemplo, la propuesta del Ejecutivo de que los fertilizantes se incorporen al Fondo de estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC). “A ese paso, los panes también van a entrar al FEPC”, remarca.
Explica que el FEPC conceptualmente tiene una lógica: hay que alimentarlo en los buenos tiempos, cuando los precios están bajos, para luego usarlo en los malos tiempos, cuando los precios están altos.
Sin embargo, ahora “no hay FEPC. Lo creamos con un crédito suplementario y luego gastamos esos recursos. Además, es una forma de sacarle la vuelta a la ley del presupuesto, ya que con un fondo como este el Ejecutivo no rinde cuentas”.
Y, agrega, si la idea del Gobierno es ir “metiendo más productos” al FEPC, este “va a terminar hecho un barril sin fondo. Entonces, hay un problema”.
El riesgo para Banco de la Nación
Otro error que el exministro Waldo Mendoza considera se está gestando en el actual Gobierno es la idea de que el Banco de la Nación (BN) otorgue créditos a las mypes, como si estas tuvieran un problema crediticio, cuando más bien un problema de productividad, que hace que una mype no sea buen sujeto de crédito.
Si el BN empieza a prestar a las mypes, advierte, se van a suscitar varios problemas. Uno es que la tecnocracia del BN no tiene idea de cómo operar en ese mercado. El otro problema es que el BN va a correr el riesgo de que las mypes no repaguen los préstamos y terminar convirtiéndolo en otro Banco Agropecuario. Recuerda que, antes, cada año, el Banco Agropecuario estaba a punto de quebrar, pero el Ejecutivo lo capitalizaba.
“Entonces, el BN se convertiría en una entidad que subsidiaría a las mypes. Conceptualmente, si esa será la lógica, el BN debería pasar al midis, donde se subsidia correctamente”, sostiene Mendoza.