En los países que pasaron menos tiempo en confinamiento, los hábitos ermitaños no se arraigaron. (Foto: Leandro Britto | GEC)
En los países que pasaron menos tiempo en confinamiento, los hábitos ermitaños no se arraigaron. (Foto: Leandro Britto | GEC)

En cierto sentido, la pandemia de COVID-19 fue una incidencia pasajera. Tras dispararse en 2020, el desempleo en todo el mundo desarrollado cayó con rapidez a los mínimos anteriores a la pandemia. Los países ricos recuperaron en poco tiempo sus niveles de producto bruto interno (PBI) previos al COVID-19. Y, sin embargo, tras más de dos años de que terminaron los confinamientos, al menos un cambio parece perdurar: los hábitos de consumo en todo el mundo desarrollado han cambiado de forma determinante y, quizás, permanente. Bienvenidos a la era del ermitaño.

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