(Foto: Getty Images)
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La decisión de la Unión Europea (UE) de conceder al gas natural y a la energía nuclear una “etiqueta verde” para ayudar a la inversión directa ha irritado a muchos defensores del clima y el medioambiente. Entonces, ¿qué lugar ocupan estas energías en el camino hacia un mundo sin carbono?

Gas y nuclear ¿energías “limpias”?

El gas emite un 30% de CO2 menos que el petróleo y la mitad que el carbón; contamina menos el aire (menos óxidos de azufre y nitrógeno).

Pero sigue siendo una energía fósil, responsable de alrededor del 22% de las emisiones mundiales de CO2 en el 2021, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). Su producción genera también importantes fugas de metano, cuyo impacto sobre el calentamiento global es muy superior al CO2.

La ventaja de la energía nuclear es que no emite directamente CO2. Aun cuando se analiza su ciclo de vida -emisiones vinculadas con la extracción de uranio o al hormigón de las centrales- emite menos que el gas e incluso que la energía solar. Así, el átomo ha aumentado su participación en muchos de los escenarios del IPCC, los expertos en clima de la ONU.

Pero conlleva el riesgo de accidentes catastróficos, y el asunto, aún sin resolver, del almacenamiento a largo plazo de los desechos altamente radioactivos.

¿Energías “de transición”?

Si el mundo quiere mantenerse por debajo de 1.5° centígrados de calentamiento respecto de los niveles preindustriales, hay que posponer “desde ahora” cualquier nuevo proyecto de exploración de gas, calculó la AIE.

Con el auge del gas para la generación de energía en Asia, la agencia pide que se utilice de forma “más eficiente” y se sustituya en los países desarrollados. Instituciones como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) han dejado de financiar proyectos relacionados con el gas.

En Europa, las situaciones son “extraordinariamente diferentes” de un país al otro, señala Patrick Criqui, director de investigación emérito del CNRS.

En Alemania, “el escenario 100% renovable requiere una producción eléctrica a base de gas durante la transición. Si salen de la nuclear y el carbón, no podrán hacerlo sin el gas”, señala el experto en energía.

“Eso no es una muy buena señal porque se vuelve a un sistema basado en los combustibles fósiles. Pero hay muchas posibilidades”, dice. Se puede construir una central de gas en tres años por una “inversión relativamente limitada”, y a largo plazo “por qué no imaginar su conversión” al hidrógeno verde, como sugiere la proliferación de proyectos en torno a esta solución.

Pero, ¿se puede construir reactores nucleares lo suficientemente rápido para el clima? El reactor EPR de Flamanville (noroeste), prevista para el 2012, sigue en construcción. Francia, que obtiene 70% de su electricidad de la energía nuclear, espera contar con los EPR2 para el 2035-2037.

“No hay ninguna garantía de que el aparato industrial francés pueda producir EPR en condiciones económicas y de fiabilidad satisfactorias. Es probable, pero no es seguro”, remarcó Criqui, para quien, no obstante, “se debe mantener la opción nuclear abierta”, y mirar los reactores “pequeños” (SMR) y las empresas emergentes (start-ups).

100% renovable, ¿es posible?

“Tenemos cada vez más pruebas de que electricidad 100% de origen renovable es técnicamente posible”, afirma Nicolas Berghmans, del Instituto para el Desarrollo Sostenible (Iddri). “Pero hay condiciones -limitar las necesidades- y restricciones de espacio y aceptación social.

En Francia, el gestor de la red de transporte de electricidad RTE ha elaborado varios escenarios para la neutralidad carbono 2050: todos señalan la necesidad de desplegar las energías renovables, especialmente la solar y eólica. Las hipótesis van desde el 100% hasta el dúo renovable-nuclear a 50-50. Pero el 100 requiere ajustes que aún no se han probado a gran escala, para la estabilidad del sistema (el almacenamiento en particular).

Actualmente, el número uno mundial de las energías renovables es Dinamarca (60% de su consumo anual), gracias a las fuertes conexiones con los vecinos.

Aunque se espera que el auge de la electricidad para descarbonizar el transporte, la industria, los edificios... todas las proyecciones abogan por un marcado descenso del consumo energético mundial para resolver la ecuación.

“La eficiencia energética es la energía más importante”, señaló en enero Fatih Birol, director de la AIE, en una reunión virtual del Foro de Davos.

Sin embargo, la institución alerta que actualmente los avances son insuficientes a todos los niveles, en la eficiencia, el despliegue de las energías renovables, reducción de combustibles fósiles y otros.