El gas licuado de petróleo (GLP) es actualmente el segundo combustible más usado en el país después del diésel, pero su principal fuente de producción nacional, que son los líquidos del gas natural de Camisea, se agota cada vez más.
Así se puede advertir de las cifras que reporta Perupetro, según las cuales, en el 2022 la producción de líquidos de gas natural, que fue de 27,983,174 barriles, se redujo 5.48% frente a los 29,607,000 barriles del 2021.
¿Cuál es la tendencia en la extracción de ese insumo para el GLP?
En realidad, hay una tendencia constante de contracción de esa producción desde el 2019 (en que se llegó a producir 31.6 millones de barriles), que ha continuado en los años subsiguientes y que se mantiene en el 2023.
En enero del 2023, la extracción de ese producto -cuya explotación es lo que hace económicamente viable al proyecto Camisea-, llegó a 82,856 barriles en promedio diario (bpd), lo que significó una reducción del 3.33% frente a igual mes del 2022.
En febrero su explotación disminuyó en 6.28% (con 85,063 bpd) frente a igual mes del año pasado, y en marzo, -3.72%.
Según Perupetro, en febrero hubo una menor producción fiscalizada en los lotes 56, 57 y 88 (en la zona de Camisea), mientras durante varios días no hubo producción fiscalizada en el lote 31-C.
Además, de acuerdo con proyecciones de esa agencia, para el cierre del 2023 se pronostica que la producción nacional promedio diaria de los líquidos del gas natural, que hoy es de 81,366 barriles, se contraerá a 78,078 barriles, es decir, tendría una caída de -4.04% (ver gráfico).
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¿Cuál es la razón de la declinación en la producción de líquidos de gas natural?
Para Gustavo Navarro, ex director general de Hidrocarburos del Ministerio de Energía y Minas (Minem), la declinación de la extracción del mencionado insumo para el GLP en los yacimientos de Camisea es irreversible.
Ello sucede porque al extraerse el gas natural en la planta de Malvinas (del consorcio Camisea, en Cusco), se retira y comercializa los líquidos del gas, pero se reinyecta al yacimiento (vuelve al subsuelo) el gas seco extraído, porque no hay mercado para este último producto, detalló.
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Explicó que no hay mercado porque no hay un nuevo gasoducto en el sur que permita evacuar ese gas seco hacia la demanda en el sur que se proyectó años atrás, y que principalmente la constituye el nodo energético que ha empezado a operar (plantas duales a gas y diésel en Ilo y Mollendo) para atender la creciente demanda en el sistema eléctrico interconectado.
Al reinyectarse el gas seco en el yacimiento en forma constante, a razón de entre 300 millones a 400 millones de pies cúbicos diarios en los últimos 19 años, este ha desplazado al gas húmedo y por eso al explotar los pozos gasíferos, sale cada vez menos líquidos de gas, precisó.
¿Qué consecuencias tendrá la menor producción de líquidos de gas?
La consecuencia de la contracción continua en la producción de líquidos de gas, anotó Navarro, es que se acelerará el ritmo de crecimiento de las importaciones de GLP para atender la demanda nacional (para uso en balones de gas y vehicular).
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Refirió que el Perú empezó la importación de GLP en el 2015, que ha crecido progresivamente, y si bien hace algunos años llegaba al 25%, hoy el 33% del gas que se consume en el país es importado, a mayor precio que en el mercado local.
Y si bien el crecimiento de demanda nacional de GLP se frenó en el 2018 -con las medidas para masificar el gas natural en Lima, como el subsidio y financiamiento a las conexiones-, aún se mantiene un incremento anual en esa demanda del 5%, dijo.
A diferencia del GLP a granel (de uso vehicular), el GLP envasado mantiene un precio estable (de S/2.52 por kilo) pues está protegido por el Fondo de Estabilización del Precio de los Combustibles, aunque a un mayor costo del fisco.