Las exportaciones de pota alcanzaron los US$ 850 millones en el 2019. (Foto: Difusión)
Las exportaciones de pota alcanzaron los US$ 850 millones en el 2019. (Foto: Difusión)

Manuel Rey Purizaca es un pescador artesanal del Centro Poblado de La Tortuga, en Paita, región Piura. En La Tortuga, son siete mil habitantes que tienen muchos años dedicados a la pesca de pota, un calamar gigante que habita en el océano Pacífico y que es consumido en ceviche y en chicharrón, pero sobre todo es exportado a países como China y Japón.

Purizaca, que cuenta con cuatro embarcaciones artesanales, es también gerente de la Cooperativa Pesquera “Jehová es mi Pastor; nada me faltará”. Una cooperativa que agrupa a unas 320 embarcaciones que brinda empleo a unos 4,000 pescadores piuranos.

“Este sector es muy productivo. La pesca de pota es la más productiva después de la anchoveta, pero las autoridades no lo ven así y siguen estando de espaldas. Hemos batido récord de exportaciones el año pasado, dice Manuel Rey Purizaca.

Durante el 2019, más de 15,000 pescadores artesanales -entre ellos Manuel Rey Purizaca y su cooperativa- lograron capturar más de 500,000 toneladas de pota.

Esta gran cantidad de calamares gigantes fue vendida a las plantas procesadoras de Paita, donde tras la limpieza y fileteo se lograron exportar unos US$ 850 millones en pota congelada al mundo, un gran logro reconocido por muchas autoridades y entendidos del sector pesquero, pero sobre todo una gran oportunidad de empleo para miles de familias del norte del país.

“Hay una demanda internacional que está teniendo una rápida recuperación, que es la demanda asiática. La pota se vende, principalmente, a China y al mercado europeo, a países como España”, explica Renato Gozzer, investigador de Sustainable Fisheries Partnership.

Así, la pota se ha convertido la nueva estrella de las exportaciones de productos congelados para consumo humano directo, gracias al esfuerzo de los pescadores peruanos que en muchos casos tienen que salir de las 200 millas del litoral para encontrar el recurso.

“La pota puede estar en todo el océano Pacífico y en un momento puede estar afuera de nuestras 200 millas. Son biomasas que se extienden en medida de su alimentación. En verano, el recurso abunda en nuestras cosas, pero en invierno las especies tienden a migrar y es ahí donde las flotas extranjeras los capturan por fuera de nuestras 200 millas. Ahí nosotros nos atrevemos a recorrer no solo la costa, sino a salir fuera de las 200 millas para encontrarlo”, explica Manuel Rey Purizaca vía telefónica desde Paita.

Si la pota se encuentra dentro de las 200 millas peruanas, los pescadores se demoran entre 15 y 20 días en altamar para capturar unas 15 o 20 toneladas de pota. Sin embargo, durante invierno, para pescar en aguas internacionales, Manuel explica que los pescadores están en altamar durante un mes completo.

“Por ejemplo si pescamos en el mes de octubre, nosotros nos demoramos un mes porque lo encontramos a 400, 500 u 800 millas. Demoramos buscando carnada una semana, dos semanas pescando y una semana regresando. Nos demoramos un mes completo, explica.

Durante muchos años, los pescadores artesanales han cruzado sin ninguna restricción a las aguas internacionales para encontra al calamar gigante. Sin embargo, en 2013 surgió la Organización Regional de Ordenación Pesquera del Pacífico Sur (ORO-PS), un organismo de la comunidad internacional pesquera de la región que busca regular la pesca en aguas internacionales pues cada vez son más las embarcaciones asiáticas que llegan hasta las costas sudamericanas para capturar los recursos hidrobiológicos, incluso llegando a ingresar a nuestro litoral.

“En vista de esto, nosotros nos unimos con pescadores de Chile, Ecuador y otros países que pescamos pota y logramos hacerle ver a la OROPS, que es la organización que se encarga de regular la pesca, cómo hay competencia desleal con los barcos que vienen de otros países. Entonces ellos tomaron atención y están decretando que desde el 1 de enero del 2021 se van a dar cuotas en aguas internacionales, explica Manuel Rey Purizaca.

Así, la ORO-PS decidió regular la pesca del recurso y permitirá, desde el próximo año, que solo puedan ingresar a aguas internacionales aquellas embarcaciones pesqueras formales y debidamente registradas por cada uno de sus Estados.

La formalización de los artesanales, una tarea del Estado

“Nosotros somos conscientes que ejercemos nuestra pesca fuera de las 200 millas. Entonces estamos preocupados porque la norma dice que nos pueden detener como pesca ilegal y hasta nos pueden denunciar. Es por eso que le llamamos la atención a nuestro Gobierno. No les ha interesado este sector, explica Manuel, pescador piurano.

Así como la cooperativa que dirige Manuel Rey Purizca, los pescadores artesanales de pota desean formalizarse para poder continuar pescando el calamar gigante en aguas internacionales. Sin embargo, la formalización de los pescadores artesanales, un procedimiento que empezó hace cuatro años, hoy parece estar estancado y sin ninguna luz de que vaya a permitirles estar en altamar en el 2021.

“Esta pesquería de pota es exclusivamente capturada por flota artesanal. No hay capturas industriales. Los US$ 850 millones han sido enteramente un logro de nuestra flota artesanal. Hay mucho por mejorar, pero es un poco injusto solo saludar el logro de las exportaciones ignorando la situación legal que tienen en el eslabón primario de la cadena productiva”, señala Renato Gozzer, de Susteinable Fisheries Partnership, ONG que investiga la pesca del calamar gigante en el Perú.

Gozzer explica que hay una intención clara de los pescadores artesanales de formalizarse y ser parte del sistema. Sin embargo, hay una gran brecha entre los requisitos que pone el Estado para formalizarlos y la realidad de los pescadores artesanales.

“Lo que hay que proponer es que se va a formalizar a la flota, que se van a hacer los máximos esfuerzos y si es que hay un requisito que no se puede cumplir, se puede negociar en el marco de que ya estás cumpliendo una gran mayoría de los requisitos, señala Gozzer.

Para obtener el registro de matrícula de pesca artesanal, otorgado por la Dirección General de Capitanías y Guardacostas (Dicapi), perteneciente a la Marina de Guerra del Perú, un pescador artesanal tiene que presentar planos de la embarcación, realizar cursos ante Dicapi, pagar derechos, entre otros.

“En el caso de la flota artesanal peruana, hace cuatro años se inició un proceso de formalización que por razones imputables al Estado -y no a los pescadores- ha sido demorado y retrasado. Se han puesto y quitado requisitos. Lamentablemente no se evidencia una voluntad por parte del Estado para resolver esta formalización, señala Alfonso Miranda, exviceministro de Pesca y presidente de la Cámara Peruana del Atún.

Miranda señala que si el Estado -a través de sus distintas instituciones como el Ministerio de Producción, Dicapi, entre otras- no alinea sus procedimientos para formalizar a los pescadores artesanales, no servirá de nada la voluntad de ellos mismos por ingresar al sistema.

Si el Estado no está a la altura de la responsabilidad, podemos poner en riesgo US$ 850 millones de exportación. Así de concreto es el asunto, entonces lo que tienen que hacer es culminar este proceso y culminarlo a la brevedad. Los pescadores están dispuestos y están alertas porque están muy preocupados del potencial riesgo para la paz social que puede significar que el Estado no concluya el proceso de formalización”, insiste Alfonso Miranda.

Si los pescadores artesanales no son formalizados este año, no podrán cruzar a aguas internacionales en el 2021 para pescar el calamar gigante, con lo que la captura significará una menor venta a las plantas procesadoras, y así menores exportaciones en beneficio de la economía del país.

“Nosotros como pescadores estamos invirtiendo dinero en hacer nuestros planos. Dicapi nos ha obligado a hacer mediciones con ingenieros navales y lo hemos pagado. El gran problema es que ellos no nos dan las resoluciones de las matrículas que ya deberían estar en los cuatro años que han pasado. Pareciera que no estamos cerca de formalizarnos”, agrega Manuel Rey Purizaca, pescador piurano.

Según explica, mucho de los planos realizados por los pescadores artesanales no han sido aprobados por Dicapi en su totalidad. Por su parte, el Ministerio de Producción no ha emitido los permisos correspondientes que debería haber entregado para obtener las matrículas que les permitan ser formales.

“Es por la falta de conocimiento de los que están en el cargo porque ponen gente, que quizás son profesionales, pero conocen poco la realidad del pescador. El pescador tiene otra realidad y queremos aportarle al país. Nosotros no estamos en capacidad de mentirnos y decir que queremos hacer las cosas irregularmente. Nosotros somos conscientes de que a nosotros mismos nos hace daño, atiende Purizaca, con voz fastidiada por la desidia del Estado.

La respuesta del Ministerio de Producción

En abril pasado, las cooperativas piuranas "Jehová es mi pastor; nada me faltará" y "Jehová, Rey de Reyes" enviaron una carta al Ministerio de Producción. La misiva que cuenta con la firma de Manuel Rey Purizaca y de Carlos Bayona Fiestas, le pide al Estado que tome acción de tal forma que se les pueda facilitar la formalización para no quedar en situación de desventaja en el 2021, al quedar impedidos de pescar en aguas internacionales.

Silvia Velásquez Silva, Diretora General de Políticas y Análisis Regulatorio en Pesca y Acuicultura del Ministerio de Producción, les respondió así el último 2 de mayo:

“Por lo expuesto, en cumplimiento de los compromisos contraídos con la OROP-PS (...), las embarcaciones de sus agremiados solo podrán operar en la extracción de pota y perico dentro de las aguas nacionales: por lo que mucho se agradecerá a vuestra representada tomar las acciones del caso”.

Un portazo en la cara.

“Tiene que cambiar la actitud en bien de la paz social y en bien de la estabilidad de miles de pescadores artesanales y de miles de trabajadores de las plantas. El calamar gigante es el recurso que más trabajo da en el Perú. No se puede decir tan alegremente que no van a poder pescar porque no han sido capaz de cumplir con el proceso de formalización. Para que la formalidad en el sector pesquero sea posible, se necesita que sea sumaria, muy sencilla, muy barata. Ahora no está siéndolo, comenta Alfonso Miranda, exviceministro de Pesca.

Manuel Rey Purizaca, frustrado, explica que en su cooperativa quieren seguir creciendo: están pensando en invertir en ponerles cadena de frío a las embarcaciones para que la pota pueda tener una mejor trazabilidad.

“Inversión hay pero queremos que el Ministerio nos formalice para apostar más por esta pesca y para que el mundo vea a este país con un sector pesquero transparente y capacitado. Lamentablemente, todavía no tenemos una respuesta del Ministerio de Producción, dice el pescador piurano.

Con una pandemia a cuestas y con una emergencia sanitaria en el país. ¿Se logrará formalizar a los pescadores artesanales en el 2020? El empleo y las exportaciones del 2021 lo revelarán.