El resultado obtenido en el tercer trimestre del 2023, sumado a los indicadores adelantados de la economía de cara al cuarto trimestre, auguran un menor desempeño de lo esperado para el producto bruto interno (PBI) peruano este año. Así lo estima el Instituto Peruano de Economía (IPE), quienes recortaron sus proyecciones de crecimiento económico también para el 2024.
Para este año, IPE ahora espera que la economía peruana caiga 0.6%, cifra que ajustó a la baja desde -0.3%. “El consumo privado ha caído en tercer trimestre por primera vez desde el 2001, sin considerar la pandemia. Esto, sumado a un menor desempeño de la inversión pública y los efectos del agro sobre las exportaciones nos lleva a recortar las proyecciones del 2023 y 2024″, señaló Teodoro Crisólogo, economista senior del IPE, en la presentación “Economía Peruana: Ajuste de proyecciones y riesgos 2024″.
Destacó también la contracción en el empleo a nivel nacional, que registra una caída de 0.7% y que esconde fuertes diferencias regionales. Por ejemplo, entre enero y septiembre, los puestos de trabajo en Puno han caído en 11.2% y en Chiclayo, -6.8%. Otras regiones también presentan caídas mucho más grandes que el promedio nacional, como Cusco (-5%), Arequipa (-5%) y Loreto (-4.6%).
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Es poco probable que en el cuarto trimestre del 2023 la economía revierta la caída registrada los tres trimestres anteriores. “Los indicadores de confianza de empresas y consumidores se han caído en octubre y noviembre. Ambos indicadores se sitúan en niveles que anticipan una continua debilidad del gasto privado en el 2023 y 2024″, explicó Crisólogo.
Además, en octubre, la participación de la minería en el crecimiento del PBI se ha reducido a menos de la mitad que en el mes anterior.
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El pronóstico del esperado “rebote” de la economía peruana en el 2024 es más conservador: se ajustó desde 2.1% a 1.9%.
“La revisión obedece a una menor velocidad de entrada con la que empieza el primer trimestre (del próximo año). Estamos esperando un menor desempeño del gasto privado. Si desagregamos la demanda, la principal fuente de revisión viene por el gasto privado. Buena parte de lo que anticipamos para la recuperación en el 2024 obedece a la dinámica macroeconómica por el lado monetario. El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) va a poder continuar flexibilizando su posición de política monetaria en línea con las menores tasas de inflación”, explicó Crisólogo.
La expectativa del IPE es que la inflación cierre el 2023 con una tasa de 3.1% interanual y que ingrese al rango meta a lo largo del 2024 (entre 1% y 3 %), año que cerraría en 2.5%. Esto permitirá futuros recortes a la tasa de interés de referencia del BCRP, lo cual flexibilizará las condiciones crediticias de los agentes económicos.
Riesgos al crecimiento
Más allá de las condiciones climáticas adversas asociadas al fenómeno de El Niño, el crecimiento en el 2024 podría verse comprometido en la medida que las expectativas empresariales demoren en recuperarse.
“En un escenario que demoren aún más podría traducirse a un menor dinamismo de lo esperado. Esto limitaría la capacidad de recuperación del consumo privado”, apunta Crisólogo.
Además, destacó la creciente debilidad en las cuentas fiscales, dado que en los últimos dos años se han registrado fuertes incrementos en partidas presupuestales que restan flexibilidad en el manejo del gasto, como remuneraciones, en lugar de aquellas orientadas al cierre de brechas sociales y reactivación económica. Todo esto se da en un contexto de desaceleración en la recaudación tributaria, lo cual golpea los ingresos del Estado e incrementa el riesgo de incumplimiento de las reglas fiscales.
En la misma línea se mostró la economista Liliana Rojas-Suárez, directora de la iniciativa para América Latina del Centro para el Desarrollo Global.
“Perú tiene solvencia financiera. No está en duda, pero como tiene unos motores de crecimiento muy bajos, esto va a seguir deteriorando los resultados fiscales. La pregunta es que si sigue deteriorándose eso puede afectar la percepción de riesgo país y la calificación de riesgo. Perú está al límite de perder el grado de inversión, y no lo puede perder porque es lo que permite tener los bajos niveles de financiamiento externo”, explicó.
Añadió que el país podría endeudarse más, pero no lo hace porque dadas todas las otras debilidades, institucionales y de productividad. “Esa es la gran paradoja de Perú, con todos los problemas que tiene, mantiene spreads tan bajos porque tanto la política monetaria como fiscal es conservadora”, añadió Rojas-Suárez.
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2025
Hacia el 2025, en ausencia de los choques que afectan la actividad económica en los últimos años, el crecimiento del PBI debería converger hacia la tasa potencial, que el IPE estima en 2.8%. “Este crecimiento estará principalmente explicado por una mejora en la capacidad del gasto privado. Habrán tasas de interés o condiciones más flexibles que restringen en menor medida el consumo”, apuntó Crisólogo.
Sin embargo, si es que la economía peruana sale de la recesión a una velocidad más lenta de lo previsto, se moderaría el ritmo de crecimiento. Además, una tasa por debajo del 3% no es suficiente para devolver los avances perdidos en los últimos años.
“Es preocupante el crecimiento potencial. La distancia del ingreso per cápita de Perú versus países desarrollados se iba cerrando, pero a partir del 2013 esa brecha viene aumentando consecutivamente. Si Perú crece al 3% no cierra la brecha nunca. Perú necesita crecer más o menos entre 5% y 6% para cerrar la brecha en unos treinta años. Esos son los niveles que se necesitan para comenzar a moverse en la escalera del desarrollo, si se crece menos seguirá estancado”, sentenció Rojas-Suárez
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