De entre todas las naciones del mundo que están actuando para resistir el doble impacto que significan las crisis del coronavirus y la caída de los precios del petróleo, una está sufriendo mucho más que las otras: Venezuela.
El régimen del ilegítimo presidente Nicolás Maduro, que ante las sanciones de Estados Unidos y su mala administración había comenzado a respirar, verá sus ingresos gubernamentales —completamente dependientes del petróleo— reducirse a casi a la mitad este año. Esto se sumará, según Maduro, a la imposibilidad de que el agonizante sistema de salud pública pueda comprar kits de pruebas de coronavirus debido a las amenazas de Washington a los fabricantes.
“Salimos a comprar las pruebas y las empresas internacionales dijeron que estaban amenazadas por el gobierno de Estados Unidos”, dijo Maduro el jueves cuando anunció una suspensión de vuelos desde Europa y Colombia a Venezuela, así como la llegada de 10,000 tratamientos de interferón provenientes de Cuba. Dijo que habían hecho análisis a unas 30 personas y que todas resultaron negativas.
Dijo que habían hecho análisis a unas 30 personas y que todas resultaron negativas. El petróleo venezolano ha caído de US$ 48 a US$ 24.25 por barril, víctima de la batalla de Rusia y Arabia Saudita por el dominio del petróleo a pesar de la alianza de Moscú con Caracas.
Envíos a Asia
Los esfuerzos del Kremlin por apuntalar a un socio en el patio trasero de EE.UU. ahora entran en conflicto con una prioridad mayor: defender su participación en el contraído mercado petrolero de los agresivos recortes de precios y aumentos de producción de Arabia Saudita. Peor aún para Caracas, Arabia Saudita está impulsando envíos hacia Asia, donde Venezuela envía alrededor de 90% de sus exportaciones restantes.
Rusia, Venezuela y Arabia Saudita producen grados similares de crudo pesado y compiten para abastecer refinerías que lo procesan.
La guerra de precios reducirá los ingresos petroleros de Venezuela a un estimado de US$ 13,900 millones este año, según la consultora Ecoanalítica, en comparación con US$ 23,100 millones en el 2019. No está claro qué tanto el declive económico adicional socavará a Maduro, cuyo índice de aprobación ya estaba en 13.5% en febrero. La caída de los precios del petróleo probablemente empujará al país a depender más de fuentes ilícitas de financiamiento.
“A medida que los ingresos del petróleo caen para Maduro, funcionarios del Gobierno sentirán la presión de buscar más fuentes ilegales de efectivo”, dijo Diego Moya-Ocampos, consultor de riesgo político en IHS Markit en Londres. “Los ingresos de Venezuela se reducirán a la mitad y empujarán a Maduro a confiar aún más en la minería de oro y el narcotráfico”.
Aliada Rosneft
Es difícil exagerar la dependencia de Maduro ante Rusia en el último año. Durante un viaje a Caracas en febrero, el ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, reiteró la voluntad de Moscú de enfrentar las amenazas de EE.UU. a Venezuela, y asesores rusos trabajaron en un plan para restaurar la industria petrolera en crisis. La productora estatal Rosneft PJSC ha transportado suficiente petróleo para resistir las sanciones de EE.UU. y evitar un colapso completo de su industria.
Rosneft también ha estado negociando el acceso a los campos de petróleo y gas en Venezuela para desarrollo futuro, una iniciativa que probablemente se enfriará con un precio del petróleo tan bajo.
“Uno se pregunta si los rusos ayudarán a Venezuela”, asegura Francisco Monaldi, profesor de economía energética en el Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad de Rice y experto en la industria petrolera de Venezuela. “Están inundando el mercado en una guerra de precios con Arabia Saudita. No es el mejor momento para que Venezuela obtenga el apoyo de Rusia".
El colapso de los precios está impactando a Maduro justo cuando lograba aliviar la peor crisis social y económica en la historia moderna de Venezuela. La producción de petróleo se había estabilizado e incluso se aceleró a principios de año, una dolarización informal de la economía alivió la escasez generalizada y las remesas de millones de venezolanos en el extranjero estaban dando vida a la economía devastada por la crisis. EE.UU. respondió endureciendo las sanciones petroleras en febrero, incluyendo la unidad comercial de Rosneft.
Conmoción en PDVSA
La crisis también está afectando a la estatal Petróleos de Venezuela a medida que se somete a otro cambio de dirección. Maduro encarceló a más de 30 funcionarios comerciales y marítimos el mes pasado, incluidos dos altos ejecutivos, a quienes acusó de colaborar con EE.UU., y anunció una comisión para rescatar a la compañía de una emergencia energética.
El vicepresidente, Tareck El Aissami, que ha sido sancionado por el Tesoro de EE.UU. por presunto tráfico de drogas, encabezará la comisión en una medida que debilita al presidente de PDVSA, Manuel Quevedo.
El comité de El Aissami ha estado trabajando en secreto, y los nuevos titulares han asumido sus funciones sin ningún tipo de juramento formal. Una auditoría interna que incluye la división comercial ha creado cuellos de botella administrativos y generado tensiones entre los empleados, según personas familiarizadas con las operaciones de PDVSA, quienes pidieron no ser nombradas para evitar represalias.
Se estima que 95% de los ingresos legales de Venezuela proviene de las exportaciones de petróleo. Solo 22% de su producción es rentable con precios del petróleo inferiores a US$ 35 por barril, según la consultora energética Wood Mackenzie. La intensificación de las sanciones de EE.UU. empeora aún más estos ingresos.
Los operadores compran crudo venezolano con un descuento de aproximadamente US$ 20 a los puntos de referencia internacionales debido a las complicaciones de comprar petróleo sancionado, según Monaldi.
Esto significa que el país vendería petróleo a un costo cercano al de producción y podría depender de Cuba como una salida para su producción de petróleo y evitar cierres de campos.
“Se enfrentan a opciones terribles, vender petróleo básicamente gratis o enviarlo a Cuba”, dijo Monaldi.