La nueva Cámara Latinoamericana del Litio, que será presentada formalmente este jueves y está integrada de momento por representantes de Argentina, Chile y Perú, bregará por la creación de un mercado “transparente” que permita la formación del precio del litio a nivel regional.
“Esta cámara fue creada para desarrollar el proceso de formar precios e impulsa el desarrollo de un mercado de litio”, dijo en una entrevista con Efe el presidente de la recientemente constituida Cámara Latinoamericana del Litio, el argentino Pablo Rutigliano.
La nueva entidad está integrada por profesionales técnicos y empresarios pymes del sector de Argentina y Perú, además de la Cámara Minera de Chile, y busca sumar a socios de Bolivia, México y Brasil.
Su objetivo es poder definir de forma transparente los precios del litio mediante la conformación de un mercado, un índice del valor del litio y modelos de contratos presentes y futuros en Latinoamérica.
La producción de litio en la región tiene su corazón en el denominado “triángulo del litio” integrado por los salares andinos de Argentina, Chile y Bolivia, países que, de acuerdo a los últimos datos del Servicio Geológico de los Estados Unidos, concentran el 55.9% de los recursos mundiales conocidos de este metal.
Si se suman los recursos identificados en México, Perú y Brasil, Latinoamérica, con un total de 52.8 millones de toneladas, acapara el 59.3% de los recursos globales, mientras que las reservas (recursos legal, económica y técnicamente factibles de extraer) en la región son bastante menores, aunque igualmente representan el 52.2% de las reservas mundiales.
Rutigliano apuntó que en la región la minería de litio es dominada por empresas multinacionales que dejan “poco espacio” a pymes y proyectos “embrionarios”.
Según él, las mineras multinacionales -y también algunos gobiernos- no reconocen al litio como una “commodity”, estableciendo “precios de referencia mínimos” en contratos entre privados y evitando que sea el mercado el que libremente fije el precio, “lo cual hace que la economía sea totalmente opaca” y estimula que el litio se industrialice fuera de los países productores.
Demanda y precios
Una oferta acotada y la creciente demanda del “oro blanco” para la fabricación de baterías para el almacenamiento de energía y la producción de vehículos eléctricos siguen empujando al alza los precios del litio.
A inicios de 2021 la tonelada de carbonato de litio equivalente (LCE) valía US$ 6,750. Hace un año, US$ 9,000. Y actualmente ya ronda los US$ 75,000.
Esos son los precios que surgen fundamentalmente de los contratos entre privados en China y otros países asiáticos -donde se concentra la producción mundial de baterías- y que se reflejan como referencia en las pizarras del mercado de metales de Londres pero que, según Rutigliano, no son los que se manejan en Suramérica, “donde el precio es mínimo” y lo establecen pocas empresas, en parte, para pagar menos tributos.
Nacionalización e inversiones
El presidente de la Cámara Latinoamericana del Litio consideró que la reciente decisión de México de nacionalizar el litio “no va a generar grandes atractivos a las inversiones” y señaló que, por el contrario, para sumar más inversiones hay que “abrir los mercados”, “cuidando las inversiones y dejando que vengan, pero con un vector regulador concreto, claro y transparente”.
“No soy partidario de la nacionalización del litio, sino que soy partidario de desarrollar un mercado donde todos participen de la formación del precio, de la captación y de la transformación de esas materias primas en las regiones”, dijo Rutigliano, para quien es “fundamental” establecer un precio de referencia regional para permitir que todos los actores de la cadena de transformación del litio tengan claridad y certeza respecto a los costos.
Rutigliano ya constituyó en Argentina la sociedad Mercado de Metales con vistas a generar un mercado donde se visualicen los contratos de venta e incluso, se celebren contratos de futuros de litio y se generen activos digitales a partir de la “tokenización” del litio como activo físico certificado, algo que en Argentina ya se realiza en el sector agropecuario, con la generación de “criptoactivos” respaldados por soja, trigo y maíz.
Su propuesta, que ahora espera impulsar desde la nueva cámara latinoamericana, encuentra, sin embargo, resistencias, principalmente en Argentina y Bolivia, según admitió.
“No importa. Vamos a seguir peleando, porque el objetivo es un futuro a 30 o 40 años”, aseguró.