Las protestas en Perú amenazan con cortar el acceso a casi US$ 4,000 millones en cobre justo cuando la apertura de China tras los bloqueos por COVID promete impulsar la demanda.
La tercera mina de cobre más grande de Perú, Las Bambas, no ha despachado concentrado de cobre desde el 3 de enero debido a preocupaciones de seguridad. Antapaccay, de Glencore Plc, también enfrenta restricciones.
Las minas, que comparten la misma carretera de acceso a los puertos, en conjunto representan casi el 2% de la producción mundial de cobre.
Disturbios han sacudido a Perú desde la caída y arresto del expresidente Pedro Castillo, trastocando las cadenas de suministro de los productos básicos, desde los metales hasta el café orgánico.
La interrupción llega en un momento particularmente precario para los mercados del cobre. Los inventarios se mantienen en niveles históricamente bajos, mientras que las mineras advierten que la demanda del metal más crucial del mundo estaría por dispararse con la creciente electrificación de los vehículos.
Los precios de los metales básicos han estado al alza desde el Año Nuevo después de que China, uno de los principales consumidores, diera fin —de manera abrupta— a los controles por COVID-19. Goldman Sachs Group Inc. prevé déficits continuos y pronostica un precio récord de US$ 11,000 la tonelada dentro de 12 meses.
Las Bambas, cuyo operador MMG Ltd. es controlado por la estatal China Minmetals Corp., ha sido objeto de múltiples manifestaciones desde que abrió en 2016, ya que grupos indígenas buscan una mayor compensación por las tierras y los caminos utilizados por las empresas mineras.