La manufactura en el Perú es uno de los sectores económicos que ha sido más golpeado por la combinación de choques climáticos adversos y la continua debilidad de la demanda interna, registrados a lo largo de este año. Ante su bajo desempeño, el Instituto Peruano de Economía (IPE) –en un informe compartido en exclusiva con Gestión– pronostica que el producto bruto interno (PBI) de la actividad manufacturera registraría este 2023 su tercer peor crecimiento de las últimas tres décadas.
Este retroceso afectará su capacidad para generar mejores puestos de trabajo, lo cual impacta a miles de hogares al ser uno de los rubros formales más intensivos en mano de obra. Si bien se espera una mejora del sector hacia el 2024, la mayor probabilidad de un fenómeno de El Niño (FEN) entre moderado y fuerte en el verano del próximo año podría retrasar esta recuperación.
Crisis pesquera
La suspensión de la primera temporada de captura de anchoveta en la zona norte-centro ha sido el principal factor detrás del bajo desempeño que ha mostrado la manufactura primaria en lo que va del año. Entre mayo y julio, el PBI del sector pesca cayó a un ritmo anual de casi 63% en promedio, lo cual provocó un retroceso de 98% en la industria vinculada al procesamiento de harina y aceite de pescado.
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Pese a su recuperación temporal en agosto, este rubro ha utilizado apenas el 10% de su capacidad instalada durante los últimos doce meses, según cifras del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Con ello, registra uno de sus niveles más bajos de los últimos 30 años y solo comparable con lo observado en los FEN de 1998-1999, 2009 y 2016-2017.
La caída de la manufactura pesquera fue contrarrestada por la mayor refinación de petróleo. Esta actividad acumula una expansión de 28% en los primeros ocho meses del 2023, debido en buena parte al inicio de operaciones de la nueva refinería de Talara.
Entre enero y agosto, sus niveles de producción mensual promedio se han multiplicado en 6 veces a casi 60 mil barriles diarios. Este incremento ha sido complementado por la reanudación de La Pampilla, refinería que concentra alrededor de 40% del procesamiento de combustibles a nivel nacional.
Problema de demanda
Las actividades vinculadas a la manufactura no primaria acumulan en conjunto once meses consecutivos en terreno negativo y registran una contracción anual de 8.5% entre enero y agosto del 2023. Este resultado refleja, por un lado, los efectos de una persistente debilidad del gasto de hogares y empresas sobre la manufactura de bienes de consumo masivo, insumos y bienes orientados a la inversión, como maquinarias eléctricas. Los resultados de julio y agosto anticipan que estos rubros habrían registrado otro trimestre de caída, luego de un retroceso de 7% en promedio durante la primera mitad del año.
Por otro lado, los rubros de la manufactura no primaria vinculados al mercado externo han acentuado su contracción de doble dígito en el tercer trimestre. La industria textil, por ejemplo, viene siendo afectada por la menor demanda de prendas de vestir especialmente desde Estados Unidos. Además, la producción de conservas de alimentos se ha visto perjudicada ante las bajas cosechas de espárragos causadas por los efectos de El Niño costero.
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Consecuencias y perspectivas
El desempeño negativo exhibido por la actividad manufacturera a lo largo del 2023 viene limitando su capacidad de generación de puestos de trabajo.
Entre enero y agosto último, el número de trabajadores formales en la manufactura acumuló un incremento de 3.7% respecto a lo alcanzado en el mismo periodo del 2019. Con ello, es uno de los sectores que menos avance registra frente a los niveles de contratación prepandemia.
Si bien los indicadores de expectativas empresariales del sector manufactura a 12 meses se mantienen todavía en el tramo optimista, las expectativas sobre los próximos tres meses siguen estancadas en niveles pesimistas que anticipan un débil dinamismo de la industria en el corto plazo.
Sin embargo, el pesimismo en el corto plazo podría revertirse parcialmente con la autorización de la segunda temporada de pesca, que permitirá una recuperación de la manufactura primaria en el cuarto trimestre del año.
Pese a ello, las estimaciones del IPE apuntan a que la manufactura acumulará una contracción cercana al 6% este 2023. Esta sería su tercera peor caída de los últimos 30 años, solo superada por lo ocurrido en la pandemia del 2020 y la crisis financiera global del 2009.
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El próximo año
Para el 2024, se prevé que la manufactura se recupere y registre un crecimiento de 1.9%, impulsado por la gradual mejora del gasto privado ante menores presiones inflacionarias, mayor confianza empresarial y condiciones de financiamiento más favorables.
La reversión de los choques climáticos hacia la segunda mitad del próximo año debería traducirse en un mayor dinamismo de la manufactura vinculada a la pesca. Pese a ello, este pronóstico está sesgado a la baja, debido a los riesgos de la alta probabilidad de que un FEN entre moderado y fuerte en el verano del 2024 genere severas disrupciones sobre la manufactura primaria y los rubros industriales vinculados a la demanda interna.
En este contexto, resulta necesario que las medidas orientadas a revertir la caída del sector industrial formen parte de una estrategia integral orientada a elevar su competitividad, y no se limiten a una lista de incentivos tributarios como los contenidos en la nueva ley de industrias recientemente propuesta en el Congreso que, de prosperar, erosionaría gravemente, además, las finanzas públicas.
Teodoro Crisólogo Grández
Economista sénior del IPE
Sin el retroceso de la manufactura, el PBI habría acumulado un crecimiento de 0.4% durante los primeros ocho meses del 2023, en lugar de la caída de 0.6% que se registra a la fecha. La recuperación de la industria en el 2024 será posible en la medida que se implementen acciones efectivas para contener los efectos de la emergencia climática sobre la actividad, y que permitan revertir la persistente debilidad de la inversión privada, que acumula cinco trimestres consecutivos en negativo.
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