Boston no es el destino turístico de invierno más popular. Sin embargo, muchos economistas se sintieron decepcionados por la noticia de que el gran evento anual de su profesión, programado para realizarse en la ciudad a principios de enero, volvería a ser virtual.
Una mayor experiencia con las tecnologías de conferencias remotas significó que las reuniones se desarrollaron mejor que hace un año. Eso parecía apropiado para una conferencia dominada por especulaciones sobre cómo el COVID-19 podría alterar permanentemente la economía.
Muchas sesiones se dedicaron a esbozar las características probables del mundo pospandemia. Los nuevos hábitos se mantienen, y los economistas han recopilado datos para demostrarlo. Tomemos como ejemplo el trabajo remoto.
José María Barrero del Instituto Tecnológico Autónomo de México presentó los resultados de una investigación con Nicholas Bloom de la Universidad de Stanford y Steven Davis de la Universidad de Chicago. Desde mayo del 2020, los economistas realizan una encuesta mensual que, entre otras cosas, pregunta a los estadounidenses sobre sus planes para trabajar de forma remota. Hace un año, los resultados sugirieron que el trabajo remoto representaría el 20% de las horas de tiempo completo después de la pandemia.
Sin embargo, durante el año pasado, el trabajo remoto ganó popularidad. Según los resultados de la encuesta de diciembre, los investigadores estiman que el 28% de las horas podrían, en última instancia, trabajarse desde casa. Los empleados que alguna vez estuvieron indecisos ahora dicen que a veces pueden trabajar desde casa, dijo Barrero. Y los encuestados que siempre habían dicho que trabajarían de forma remota ahora planean pasar más tiempo haciéndolo. En total, se espera que alrededor del 15% de los trabajadores a tiempo completo sean completamente remotos en el futuro, y poco menos de un tercio trabajen de manera “híbrida”, un cambio dramático con respecto a antes de la pandemia, cuando solo el 5% de las personas trabajaban en casa.
El trabajo remoto persistirá porque la experiencia ha sido mejor de lo esperado y porque los trabajadores y las empresas han invertido tiempo y dinero (en conjunto, Barrero estima que valen alrededor del 0.7% del PBI de Estados Unidos) para mejorarlo aún más. Pero los nuevos ajustes también serán impulsados por las preferencias de los empleados. Aunque muchos trabajadores esperan volver a la oficina, una parte considerable, alrededor del 15%, dice que definitiva o probablemente abandonaría a los empleadores que no ofrecen opciones remotas. Esto ha creado una oportunidad para que las empresas jóvenes atraigan talento mediante la contratación remota, dijo Adam Ozimek de Upwork, una plataforma de trabajo independiente.
A medida que han aumentado las oportunidades de trabajar de forma remota, las personas se han vuelto más felices de alejarse de las grandes y costosas ciudades. Ozimek señaló que la investigación publicada a principios de la pandemia sugería que el impacto geográfico más significativo de los nuevos ajustes laborales estaría en la distribución de la población dentro de las ciudades.
Las reducciones en el tiempo de viaje al trabajo como resultado de los empleos híbridos producirían un “efecto de rosquilla” (donde el centro de la ciudad se vuelve más hueco o vacío, en tanto las empresas y personas se mudan a las afueras de la ciudad) a medida que las personas dejaran los centros de las ciudades por suburbios distantes. Pero el análisis de datos más recientes sugiere que los movimientos entre ciudades son cada vez más significativos.
Los lugares con altos costos de vivienda y una gran proporción de trabajadores en puestos que se pueden realizar de forma remota han experimentado un crecimiento más lento en los precios de la vivienda y los alquileres que otras áreas. Si bien los datos del 2020 envían un mensaje ambiguo sobre las tendencias migratorias, las cifras del 2021 muestran salidas claras de lugares de alto costo, como California.
Como resultado, algunas partes del mundo pueden enfrentar ajustes incómodos, al igual que la desindustrialización ejerció fuertes tensiones en partes de América y Europa en las décadas de 1970 y 1980. La investigación presentada en la conferencia por Conor Walsh de la Universidad de Columbia señaló que la carga económica de la pandemia recayó más en los trabajadores de servicios menos calificados en ciudades densas y costosas, quienes anteriormente atendían las necesidades de los trabajadores calificados. Un éxodo permanente de profesionales ejecutivos podría dejar a algunos trabajadores menos calificados atrapados en lugares con perspectivas laborales decrecientes.
Sin embargo, un futuro más remoto podría generar algunos beneficios compensatorios. Estudios de grupos específicos de la economía sugieren que los cambios relacionados con la pandemia tienen el potencial de aumentar la productividad. Emma Harrington, de la Universidad de Princeton, analizó una investigación que muestra que la productividad de los trabajadores en call centers aumentó un 7.6% cuando el trabajo se hizo de forma remota, sin una disminución detectable en la satisfacción del cliente.
Dan Zeltzer de la Universidad de Tel Aviv presentó un análisis del cambio a la telemedicina en Israel, que mostró que la utilización de los recursos tendía a aumentar y los costos a disminuir, con pocas señales de más diagnósticos perdidos u otros resultados negativos para la salud.
Virtualmente irreconocible
No está tan claro si tales ganancias se traducirán en una macroeconomía más fuerte. Janice Eberly, de la Universidad de Northwestern, atribuyó al trabajo remoto la reducción de la disminución del PBI a principios del 2020 en casi la mitad en relación con lo que podría haber sido de otro modo. Sin embargo, aunque el trabajo remoto podría aumentar las ganancias de las empresas al reducir los costos del espacio de oficina y mejorar el bienestar al reducir los desplazamientos, dudaba que fuera un cambio lo suficientemente fundamental como para conducir a ganancias de productividad duraderas. Eso coincidió con otros temores más generales sobre la economía pospandémica.
A Catherine Mann, del Banco de Inglaterra, le preocupaba que la inversión empresarial pudiera resultar insuficiente, debido a la incertidumbre sobre las perspectivas de crecimiento y los mercados poco competitivos. Aunque la inversión fue fuerte en el 2021, las encuestas recientes muestran una disminución del apetito por el gasto de capital, señaló, en comparación con la recompra de acciones y las fusiones.
Larry Summers, de la Universidad de Harvard, observó que, aunque los bancos centrales pueden tener dificultades para controlar la inflación a corto plazo, es probable que el crecimiento a largo plazo aún se vea restringido por los mismos vientos en contra, como el cambio demográfico, que soplaron antes del COVID-19. El resultado de la conferencia a menudo parecía ser que, aunque a las economías les ha ido mejor durante la pandemia de lo que mucha gente se atrevía a esperar, es probable que se decepcionen después. Pero a medida que los participantes de todo el mundo pasaban sin problemas de una sesión a otra, sin tener que visitar un aeropuerto o hacer cola para tomar un café, uno tenía que preguntarse si tales conclusiones no eran demasiado pesimistas.