La relación de las personas con el trabajo es compleja. A pesar de todas las quejas sobre la monotonía, burocracia, jefes enloquecidos por el poder y colegas recalcitrantes, las personas necesitan la seguridad de un trabajo. Un siglo de investigación ha demostrado que el desempleo es malo para la salud mental, lo que provoca depresión, ansiedad y reducción de la autoestima. En promedio, tiene un efecto aún mayor que el divorcio.
Pero, ¿cuánto trabajo necesita uno hacer? Un artículo reciente* del Centro de Investigación Empresarial de la Universidad de Cambridge aprovechó la oportunidad de la pandemia para examinar el impacto de la reducción de las horas de trabajo en el bienestar. Muchos empleados británicos fueron colocados en un programa de licencia, en virtud del cual se redujeron sus horas y sus salarios fueron subsidiados por el gobierno.
“Descubrimos que las personas que trabajan con horas de trabajo reducidas o que están en licencia no tienen una salud mental más precaria”, concluyen los autores. Esto sugiere que el bienestar social mejoraría si los gobiernos adoptaran esquemas de licencia en futuras recesiones, incluso cuando no sean provocados por un virus.
Lo que fue particularmente sorprendente es el poco trabajo que se necesitaba para mantener feliz a la gente. El umbral para una buena salud mental era solo un día a la semana; después de eso, parecía haber poca diferencia en el bienestar de las personas si trabajaban ocho horas o 48 horas a la semana. El impulso del trabajo proviene claramente del sentimiento de propósito, del estatus social que crea y de la camaradería de los colegas que realizan las mismas tareas.
Un poco de trabajo puede ser satisfactorio, pero mucho no lo es. Un esmerado analista junior de Goldman Sachs encuestó recientemente a sus pares y diseñó su informe al estilo de una presentación de investigación del propio banco de inversión. La encuesta encontró que los analistas de primer año habían trabajado un promedio de 98 horas a la semana desde principios del 2021 y solo lograban dormir cinco horas por noche.
Además, encontró que el 77% de ellos había sido objeto de maltrato en el lugar de trabajo, que el 75% había buscado o considerado buscar asesoramiento y que, en promedio, el grupo había sufrido fuertes deterioros en la salud física y mental. Como era de esperar, los analistas pensaron que era poco probable que todavía estuvieran trabajando en el banco dentro de seis meses.
Para ser justos con Goldman Sachs, la encuesta solo tuvo 13 encuestados. Los trabajadores descontentos pueden haber sido los más propensos a responder. Y la reacción del banco fue moderada. “Tras un año del COVID, la gente está comprensiblemente bastante estresada, y es por eso que escuchamos sus preocupaciones y tomamos varias medidas para abordarlas”, dijo un portavoz.
Sin embargo, la reacción general a la noticia fue notablemente indolente. En opinión de algunas personas, los jóvenes analistas deberían haber esperado ser tratados de esa manera; después de todo, por eso se les pagaba tan bien. Los veteranos de la industria de la banca de inversión evocaron la frase “era igual en mi época. Nunca me hizo ningún daño”. Pero es difícil entender por qué los jóvenes analistas de Goldman (o de hecho, cualquier persona) deberían esperar sufrir abusos en el lugar de trabajo. Se unieron a un banco, no a la mafia.
Tampoco tiene mucho sentido desde una perspectiva comercial que los empleados trabajen tanto tiempo que solo puedan dormir cinco horas por noche. Difícilmente pueden funcionar con la máxima eficiencia cuando están cansados. Seguramente es mejor contratar más analistas y pagarles a cada uno un poco menos.
El hecho de que el personal profesional subalterno siempre haya trabajado muchas horas no es una buena explicación para acumular estrés en los jóvenes al comienzo de sus carreras. Suena al legendario lema de la marina: “Las palizas continuarán hasta que mejore la moral”.
Claramente, las economías no pueden prosperar si todos trabajan un día a la semana. Pero la necesidad de limitar las horas de trabajo excesivas se hizo patente en la época victoriana. Durante gran parte del siglo XX, la duración de la semana laboral media disminuyó, mientras que la producción siguió aumentando.
Habrá ocasiones en las que la gente tendrá que trabajar hasta tarde o levantarse temprano para terminar un proyecto. Sin embargo, día tras día, un estilo de vida de muchas horas laborales es malo para la salud de los trabajadores. Algunas organizaciones pueden ver el apetito por trabajar duro como una señal de la voluntad de un empleado de poner su trabajo por delante de sus familiares y amigos. Si es así, no necesitan tener mejores empleados. Necesitan mejores gerentes.
* “Cut hours, not people: No work, furlough, short hours and mental health during the covid-19 pandemic in the UK”, por Brendan Burchell, Senhu Wang, Daiga Kamerade, Ioulia Bessa y Jill Rubery.