“Lo semejante atrae a lo semejante”, frase conocida como la ley de atracción, ya era citada en la época de los romanos bajo la forma “similia similibus curantur”. Las personas tenemos una tendencia natural a convivir con personas similares a nosotros.
Estudios sobre los sesgos inconscientes demuestran que en procesos de recruiting un importante número de directivos elige a la persona con quien siente mayor afinidad. Los gustos, los hobbies y las pasiones similares, así como ser de la misma ciudad o de la misma escuela, terminan por inclinar la balanza.
Esta es una manera natural de crear entornos confortables, desenvolviendo nuestros días rodeados de personas que piensan como nosotros.
Agreguemos el entorno digital. Aparecen los grupos de Whatsapp para debatir sobre los sucesos empresariales, sociales o políticos entre quienes piensan y sienten de manera similar a nosotros. Nuestras comunidades en Facebook, Instagram, LinkedIn, Clubhouse, Bigo Live, TikTok, Youtube, etc., van en la misma línea. Twitter se sale un poco de ese esquema, pero muy poco, porque finalmente “sigo a quien me gusta seguir”. Con la prensa tradicional repetimos esa “selección natural de entorno confortable”.
Vivimos en un trozo de la realidad –nuestro trozo– y somos grandes desconocedores de los trozos de quienes piensan diferente. Asumimos la tolerancia en nuestro barrio, pero respecto del barrio vecino la tolerancia es intransigencia. Exactamente lo mismo, en sentido inverso, pasa en el barrio vecino. Por eso tenemos una sociedad polarizada.
La ausencia de “auténtica diversidad” en nuestro entorno nos impide entendernos y ocasiona que no podamos gestionar las diferencias.
El líder consciente debe abrir espacio para acoger las ideas que no le gusten —siempre enriquecedoras— y al mismo tiempo difundir sus ideas entre aquellos que piensan diferente. Pasar de trabajar hacia un objetivo común a trabajar en definir ese común objetivo, donde “común” es más importante que “objetivo”. Es momento de salir del modo “mi palabra contra la mía” y saltar a la arena del “convencer antes que vencer”.
Claves
- Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo (Miguel de Unamuno, el 12 de octubre de 1936).
- Los sesgos inconscientes afectan la diversidad cultural y promueven burbujas informativas.
- Los ciudadanos ayudamos a polarizar la sociedad cuando usamos nuestras redes sociales en tono intransigente.