Todos sabemos que se necesita una comunicación clara para colaborar exitosamente con nuestros gerentes y miembros del equipo, pero a menudo es una de las habilidades más difíciles de dominar para alguien nuevo en la fuerza laboral. ¿Por qué? Porque muchos de nosotros tendemos a asumir que otras personas ven y experimentan las cosas de la misma manera que nosotros.
Para ir más allá de nuestras suposiciones y estar en sintonía con nuestros colegas, debemos desarrollar nuestra capacidad de hacer que nuestros pensamientos y suposiciones sean más visibles para la persona con la que estamos hablando. También debemos buscar oportunidades para aprender más sobre sus pensamientos y suposiciones.
Es probable que haya oído hablar de esta habilidad antes. Se llama “leer la habitación” y es un superpoder de comunicación.
A continuación, se presentan tres prácticas que le permitirán “leer mejor la habitación”.
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Paso 1: concéntrese en el “cómo”, en lugar del “qué”.
En cualquier conversación, habrá dos hilos paralelos sucediendo simultáneamente. El primero es el “qué”. Este es el contenido (o el tema) de la conversación.
El segundo hilo es el “cómo”. Así es como hablan entre sí: la forma en que interactúan, los tipos de lenguaje que se utilizan y las reglas habladas o tácitas sobre qué voz tiene más poder en la interacción.
Cuando conversamos con otros, tendemos a centrarnos en el qué. Pero para tener conversaciones más efectivas sobre cualquier tema, el primer paso a dar es comprometerse a centrarse en el cómo.
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Paso 2: exprese sus observaciones
Una vez que haya dado un paso atrás para considerar la dinámica de una conversación, puede crear una “pausa” haciendo una observación neutral en voz alta. Esta es una forma de ralentizar la interacción y crear más espacio para que todos estén en sintonía.
En su libro, “Reading the Room”, David Kantor llama a esto “actitud”, una forma efectiva de comenzar a sacar a la superficie algunas de las realidades invisibles que están afectando su conversación.
Paso 3: tenga curiosidad
Ahora que se está concentrando en la dinámica de la conversación desde un lugar de apertura, en lugar de suposición, está en una mejor posición para comprender lo que está sucediendo tanto para usted como para los demás participantes.
Puede sacar a la superficie activamente las realidades invisibles de la otra persona si muestra curiosidad y hace que su invitación (siguiendo su actitud) sea aún más específica.
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Considere estos diferentes escenarios:
Si alguien no está contribuyendo con su voz, comparta amablemente esta observación y luego pregúntele si ve algo que falta en la conversación.
Si alguien parece frustrado, llame la atención sobre el sentimiento y luego intente preguntar: “¿Qué te está pasando en este momento?”.
Si alguien rechaza constantemente las ideas que otros proponen, nómbrelas y luego pregunte: “¿Qué ideas has escuchado de otras personas a las que apoyas o con las que te alineas?”
En cada uno de estos ejemplos, sentir curiosidad por sus observaciones abre la conversación a un espacio de aprendizaje.
Por Marsha Acker
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