Se suele decir que alguien renunció a su trabajo, pero a veces realmente a quien se decide dejar es al jefe. De hecho, según un estudio realizado por Aptitus, el 86% de las personas se va del trabajo por un clima laboral negativo y por malos jefes. Esto se debe a que probablemente tienen un débil liderazgo. ¿Cómo son estas personas?
Según el formador Chris Croft, un jefe débil o difícil es alguien que no sabe delegar, o que no se ha dado cuenta de que el agradecimiento y el apoyo son más efectivos que la presión y las críticas.
Y, de acuerdo con Viviana Vélez, consultora asociada y coach profesional de LHH DBM Perú, el perfil de los jefes difíciles suele contener agresividad, manipulación, egoísmo, no saber escuchar, mala comunicación, falta de empatía y poca flexibilidad.
Un inexperto como líder
Aquellos gerentes que carecen de experiencia previa en ese tipo de roles pueden despertar incertidumbre en el equipo por sus decisiones sin mucho sentido, con lo cual afectan la concentración de los colaboradores.
Pero sobre todo, las personas percibirán que su jefe es débil cuando se aproximan los problemas. “Cuando las cosas van mal, hibernan en sus oficinas e interactúan muy poco con el equipo. Esta es la señal de un líder débil”, explica el portal Business Insider.
Alguien que ocupa un cargo de liderazgo por primera vez debe mantener la mente abierta a la retroalimentación y estar disponible a escuchar lo que podría hacer mejor. Es importante que esta tarea no se limite a encuestas de satisfacción en la oficina, o que se use un portavoz para justificar sus acciones sin estar presente en dicha reunión.
Eso sí, Vélez advierte que su actitud frente a las sugerencias de los colaboradores, va a ser “como querer trepar una pared de hielo sin arnés. No solo nos chocaremos y tendremos una respuesta negativa por parte de nuestro jefe, sino que nos resbalaremos e iremos más lejos del punto de partida”.
Sin decisiones claras
Cuando no se tiene clara la visión de lo que se necesita hacer en la empresa, un mal líder constantemente cambiará de opinión o, terminará por no tomar ninguna decisión. Así, el equipo tiene poco ánimo de planear pues sabe que tal vez no sirva su esfuerzo invertido en algo que hasta un día antes era válido.
En estos casos se aconseja que el jefe no solo sea entusiasta, sino que tenga el poder de convertir ideas en proyectos.
¿Si no quiero renunciar?
Si usted no desea cambiar de empleo, Vélez le sugiere intentar tener acercamiento con su jefe para pedir una actualización de cinco minutos una vez a la semana en el caso de que este no tenga una buena comunicación.
“Si es de los jefes que se atribuyen los méritos, dar a conocer entre tus compañeros tus ideas y logros antes que él o ella se los atribuyan”, añade la experta.
LAS CLAVES
- Actuación ante los problemas. La reacción de un mal líder suele ser echar culpa a los demás de sus errores.
- Terreno frágil. La inexperiencia de un jefe débil hacen que este evite tomar decisiones o las cambie constantemente.
- Oídos sordos. Un líder que se esconde en su oficina ante los problemas tampoco escucha consejos.