Revés para la heredera de Huawei y directora financiera del gigante chino, Meng Wanzhou, y más problemas para el Gobierno canadiense después de que este miércoles una jueza canadiense dictaminara que el proceso de extradición a Estados Unidos de la ejecutiva puede proceder.
La sentencia de la magistrada Heather Holmes, del Tribunal Supremo de la provincia de Columbia Británica, es una jarro de agua fría a las aspiraciones de Meng y su equipo de abogados, algunos de los mejores de Canadá, de parar en seco el proceso de extradición a Estados Unidos.
La defensa de Meng, hija del fundador de Huawei y una de las mujeres más acaudaladas de China, había solicitado la anulación del proceso de extradición al considerar que Washington la acusa de violar las sanciones impuestas por Estados Unidos contra Irán y que Canadá no tiene sanciones contra las autoridades iraníes.
Pero según Holmes, el proceso puede continuar, lo que puede suponer años en el sistema judicial canadiense, porque se cumple el principio de doble incriminación, básico en los procesos de extradición y que establece que, para que una persona pueda ser extraditada a otro país, el delito del que se le acusa debe ser también delito en el lugar en que se encuentra.
En su sentencia, Holmes señaló que ha concluido que, "como cuestión de ley, el requisito de doble incriminación para la extradición puede establecerse en este caso. Los efectos de las sanciones de Estados Unidos pueden jugar de forma apropiada un papel en el análisis de la doble incriminación como parte del contexto contra el que se examina la supuesta conducta".
Ahora, Meng, que vive con su familia en una de las dos mansiones que posee en Vancouver, tendrá que comparecer de nuevo ante los tribunales de Vancouver el 15 de junio para proseguir el proceso de extradición.
Tensiones diplomáticas
Para el Gobierno del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, la decisión de Holmes agudizará el empeoramiento de las relaciones entre Ottawa y Pekín que entraron en barrena cuando el 1 de diciembre del 2018, la Policía detuvo en el aeropuerto de Vancouver a una confiada Meng cuando hacía escala hacia México.
Los últimos 18 meses han sido un calvario para Trudeau, quien está un poco en medio de la lucha geopolítica que mantienen la Administración del presidente estadounidense, Donald Trump, y las cada vez más envalentonadas autoridades chinas.
Estados Unidos acusó a Meng de fraude bancario para evadir las sanciones comerciales contra Irán, algo negado por Huawei, en medio de un creciente conflicto político-arancelario con China. La situación se complicó todavía más cuando Trump insinuó que podría utilizar la detención de Meng para presionar a Pekín en las negociaciones comerciales.
También llevan encarcelados 18 meses dos ciudadanos canadienses, el diplomático en excedencia Michael Spavor y el empresario Michael Kovrig, detenidos por Pekín al parecer en represalia por el arresto de Meng y que han sido acusados con el delito capital de "recopilar, proveer y vender secretos de Estado a fuerzas extranjeras".
Trudeau se ha esforzado desde diciembre del 2018 en conseguir la liberación de Spavor y Kovrig y ha intentado hacer entender a las autoridades chinas que el sistema judicial canadiense es independiente, por lo que no puede intervenir en las decisiones de los tribunales.
Este miércoles, el ministro de Asuntos Exteriores de Canadá, François-Philippe Champagne, insistió en ese mensaje al señalar en un comunicado que la decisión "sobre doble incriminación en el proceso de extradición de Meng Wanzhou fue una decisión independiente del Tribunal Supremo de Columbia Británica".
Champagne explicó que la prioridad de Ottawa es la liberación de Kovrig y Spavor y clemencia para Robert Schellenberg, otro canadiense condenado por las autoridades chinas a muerte por tráfico de drogas.
"Seguiremos buscando una relación de principios con China para responder a nuestras diferencias bilaterales y cooperar en áreas de mutuo interés", añadió el ministro canadiense.
Esta última parte de la frase ha sido entendida por algunos analistas en el país como una referencia a la necesidad que tiene en estos momentos Canadá de los envíos de material de protección sanitaria procedentes de China para combatir el COVID-19.
Necesidad que coloca, aún si cabe más, al Gobierno de Trudeau en una complicada situación ante el caso de la extradición de Meng.