Por Mark Gongloff
Tratar de seguir el paso a Elon Musk es tan complicado como intentar predecir un terremoto. Sin embargo, el estado de las cosas es que Elon Musk quiere comprar Twitter por los US$ 54.20 por acción que ofreció inicialmente en abril, según Bloomberg News.
¿Qué significa esto para él y para Twitter? ¿Se trata de buenas o malas noticias para cualquiera de ellos que parece estar listo para abandonar sus riñas legales y hacerse cargo de la empresa que ha criticado durante meses? Esa respuesta depende de lo que le apetezca a Elon Musk en este momento, o mañana, o pasado mañana. Pronosticar lo que se avecina es una tarea prácticamente imposible
La decisión de Musk de comprar Twitter hace seis meses parecía estar basada en un poco más de previsión que sus decisiones anteriores de, por ejemplo, tuitear que privatizaría Tesla (lo que lo metió en otro lío legal con la SEC), o bien, burlarse de la apariencia de Bill Gates o afirmar que su Cybertruck (aún no fabricado) también tendría la capacidad de flotar como un barco. Ninguna de esas son el tipo de cosas que hacen los directores ejecutivos tradicionales.
Sin embargo, esta broma tuvo consecuencias reales: elevó el precio de las acciones de Twitter y encerró a Musk en un laberinto del que desde entonces intenta salir. Los accionistas de Twitter sin duda estaban encantados de ser comprados al precio de oferta inicial de Musk, y probablemente la alegría haya vuelto a juzgar por el aumento del precio de las acciones tras la última noticia.
No igual de satisfechos deben de estar los bancos de Wall Street que ahora tendrán la tarea de vender miles de millones en deuda de compra en medio de la inestabilidad del mercado.
Quienes seguro tampoco la pasaron bien durante esta terrible experiencia, fueron los empleados de Twitter. Aunque probablemente haya sido Musk el que menos se emocionó cuando se dio cuenta de que pronto tendría que reunir US$ 44,000 millones para posteriormente convertirse en dueño de una empresa de redes sociales que nunca supo cómo ganar dinero.
También existe la posibiidad de que Elon Musk sea quien arregle Twitter, o al menos quien mantenga a flote el precio de sus acciones. Su toque personal ha sido ingrediente clave en la fórmula secreta que ha hecho de Tesla Inc. una empresa valorada en US$ 760,000 millones, a pesar de sus propios obstáculos con la cuestión de hacer dinero. Sin embargo ese toque podría estar acercándose al final de su vida útil.
Los potenciales compradores de autos eléctricos comienzan a sentirse desalentados ante las travesuras en línea de Musk, que últimamente siguen desviándose hacia controversias que la mayoría de los directores ejecutivos evitan públicamente. Las acciones de Tesla cedieron terreno este jueves ante la posibilidad de que Musk podría buscar vender más de estas para recaudar efectivo. Pero su abrupto cambio de sentido en la compra de Twitter, descartando todos esos argumentos vehementes de que la compañía le ha estado mintiendo sobre los bots y demás, parece ser otro golpe a su reputación.
En cuanto a los usuarios de Twitter y público en general, volvemos al punto de partida y nos preguntamos cómo manejará Musk el tema de la censura de Twitter, el ímpetu de todo este fiasco en primer lugar.
¿Dejará que Donald Trump regrese a la plataforma justo a tiempo para las elecciones del 2024? Luego está todo el asunto de los bots, que aparentemente sigue siendo una prioridad para el multimillonario, al menos si se toma al pie de la letra su acusación de que su “plan de paz” en Ucrania fue obra de un ejército de bots, como afirmó.
Al final, quizás solo una bola de cristal nos podría dar todas esas respuestas.