En sus casi 60 años de existencia, el Café Haití de Miraflores ha sido más que el punto de encuentro de distintas generaciones. El local, que aparece en las páginas de escritores como Vargas Llosa, Ribeyro y Bayly, se encuentra entre la disyuntiva de reencontrarse con su público o cerrar definitivamente.
“Aquí se han cerrado pactos políticos, se han celebrado bautizos e incluso la familia de un cliente muy asiduo nos pidió esparcir sus cenizas frente a la terraza”, cuenta Stefano Arfinengo Neri, gerente general del negocio.
Arfinengo nos cuenta otros detalles sobre la empresa.
1. Reactiva Perú fue una opción que no prosperó
Café Haití es un negocio familiar que le pertenece a Arfinengo, su hermana y primo. Lo heredaron de su abuelo, que abrió el primer local cerca a la plazoleta Pizarro, al costado de Palacio de Gobierno, en la década de 1950.
“Siempre cuento que fuimos los pioneros en inculcar el consumo de café en el Perú. Durante los primeros meses, mi abuelo regalaba tazas de café americano o cortado a los clientes. En esa época, los peruanos estaban acostumbrados a tomar desayuno sin café”, comenta.
Por eso, el restaurante le debe su nombre a una marca italiana de máquinas de café.
De vuelta al presente, el gerente señala que solicitaron ser parte del programa Reactiva Perú. Sin embargo, “nos aprobaron un monto muy pequeño. Lo dejamos de lado porque no fue un apoyo significativo”, afirma Arfinengo.
2. No hay lugar para la reinvención
Arfinengo sostiene que Haití no correrá el riesgo de convertirse en un minimarket o de apostar por el delivery, como han hecho otras marcas. “Hay lugares a los que la gente va no solo por la comida, sino por el servicio, por la atención, porque es un punto de encuentro”, enumera.
Esas características, cuenta Arfinengo, hizo que por sus mesas pasaran expresidentes y personajes de la cultura local como Oswaldo Cattone y otros de talla internacional como la banda Aerosmith.
3. Otras crisis a las que sobrevivió
Arfinengo cuenta que el Café Haití sobrevivió todo este tiempo a pesar de diversas crisis que afrontó el país. Menciona, por ejemplo, la época del terrorismo. “Dejaron una bomba en un maletín en el Haití y otra en el chifa Pacífico”. Por suerte, el explosivo nunca detonó. Sin embargo, cuenta que de todas las crisis en décadas, esta es la peor. “Soy gerente general durante 15 años, pero nada se compara con lo que vivimos ahora”, se lamenta.
4. Volver a empezar con las mismas ganas
Arfinengo prefiere mantenerse cauto sobre el futuro de la marca. Sostiene que si abren nuevamente sus puertas, no habrá una reducción de carta.
Asimismo, sostiene que se ha llegado a acuerdos con los trabajadores y mantener algunos puestos hasta ahora. Antes de la crisis, la plana laboral era de 60 personas. Hoy, no obstante, solo quedan menos de la mitad.