Codelco, el mayor productor de cobre del mundo, tiene algunas palabras tranquilizadoras para los operadores preocupados de que un resurgimiento de los casos de COVID-19 en Chile interrumpirá la oferta del metal.
“Definitivamente no”, dijo Juan Benavides, presidente de Codelco, cuando se le preguntó si el endurecimiento de las restricciones de esta semana interrumpiría las operaciones o los envíos de la compañía.
El martes en una entrevista, dijo que Codelco logró incrementar la producción del primer trimestre a pesar del aumento de los contagios en Chile. “Estamos este año con un incremento de producción hasta la fecha”.
Durante la pandemia, las minas chilenas, que representan más de una cuarta parte de la oferta global, han podido mantener altos niveles de producción al introducir cambios de turno, hacer pruebas y seguimientos de contactos, y postergar actividades no esenciales. Eso ha sido una bendición para las fundiciones chinas hambrientas de material en medio de interrupciones en el suministro de otros lugares y la recuperación de la demanda.
Aun así, en los últimos meses, la producción de Chile se ha reducido ligeramente frente a los niveles de hace un año, lo que sugiere que minas como Escondida de BHP Group pueden estar experimentando fatiga de las medidas adoptadas para combatir el COVID-19.
Ahora la industria se enfrenta a otra dura prueba. A pesar de lanzar uno de los programas de vacunación más rápidos del mundo, Chile ha observado un aumento en el número de casos y hospitalizaciones a niveles récord, lo que ha llevado a las autoridades a cerrar las fronteras a ciudadanos y residentes extranjeros y a exigir a todos los camioneros que presenten una prueba negativa antes de ingresar.
Si bien el Gobierno dice que las nuevas medidas no afectarán a la minería o al transporte marítimo, los operadores no están convencidos, y la inquietud respecto de la oferta ayudaron a enviar los futuros a un máximo de dos semanas.
“El programa que implementamos al inicio de esta pandemia, que hemos ido perfeccionado en el tiempo, nos ha dado un excelente resultado en la continuidad operacional”, dijo Benavides. Si bien puede haber nerviosismo por los cierres de fronteras, “de ninguna manera nos afecta en cuanto a los trabajos operacionales o procesos productivos”.
Si bien Chile aún no ha dado a conocer las cifras de producción de cobre de marzo, el miércoles el banco central informó que los ingresos por exportaciones del metal alcanzaron un máximo de ocho años el mes pasado, apoyando el tono optimista de Benavides.
El cobre subió al nivel más alto en casi una década a fines de febrero ante la posibilidad de que las vacunas y los estímulos apuntalaran una fuerte recuperación mundial. Desde entonces, los precios han bajado en medio de nuevos confinamientos y una apreciación del dólar.
No obstante, muchos analistas prevén un nuevo repunte a medida que la demanda se recupere a nivel mundial y la oferta flaquee. La Administración de Biden respalda las perspectivas con un plan de infraestructura de US$2,25 billones.
La recuperación del metal también está acompañada por un aumento en la demanda de bienes a medida que la pandemia obstaculiza los servicios. Si bien el cobre está bien respaldado para un futuro de cambio hacia la energía limpia y la movilidad eléctrica, la demanda de bienes puede disminuir a medida que las economías se normalizan y los servicios se abren, dijo Benavides.
Los fundamentos del metal son fuertes, pero eso no significa que haya entrado en un nuevo superciclo, dijo. Es probable que la demanda crezca un 2%-3% al año durante los próximos cinco años, superando el aumento de la oferta de aproximadamente 2%. Eso se compara con el crecimiento de dos dígitos del consumo de China en el último gran repunte de los precios.
“Podría haber un pequeño déficit allí, pero los mercados también siempre se ajustan, se ajustan por razones tecnologías, por sustitutos”, dijo. “También, este precio es un incentivo tal vez al desarrollar de algunos proyectos que son marginalmente de costos mayores”.
En los últimos años, Codelco ha participado en el programa de inversión más fuerte de la industria del cobre después de décadas de baja inversión en sus depósitos antiguos. Una nueva mina subterránea en Chuquicamata está en marcha según lo previsto, mientras que los proyectos en Andina, El Teniente y Salvador están dentro de los objetivos a pesar de la pandemia, dijo.
La meta de la empresa estatal es mantener la producción anual en torno a 1.7 millones de toneladas métricas.
“Eso, por ahora, es más que suficiente, sin embargo, estamos permanentemente, y es uno de los puntos centrales de la estrategia, viendo cómo convertir recursos actuales en reservas y llevar eso a nivel de producción”, dijo, y mencionó más expansiones en las minas Radomiro Tomic y Andina como proyectos potenciales. “Hoy no hay nada definido”.