Para poder operar las empresas necesitan, sobre todo, un mundo donde hacerlo. Pero este corre el riesgo de sobrecalentarse muy pronto. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la Organización de Naciones Unidas (ONU) concluye en un reciente informe que las emisiones continuas de gases de efecto invernadero podrían superar el límite de 1.5 grados centígrados de la temperatura global en apenas una década.
Eso significa, en resumen, que casi 1.000 millones de personas estarían en peligro de muerte por las olas de calor, que cientos de millones más tendrían que luchar por agua debido a las sequías, y que muchas especies animales y vegetales desaparecerían.
“El cambio climático peligroso —ya no esa idea futurista de potenciales impactos— que trae incendios y olas de calor, que afectan vidas, infraestructura y ecosistemas, ya está aquí”, asegura Pía Zevallos, socia fundadora de Libélula y directora del Proyecto de Apoyo a la Gestión del Cambio Climático.
Debido a que el tiempo para actuar es muy corto, Zevallos considera que el mundo necesita cambios drásticos. “Las empresas han empezando muy bien al medir su huella de carbono y tratar de reducirla. Pero esas son mejoras marginales”, señala. La especialista sostiene que el sector privado necesita, más bien, desplegar procesos de innovación que permitan solucionar el problema del cambio climático.
¿Qué pueden hacer las empresas?
El mundo tiene que reducir las emisiones en aproximadamente la mitad para el 2030 y se necesita tener cero emisiones netas en el 2050 para no superar el umbral de los 1.5 grados centígrados.
Zevallos sugiere que las empresas consideren, por ejemplo, las siguientes medidas para enfrentar el cambio climático:
- Promover y utilizar energías renovables (eólica, hídrica, solar). Las empresas pueden hacer contratos directos con generadoras de energías renovables.
- Adoptar progresiva y permanentemente el trabajo descentralizado (tener un espacio de trabajo más cercano a casa) para reducir el uso de combustible.
- Optar por modelos de negocios circulares generando la menor cantidad de residuos posibles.
- Pensar en una agricultura regenerativa y en el manejo sostenible de los bosques amazónicos.
- Apostar por los vehículos híbridos y, eventualmente, por los autos eléctricos.
Para implementar algunas de estas medidas, se debe tener primero una profunda comprensión de quienes resultarían afectados y crear soluciones para ellos también —como sería, por ejemplo, el caso del sector transporte ante la implementación del trabajo descentralizado—, para así no perjudicar la reactivación económica.
“Este debe ser el nuevo motor de la innovación. Las empresas tienen que pensar no solamente en cómo reducen su impacto, sino en cómo se vuelven parte de la solución”, dice Zevallos.
El problema del cambio climático ya no se restringe solo a conversaciones en la ONU o en el Acuerdo de París, sino que también abarca a otros actores, como al G20 y al Foro Económico Mundial. Es una tendencia global, pero aún falta. “Las empresas tienen que entrar a tallar. Tienen que poner sus capacidades de innovación y generar soluciones a gran escala para resolver el reto del cambio climático”, insiste Zevallos.