Por Noah Smith
Los directores ejecutivos de cuatro de las compañías de tecnología más grandes de Estados Unidos, Alphabet Inc., Apple Inc. Facebook Inc. y Amazon.com Inc., comparecieron esta semana ante el Congreso para responder a las críticas de que tienen demasiado poder de mercado. La audiencia mostró que los legisladores están comenzando a comprender qué es y qué no es importante a la hora de regular estas grandes empresas. Y también mostró un mayor enfoque en el área más importante de la política antimonopolio: fusiones y adquisiciones, y si los reguladores han ejercido suficiente vigilancia.
En los últimos años, las grandes empresas de tecnología se han vuelto cada vez más importantes para la economía y los mercados financieros de Estados Unidos. Las cinco compañías tecnológicas más grandes (las cuatro que testificaron, más Microsoft Corp.) ahora representan más de un quinto de la capitalización de mercado del S&P 500. Durante la pandemia de coronavirus, su valor solo ha aumentado:
Cuando algunas empresas se vuelven tan grandes y dominantes, tiene sentido pensar en cómo podrían estar usando su tamaño para controlar injustamente los mercados.
Una defensa típica contra tales acusaciones es que las compañías tecnológicas no son monopolios. Si esto es cierto depende de cómo se definan los mercados. Por ejemplo, Google es abrumadoramente dominante entre los motores de búsqueda, pero solo tiene aproximadamente un tercio de los ingresos por publicidad digital. El director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, argumentó que su compañía enfrenta una intensa competencia en muchos mercados, especialmente de las otras principales compañías de tecnología.
Pero enfocarse en si una empresa es o no un monopolio, no tiene sentido. Los oligopolios, donde algunas grandes empresas dominan el mercado, también tienden a ejercer cierto grado de poder de mercado. En teoría, pueden permitir que actores poderosos eleven los precios al consumidor, paguen menos a los trabajadores y presionen a los proveedores.
En el caso de las grandes empresas de tecnología, los precios al consumidor generalmente no son el problema. Los servicios prestados a los consumidores por Google y Facebook tienden a ser gratuitos, mientras que los grandes márgenes de Apple se deben principalmente a la disposición de los consumidores a pagar mucho por el valor de marca de un iPhone. Los salarios son una preocupación ligeramente mayor. Las grandes empresas de tecnología ya han sido atrapadas y multadas por ponerse de acuerdo para mantener bajos los salarios de los ingenieros, y se ha puesto mucha atención en los bajos sueldos y las malas condiciones de trabajo de las bodegas de Amazon. Pero, en última instancia, las grandes empresas de tecnología no emplean a muchas personas y sus actividades anticompetitivas comprobadas han involucrado principalmente a trabajadores con remuneraciones altas. Entonces, si bien la supresión salarial de las grandes empresas de tecnología merece ser monitoreada de cerca, probablemente aún no sea una amenaza importante para los mercados laborales de EE.UU.
Una mayor preocupación concierne a los proveedores. Las compañías de plataformas dependen de una red de compañías externas: comerciantes que venden en Amazon, sitios web que publican anuncios de Google, desarrolladores de aplicaciones que venden en la App Store de Apple, etc. El tamaño de las plataformas potencialmente les permite extraer mucho valor de estas compañías más pequeñas, exigiendo una mayor parte de sus ingresos o incluso creando y luego favoreciendo la competencia de su propio producto.
A largo plazo, como ha argumentado el editor de tecnología Tim O’Reilly, las grandes compañías tecnológicas probablemente se osificarían y finalmente perderían al canibalizar sus propios ecosistemas de terceros, pero siempre existe el peligro de que las ganancias a corto plazo resulten demasiado tentadoras. Por lo tanto, es bueno que el Congreso haya centrado parte de su atención en la necesidad de mantener relaciones justas entre plataformas y proveedores. En última instancia, este problema probablemente tendrá que resolverse con una regulación, porque la separación de las compañías de plataformas eventualmente hará que surjan nuevas plataformas y se vuelvan dominantes.
Otra preocupación son los precios que las compañías de servicios en línea cobran a los anunciantes. Según algunas estimaciones, más de la mitad del gasto en publicidad digital ahora va a Google o Facebook, y el competidor de más rápido crecimiento es Amazon. Los anunciantes son los verdaderos clientes que pagan por los servicios en línea gratuitos para los consumidores.
Esta es una razón por la que los legisladores están preocupados por las plataformas que compran a la competencia. El director ejecutivo de Facebook, Zuckerberg, admitió en la audiencia que compró la compañía de redes sociales Instagram en el 2012 como una forma de evitar un posible competidor. Ha habido acusaciones de que la compañía intentó o amenazó con hacer lo mismo con otras redes sociales más nuevas, diciéndoles que si no aceptaban una oferta, Facebook lanzaría un producto que compitiera con ellas y las haría desaparecer.
En última instancia, los precios podrían aumentar para los anunciantes si las propiedades de Facebook son la única forma en que pueden llegar a los usuarios de las redes sociales. Ese tipo de compras y amenazas de compra también podrían tener un efecto negativo en la formación de nuevas empresas y el dinamismo económico, porque tan solo la amenaza de la competencia de una empresa dominante puede disuadir a los nuevos participantes. El profesor de la Facultad de Derecho de Columbia, Timothy Wu, ha argumentado que tales compras son ilegales según la ley antimonopolio actual.
Entonces, si hay algún caso para una acción antimonopolio contra las grandes empresas de tecnología en este momento, probablemente tenga que ver con la adquisición de competidores advenedizos. A diferencia de la mayoría de los problemas que rodean a las grandes empresas de tecnología, que son complicados y confusos debido a la forma en que los efectos de la red en línea cambian la economía de escala, la preocupación por las fusiones anticompetitivas que elevan los precios es muy antigua y muy común.
En cualquier caso, es algo muy bueno que el Congreso comience a prestar más atención a los problemas de concentración industrial y oligopolio en la economía estadounidense. Obviamente, el caso de las grandes empresas de tecnología es el más conocido y popular, pero con el aumento de la concentración en la mayoría de las industrias, es de esperar que estas audiencias sean un punto de partida para una reexaminación más amplia del valor de las megafusiones y las grandes empresas dominantes.