La avícola San Fernando es considerada una de las empresas peruanas más destacadas en la industria de consumo masivo en Perú. En la actualidad, venden pollos, pavos, embutidos, carne de cerdo, huevos, hamburguesas localmente y en otros países de la región, como Bolivia, Colombia, Panamá y Ecuador. Sin embargo, sus inicios no fueron fáciles, ya que pasó por momentos familiares complejos para luego enfrentar retos empresariales que amenazaron la gesta de esta empresa. Conozca la línea de tiempo
Su historia comienza cuando Perú recibía a miles de inmigrantes japoneses. En ese proceso, un adolescente de 15 años llamado Julio Soichi Ikeda Tanimoto, oriundo de la prefectura de Okayama llegó en 1927 al país, preparado para comenzar su vida como agricultor.
Con el tiempo, pudo ahorrar suficiente dinero para emprender en la producción de sillao (salsa de soya), un negocio que le brindó cierta estabilidad económica durante varios años. Más adelante, se casó con Rosa Matsuwaka y, para 1944, ya tenían dos hijos llamados Julio y Máximo. La vida parecía transcurrir de manera tranquila, incluso mientras el mundo se veía envuelto en la Segunda Guerra Mundial.
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La Segunda Guerra Mundial como factor clave
Con el pasar de los meses, Perú no pudo mantenerse al margen de este conflicto bélico a nivel mundial y, en el último momento, declaró la guerra a Japón. Como resultado, Ikeda y sus compatriotas japoneses dejaron de ser bienvenidos en Perú, lo que llevó a su deportación a Estados Unidos y a la confiscación de todos los bienes que habían logrado acumular a lo largo de los años.
En este punto, él y su familia lo habían perdido todo y la situación empeoró aún más cuando fue recluido en un campo de concentración en Estados Unidos. Aunque la guerra solo duraría un tiempo más, una vez liberado, Ikeda decidió regresar a Perú con su familia y comenzar de nuevo.
La situación económica en el país era desesperada, e Ikeda y su familia no tenían un lugar donde vivir, por lo que se alojaron en la casa de un familiar.
Con pocas opciones pero sin perder el rumbo, Ikeda comenzó un negocio de venta de patos, que inicialmente no despegaba y no generaba suficientes ingresos para mantener a su creciente familia, que ya esperaba a su cuarto hijo.
A pesar de las dificultades, el negocio se diversificó hacia la venta de huevos y gallinas, que fueron el sustento de los Ikeda durante aproximadamente 15 años. Aunque apenas rentable, este negocio les permitió mantenerse. Tras ello, una nueva era en el consumo de pollo inició, donde esta ave volvió especialmente popular entre la sociedad limeña, por lo que Ikeda adquirió más de cuatrocientas de estas aves.
Este negocio prosperó hasta permitirles adquirir un terreno en Lurín para continuar con la crianza de aves; sin embargo, en 1968, el negocio se quedó sin capital debido a una peste y problemas con el precio de su principal producto.
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La gesta de San Fernando
Después de la crisis, la familia se unió y, con cada miembro desempeñando una tarea distinta, reiniciaron su negocio de venta de pollos. El nuevo emprendimiento familiar necesitaba un nombre, y así surgió San Fernando.
En 1972, abrieron la primera tienda de la marca en la avenida Tomás Marsano. Allí vendían huevos y pollos. Debido a la alta demanda, a menudo compraban la producción de otros granjeros para garantizar que siempre hubiera productos disponibles para la venta.
Este modelo de negocio solo fue temporal, ya que veían la necesidad de contar con su propia planta de producción. Así, en 1977, la familia invirtió en propia planta avícola, donde las aves eran alimentadas con un alimento balanceado producido específicamente para ellas en el molino de los Ikeda.
El pavo, un producto tradicionalmente consumido a fin de año, se incorporó a su línea de producción al año siguiente y resultó ser un éxito. El negocio se diversificó nuevamente hacia la producción de huevos, cerdo y otros productos que conocemos hoy en día, convirtiendo a San Fernando en una empresa que en su momento superó a su principal competidor, Nicolini.
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El foco actual en los productos de valor agregado
A la fecha, más allá de sus líneas de negocio tradicionales, la compañía avanza con diversas acciones para aumentar su base de clientes y las ocasiones de consumo por medio de productos de valor agregado, los cuales integran preparaciones listas para cocinar en base a distintas carnes.
Desde el 2020, San Fernando lanzo esta línea y se trazó la meta de facturar S/ 200 millones con productos nuevos que fueron lanzados o fortalecidos a partir de esa fecha. Solo durante el primer semestre del año pasado, la línea de negocio Valor Agregado creció más de 10% en facturación respecto al mismo periodo del 2022, con la meta que crezcan 5% al cierre del año.
Asimismo, la compañía afirmó a este medio que han crecido en todas las categorías de su línea de valor agregado y mantiene una participación superior a 30%. En los productos en base a pavo y pollo supera el 50%. Con miras a este año, la empresa adelantó que seguirán centrando sus esfuerzos en trabajar nuevos productos con enfoque en la innovación, identificando tendencias para atender al 100% de los públicos objetivos donde aspiran a llegar.
Licenciado en Comunicación de la Universidad de Lima, con especialidad de periodismo y comunicación corporativa. Actualmente redacto en la sección negocios del Diario Gestión.
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