Los bonos corporativos brasileños se vieron afectados en febrero tras la implosión de Americanas SA, lo que debilitó aún más las perspectivas de empresas que ya lidian con altos costos de endeudamiento.
Seis de los diez emisores con peor desempeño en América Latina este mes son empresas brasileñas, según datos compilados por Bloomberg. Los bonos denominados en dólares de Gol, Atento y Light perdieron al menos una cuarta parte de su valor, mientras que los bonos de Azul, Stone y BRF arrojaron pérdidas de entre 10% y 15%.
La cantidad de negociación de deuda corporativa de Brasil en niveles difíciles, con un rendimiento promedio de al menos 10 puntos porcentuales más que los bonos del Tesoro de Estados Unidos, subió a US$ 11,900 millones, según datos compilados por Bloomberg. Eso contrasta con US$ 9,600 millones a fines del año pasado.
El default del minorista Americanas detuvo temporalmente las ventas de bonos locales y generó una ampliación de los diferenciales. Los bancos adoptan un tono más cauteloso sobre el ritmo de originación del crédito. La empresa con sede en Río de Janeiro se declaró en quiebra por más de 42,000 millones de reales de deuda a fines de enero.
Oi SA, que surgió de una de las reestructuraciones corporativas más grandes en la historia de Brasil el año pasado, solicitó protección de emergencia de los acreedores a principios de este mes. Se prevé que el operador de telecomunicaciones entre en protección por bancarrota a finales de esta semana.
La agitación se produce en medio de la persistente incertidumbre sobre el plan fiscal del presidente, Luiz Inácio Lula da Silva. Los economistas proyectan que la inflación y las tasas de interés de Brasil se mantendrán altas por más tiempo. El Gobierno de izquierda aún tiene que revelar un nuevo marco fiscal después de que se eliminó una regla que limitaba el crecimiento del gasto público.
Las empresas, incluido el operador de centros de atención telefónica Atento, se vieron afectadas por los mayores costos de financiamiento, y las firmas calificadoras señalaron que si la agitación local no es temporal, los riesgos de refinanciamiento aumentarán significativamente. Algunas firmas como Marisa Lojas SA ya acudieron a asesores financieros en aras de reestructurar las obligaciones a corto plazo.
Si bien la mayoría de inversionistas no prevén una crisis de deuda desaforada, la fe en los prestatarios corporativos de Brasil es inestable y los mercados se preparan para reestructuraciones. Un mayor endeudamiento de las familias y empresas brasileñas, junto con las perspectivas de un crecimiento lento, podría mantener el entorno crediticio bajo presión en el corto plazo.