Primero estuvo el mármol. La firma española Cosentino lo extraía de su cantera y lo procesaba en una fábrica, para luego distribuirlo. La facturación provenía al 100% del mercado local hasta que, en 1990, se diversificó a otros materiales y dio el salto a más países: ahora la compañía de materiales para acabados se encuentra en más de 80, en la mitad de los cuales tiene almacenes propios; en el resto trabaja con distribuidores exclusivos, como es el caso del Perú.