Las autopistas vacías de Los Ángeles parecen una escena de una película de catástrofe. Para muchos jefes de Hollywood, así es como están las cosas.
Con una de cada tres personas en el mundo sujetas a reglas de distanciamiento social, las ganancias por taquilla en el 2020 se han derrumbado. La televisión se prepara a recibir menos publicidad por parte de anunciantes que, hambrientos de ingresos, controlarán sus gastos. El rodaje de producciones programadas para el 2021 ha cesado, presagiando una desagradable secuela el próximo año.
Covid-19 llega en un momento tumultuoso para el mundo del espectáculo. Una maratón de inversiones de US$ 650,000 millones durante cinco años ya lo estaba reformulando para la era del streaming de video. Las deudas contraídas por grupos de medios gigantes como AT&T, Comcast, Disney y ViacomCBS (que deben más de US$ 350,000 millones en conjunto) parecen menos sostenibles ahora que sus ventas han caído. Incluso Netflix, cuyo servicio solo de streaming es menos vulnerable a los confinamientos, no es inmune. La pandemia dejará cicatrices. También puede cobrar algunas víctimas.
Los estrenos comerciales, que los estudios usan para recuperar los enormes costos de producción de los éxitos de taquilla, casi se han detenido. “Onward” de Disney, lanzado el 6 de marzo, ha recaudado un quinto de los US$ 500 millones que se esperaba obtener en todo el mundo. Muchos estrenos se realizarán parcial o totalmente en línea. NBCUniversal de Comcast comenzará a transmitir “Trolls World Tour” el 10 de abril, el mismo día que se estrena en los pocos cines aún abiertos.
Paramount Pictures (parte de ViacomCBS) ha vendido “The Lovebirds” a Netflix, cuando en principio estaba programada para los cines. Los lanzamientos pospuestos hasta que finalice la pandemia pueden encontrar menos cines para proyectarlos. AMC, la cadena de cines más grande del mundo, se tambalea luego de perder dinero en dos de los últimos tres años en tanto más gente prefiere su sofá que salir en la noche. Cineworld, la segunda más grande, ha dicho que en el peor de los casos (“improbable”) podría quebrar.
La pantalla chica tiene sus propios problemas. Nielsen, una compañía de investigación, descubrió que en confinamientos pasados, como durante el huracán Harvey, el tiempo que la gente pasa frente a la televisión aumentó hasta en un 60%. En algunas partes de Italia, la cuarentena subió los ratings de televisión, según Auditel, otra firma de investigación.
Sin embargo, esto puede no ayudar a las cadenas. Por un lado, estas también enfrentan una sequía de contenido. ITV, la emisora comercial más grande de Gran Bretaña, ha dejado de filmar su telenovela, “Coronation Street”, y está transmitiendo tres episodios a la semana, no los seis habituales. Las cadenas estadounidenses han creado un inventario por temor a una huelga de escritores este año, pero solo durará hasta el verano boreal.
Incluso si la gente sintoniza las repeticiones, las finanzas de la TV estarán bajo presión. A medida que sus propios ingresos se evaporan y sus clientes no pueden comprar, los anunciantes están retirando anuncios publicitarios. Las bonanzas de anuncios han sido pospuestas (Juegos Olímpicos) o canceladas (Wimbledon). La suspensión del deporte en vivo ha privado a los operadores de televisión de pago como el ESPN de Disney y SKY, un gigante europeo que pertenece a Comcast, de su última gran atracción restante.
Algunas empresas, como SKY, han permitido a los clientes pausar sus suscripciones deportivas o les han ofrecido acceso a otra programación paga en su lugar. ESPN está transmitiendo repeticiones de partidos memorables, además de programas poco convencionales como dodgeball y pulseadas (arm-wrestling). Es probable que ninguna de las tácticas detenga la caída en la proporción de hogares con televisión de pago, de casi 90% en el 2010 a 65% hoy en día en Estados Unidos.
El streaming ofrece un respiro. El precio de las acciones de Netflix, un 15% mayor este año, parece optimista en medio de una caída del mercado; y la empresa afirma tener suficiente contenido nuevo para durar unos meses. El crecimiento de suscripciones para todas las grandes firmas de streaming se ha disparado en dos dígitos de una semana a otra desde que se iniciaron los confinamientos, estima Antenna, una compañía de datos. Después de su lanzamiento en Europa en marzo, la nueva plataforma de Disney, Disney+, fue descargada más de 5 millones de veces en solo unos días. AT&T y Comcast esperan un éxito similar cuando lancen HBO Max (de pago) y Peacock (con publicidad), respectivamente, a finales de este año.
Pero un aumento en los ingresos por streaming puede no compensar las pérdidas de otras empresas. Netflix, que no tiene ninguna, se está quedando sin nuevos usuarios que atraer en Occidente; casi la mitad de los hogares estadounidenses ya están suscritos. Mantener los que tiene puede requerir ofrecer nuevos contenidos, que no puede producir. Es poco probable que las cuarentenas atraigan nuevos espectadores en los países más pobres, donde el streaming sigue siendo un lujo, especialmente a medida que se avecina el desempleo masivo.
La reducción de ingresos también se produce después de un período de fuertes préstamos por parte de las empresas de medios, mientras se apresuraban en crear o comprar contenido espectacular. A fines del año pasado, AT&T estaba en apuros por unos US$ 190,000 millones, incluidos US$ 17,000 millones que vencen este año y el próximo. Comcast debía más de US$ 100,000 millones; Disney, US$ 47,000 millones; y ViacomCBS, US$ 21,000 millones.
Con una deuda pendiente de US$ 16,000 millones, o casi seis veces las ganancias operativas brutas, Netflix está aún más apalancado. En marzo, Disney recaudó US$ 6,000 millones en una nueva oferta de deuda, para “fines corporativos generales”, incluido el pago de deudas. ViacomCBS ha anunciado un bono de US$ 2,500 millones para apuntalar su balance. AT&T ha pospuesto una recompra de acciones planeada de US$ 4,000 millones.
La mayoría de las empresas han advertido sobre los efectos adversos en los negocios, sin poner una cifra al respecto. AT&T y Comcast, que poseen no solo contenido, sino también los “canales” a través de los cuales es entregado, pueden contar con ingresos por parte de usuarios de banda ancha autoaislados, muchos de los cuales están mejorando sus servicios a velocidades más rápidas. Un Disney sin este canal se enfrenta a un problema más amplio: taquilla, ESPN, tiendas y parques temáticos.
Esto ha llevado a especulaciones sobre una adquisición. Bernie McTernan de Rosenblatt, una firma de servicios financieros, ha sugerido que Apple, con unos US$ 200,000 millones en efectivo bruto, podría comprar Disney, cuyo valor de mercado se ha hundido a unos US$ 180,000 millones. Al gigante tecnológico le puede gustar el atractivo de activos de Disney como Lucasfilm (que hace “Star Wars”) y Marvel, dice Rich Greenfield de LightShed Partners, una firma de investigación, para complementar su deslucida oferta de Apple TV+.
Pero, agrega, una compra también lo llevaría a negocios en los que tiene poco interés, como parques temáticos, tiendas de regalos y redes de televisión. El drama que se desarrollará en la industria de medios en el próximo año puede resultar más emocionante que los éxitos de taquilla que no se verán por un tiempo en los cines más cercanos.